Dos de los tres temores
expresados por Jordi Évole al inicio del encuentro entre Pablo Iglesias y Albert
Rivera se confirmaron el pasado domingo, rompiendo el tono de cordialidad de
meses antes, en el Nou Barris de Barcelona. En esta ocasión, no se repitió el
“buen rollo” de antaño. Ambos políticos llegaron al Círculo de Bellas Artes de
Madrid políticamente desvirgados, Ciudadanos apostó por un acuerdo que
vinculaba un frente amplio (C's, PP y PSOE), mientras que Podemos lo hacía por un
Ejecutivo con el PSOE, Hoy, el lema de la campaña de Podemos –“La sonrisa de un
país”–, son cinco palabras que diluyen el llamado “discurso del miedo” de sus
adversarios, una sonrisa acompañada de un logo en el que la letra “o” de Unidos
se sustituye por un corazón multicolor que, de nuevo, apela a los sentimientos
mucho más que a los raciocinios. Y, como escribió William Shakespeare, “es más
fácil conseguir lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada”.
El líder de Ciudadanos,
Albert Rivera y el de Podemos, Pablo Iglesias, protagonizaron cara a cara el
primer debate entre cabezas de lista para las próximas elecciones generales del
26 de junio. Un encuentro algo más intenso del que tuvo lugar el pasado 18 de
octubre en el bar “Tío Cuco”. En los primeros
instantes, Rivera se centró en acusar a Iglesias y su formación de llegar a
acuerdos con “el comunismo”, negándose
en redondo a pactar. Iglesias respondió acusándole de haber servido “para que
el peor PSOE y el peor PP sigan gobernando en Andalucía y Madrid”. Rivera
replicó tachando a Iglesias de ·intransigente· y añadiendo: “Tú no vas a poder
gobernar salvo que seas el presidente”. Y, muy pronto, apareció la crispación
entre ambos al tratar de educación, sanidad, empleo, crisis de refugiados…
Tampoco Venezuela podía
faltar en el debate. Ambos candidatos se enzarzaron dialécticamente en cuanto
Évole planteó el tema. Iglesias dijo que, con Venezuela ha habido una
“sobreactuación” y que “algunos” hablan de ese país para evitar hablar de los
problemas de los españoles. Por su parte, Rivera optó por pedir ayuda al líder
de la formación morada: “Ayúdanos a sacar a los presos políticos”. Iglesias
insinuó que Rivera tenía que pedir disculpas por el “error” de decir que la
“tiranía” de Venezuela era peor que una “dictadura”. Y volvieron al “Y tú más”
ya conocido por el PP y el PSOE.
“Han pasado diez meses -recuerda Jorge Solís en Vozpópuli– desde que
Albert Rivera y Pablo Iglesias se montaran en el mismo coche para acudir al bar
Tío Cuco para presentar sus propuestas. El tiempo no ha pasado en balde para
los dos candidatos. Y si bien ha empezado con un tono sosegado, en el que
explicaban las vistas madrileñas y cómo ha cambiado la situación política desde
octubre, en esta ocasión la nueva política ha dejado de ser nueva y ha tornado
acaso en vieja. ‘Te sale la cal viva’ le espetó Rivera en un punto del programa
en el que se hablaba de la tarjeta sanitaria para inmigrantes ante las palabras
de Iglesias en las que le decía: ‘cómo tienes tanta cara’. El tono del debate
fue de agresividad, con constantes interrupciones, recados sobre Venezuela,
comparaciones sobre el PP y toda una serie de calificaciones disfrazadas de
cordialidad que, en ciertos puntos,
llegó a elevar el tono hasta el punto que Évole fue tajante: “Podemos
dar por enterrado el espíritu del Tío Cuco”. No creo que el debate haya cambiado
la posición de los votantes por cada uno de ellos. En todo caso, notaremos el
peso del votos de los partidarios del PP y del PSOE que emigrarán al Unidos Podemos
o al C’s
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