América y el mundo se han
despertado, sobrecogidos por el desasosiego y la duda de un resultado
inesperado. La victoria de Trump es una
de las calamidades más grandes que ha golpeado a Occidente. Las protestas en
las calles de las grandes ciudades no tienen precedentes en Estados Unidos. Se
han repetido durante más de una semana. Si continúan, revelarán que la división
en la sociedad norteamericana es tan fuerte como lo pueda ser en Europa.
Protestas que van contra el racismo, lo misógino y lo homófobo y autoritario de
derechas. “Este populismo de derechas –escribe Owen Jones en Theguardian– ya no
puede ser menospreciado como un incidente puntual. De hecho, sin un cambio
urgente en la estrategia, la izquierda y, probablemente, toda la opinión
progresista quedará marginada hasta el punto de la irrelevancia. Nuestra crisis
es existencial. Muchos factores explican esta calamidad. El legado de la
esclavitud supone que el racismo esté en el ADN de la sociedad estadounidense.
Los esfuerzos resueltos de los afroamericanos por sus derechos civiles se han
topado con un rabioso contragolpe. Los sondeos a pie de urna sugieren que Trump
arrasó entre las personas blancas no graduadas, hombres y mujeres: sólo las mujeres
blancas graduadas han votado mayoritariamente a Hillary Clinton. Sin olvidarnos
de la misoginia. Trump, que presume de haber asaltado sexualmente a sus
víctimas, dirigió una campaña definida por el odio a las mujeres. Clinton era,
evidentemente, una candidata del establishment, pero a un hombre del
establishment se le hubiese tratado de otra forma. Muchos estadounidenses se
sienten castrados debido a dos factores: la desaparición de puestos de trabajo
seguros y cualificados que les daban un estatus y la sensación de orgullo y el
auge de los movimientos de mujeres y LGTB que algunos hombres piensan que
debilitan una legítima posición de superioridad. Pero existe un factor que no
puede ser ignorado. El centrismo, la ideología de los supuestos moderados, está
colapsando. Se ha marchitado ante los retos del resurgimiento de la derecha
populista y los nuevos movimientos de la izquierda”.
Tras
aceptar su derrota, Hillary Clinton, en bucólico paseo con sus perros, en un
bosquecito aledaño a su casa.
La feroz crisis dentro del
Partido Demócrata entró en una debacle tras la derrota de Hillary Clinton, la
mujer a la que apoyó como la “mejor preparada” para completar su trabajo. “El
partido hoy está sin poder, sin identidad y sin líder”, dice al diario
argentino La Nación. El problema, con ser ya crítico para el desempeño
político, podría sumar pronto un costado financiero. “Llegará un momento en que
nuestros donantes corten aportes hasta que se vea más claro”, añade. La
impensada derrota anticipa una crisis que el partido pensó que tendría, tal
vez, dentro de cuatro años. Pero no ahora. Nadie, o casi nadie, pensó seriamente
en el escenario del fracaso y sus derivaciones. Como candidata, Hillary Clinton
tal vez siga siendo una figura influyente. Lo mismo que su marido, el ex
presidente Bill Clinton. Pero ninguno con cargos formales dentro de la
estructura. El tono de Clinton, la candidata presidencial con más experiencia
de la historia del país, apenas importó. Fue derrotada por Obama, entonces un
joven senador, y ahora ha sido superada de nuevo por un político inexperto de
signo contrario. “¿Qué será lo siguiente para la izquierda? –se pregunta Owen
Jones–. No puede ceder en la lucha contra el racismo, la misoginia y la
homofobia, pero debe planear urgentemente cómo hacerlo de una forma que conecte
con los marginados. La clase trabajadora cada vez es más diversa y la izquierda
deben tener un mensaje que cale con todos los votantes. No puede permitir que
la derecha populista retrate a la izquierda como una ideología que odia los
valores de la clase trabajadora. Necesitamos proyectar una visión conmovedora.
Porque ahora sabemos que decir los datos y limitarse a esperar lo mejor no
mitigará a la derecha ni construirá una alianza progresista. Existe un hilo
común, pero los centristas y radicales no han logrado encontrarlo. Debemos
redoblar nuestros esfuerzos. Desde Estados Unidos, vemos la tragedia que ocurre
con el vacío”.
Donald Trump.
¿Cómo consiguió Trump invertir
una tendencia que lo daba perdedor y lograr imponerse en la recta final de la
campaña? Muy pocos lo veían imponerse en las primarias del Partido Republicano,
y sin embargo carbonizó a sus adversarios, reduciéndolos a cenizas. Ignacio
Ramonet nos pone en antecedentes: “Hay que entender que, desde la crisis
financiera de 2008 (de la que aún no hemos salido), ya nada es igual en ninguna
parte. Los ciudadanos están profundamente desencantados. La propia democracia,
como modelo, ha perdido credibilidad. Los sistemas políticos han sido sacudidos
hasta las raíces. En Europa, por ejemplo, se han multiplicado los terremotos
electorales (entre ellos, el Brexit). Los grandes partidos tradicionales están
en crisis. Y en todas partes percibimos subidas de formaciones de extrema
derecha (en Francia, en Austria y en los países nórdicos) o de partidos
antisistema y anticorrupción (Italia, España). El paisaje político aparece
radicalmente transformado. Ese fenómeno ha llegado a Estados Unidos, un país
que ya conoció, en 2010, una ola populista devastadora, encarnada entonces por
el Tea Party. La irrupción del multimillonario Donald Trump en la Casa Blanca
prolonga aquello y constituye una revolución electoral que ningún analista supo
prever. Aunque pervive, en apariencias, la vieja bicefalia entre demócratas y
republicanos, la victoria de un candidato tan heterodoxo como Trump constituye
un verdadero seísmo. Su estilo directo, populachero, y su mensaje maniqueo y
reduccionista, apelando a los bajos instintos de ciertos sectores de la
sociedad, muy distinto del tono habitual de los políticos estadounidenses, le
ha conferido un carácter de autenticidad a ojos del sector más decepcionado del
electorado de la derecha. Y la ‘palabra libre’ de Trump sobre los latinos, los
inmigrantes o los musulmanes, es percibida como un auténtico desahogo”.
Trump y sus siete propuestas.
Ramonet precisa que el mensaje de
Trump no es semejante al de un partido neofascista europeo. “No es un ultraderechista
convencional. Él mismo se define como un ‘conservador con sentido común’ y su
posición, en el abanico de la política, se situaría más exactamente a la
derecha de la derecha. No censura el modelo político en sí, sino a los
políticos que lo han estado piloteando. Su discurso es emocional y espontáneo.
Apela a los instintos, a las tripas, no a lo cerebral, ni a la razón. Habla
para esa parte del pueblo estadounidense entre la cual ha empezado a cundir el
desánimo y el descontento. Se dirige a la gente que está cansada de la vieja
política, de la ‘casta’. Y promete inyectar honestidad en el sistema, renovar
nombres, rostros y actitudes. Estos son los siete puntos fundamentales que
defiende, silenciados por los grandes medios:
1) “Los periodistas no le
perdonan que ataque de frente al poder mediático. Le reprochan que
constantemente anime al público en sus mítines a abuchear a los “deshonestos”
medios. El candidato republicano no dudó en retirar las credenciales de prensa
para cubrir sus actos de campaña a varios medios importantes, entre otros: The
Washington Post, Político, Huffington Post y BuzzFeed. Y hasta se atrevió a
atacar a Fox News, la gran cadena del derechismo panfletario, a pesar de que lo
apoya a fondo como candidato favorito...
2) “Otra razón por la que los
grandes medios atacaron con saña a Trump es porque denunciaba la globalización
económica, convencido de que ésta ha acabado con la clase media. Según él, la
economía globalizada está fallando cada vez a más gente, y recuerda que, en los
últimos quince años, en Estados Unidos, más de 60.000 fábricas tuvieron que
cerrar y casi cinco millones de empleos industriales bien pagados
desaparecieron.
3) “Es un ferviente
proteccionista. Propone aumentar las tasas sobre todos los productos
importados. Desvela que, tratará de sacar a EE.UU. del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte. Y arremete contra el Acuerdo de Asociación
Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), asegurando que sacará al país del
mismo.
4) “Muchos electores republicanos,
víctimas de la crisis económica del 2008 o que tienen más de 65 años, necesitan
beneficiarse de la Social Security (jubilación) y del Medicare (seguro de
salud) que desarrolló el presidente Barack Obama y que otros líderes
republicanos desean suprimir. Tump ha prometido no tocar estos avances
sociales, bajar el precio de los medicamentos, ayudar a resolver los problemas
de los “sin techo”, reformar la fiscalidad de los pequeños contribuyentes y
suprimir el impuesto federal que afecta a 73 millones de hogares modestos.
5) “Contra la arrogancia de Wall
Street, Trump ha prometido aumentar los impuestos de los corredores de “hedge
funds” que ganan fortunas, y apoyar el restablecimiento de la Ley
Glass-Steagall. Aprobada en 1933, en plena Depresión, esta ley separó la banca
tradicional de la banca de inversiones con el objetivo de evitar que la primera
pudiera hacer inversiones de alto riesgo. Todo el sector financiero se opuso absolutamente
al restablecimiento de esta medida.
6) “En política internacional,
Trump quiere establecer una alianza con Rusia para combatir con eficacia a la
Organización Estado islámico (ISIS por sus siglas en inglés). Aunque para ello
Washington tenga que reconocer la anexión de Crimea por Moscú.
7) “Trump estima que, con su
enorme deuda soberana, los Estados Unidos ya no disponen de los recursos necesarios
para conducir una indiscriminada política extranjera intervencionista. Ya no
pueden imponen la paz a cualquier precio. Y, en contradicción con varios
caciques de su partido, y como consecuencia lógica del final de la guerra fría,
quiere cambiar la OTAN".
“Escribo estas palabras –dice Daniel Bernabé en Lamarea.com, bajo el
título ‘La sensatez de la histeria o las victorias de Trump’– delante de un
cadáver caliente, el de un orden de cosas que se pensaba infalible e intocable,
pero que, forzando su desmesura y egoísmo hasta límites absurdos, ha detonado
una bomba en sus cimientos. Donald Trump ha sido elegido presidente de los
Estados Unidos de Norteamérica. Los monstruos no se crean en un día y este es
el producto de todos los que creyeron que se puede construir un mundo de
exclusiones vadeando el conflicto indefinidamente (…) Estas elecciones eran de
partida una derrota para el sistema político norteamericano. ¿Trump y Clinton
eran todo lo mejor que podía ofrecer como opción? Lo peor de estos candidatos
no es que lo que dijeran de ellos mismos fuera mentira, sino que todo lo que
decían de su oponente era verdad. De un lado Clinton, profesional de esa
política que dice representar a los que votan, pero que sólo vela por los que
tienen el dinero suficiente para financiar campañas. Mandarinato demócrata,
lobo con piel de cordero, que a nadie se le olvide a qué partido pertenece
Frank Underwood. Del otro Donald Trump, ultranacionalista, codicioso, xenófobo
y hortera. El hincha radical pretendiendo dirigir a su equipo de fútbol,
acojonando a la junta directiva. No hubo medio de comunicación que no le
ridiculizara, que no escribiera editoriales hostiles contra él, no desde la
trinchera del inmigrante, del homosexual o el pobre, sino desde esa comodidad
de profesional asentado de clase media al que le va lo suficientemente bien
para no arriesgarse con ningún cambio. Esa fue la primera victoria de Trump,
atacar a un sistema de medios que en su sobreactuación ha revelado su
parcialidad”.
El Ku
Klux Klan manifestó su apoyo a Donald Trump.
“Con las elecciones
presidenciales –escribía a principios de mes Jessica Valenti en The Guardian–,
mi optimismo sereno ha derivado en pánico. Un pánico que revuelve el estómago.
Hasta ahora, de algún modo me había esforzado en no permitirme imaginar lo
inimaginable: la victoria de Donald Trump. Pero, con las elecciones acercándose
y el racismo y sexismo que infectan la campaña de Trump intensificándose, es difícil
no estar aterrada. La semana pasada, un periódico del Ku Klux Klan mostró su
apoyo a Trump y los supremacistas blancos anunciaron su plan de intimidación
generalizada contra los votantes; los asiduos a los mítines de Trump lanzaron
improperios antisemitas a los periodistas; y se incendió una iglesia negra
histórica de Mississippi, donde se garabateó en uno de sus costados: “Vota a
Trump”. Otra mujer se presentó ante la policía para acusar a Trump de abuso
sexual y un cargo del gobierno de Texas llamó “puta [cunt]” a Hillary Clinton.
Esto no es una cuestión de derecha o izquierda, demócratas o republicanos; es
una brecha moral inconmensurable. Por eso entiendo por qué para muchos que se
sienten horrorizados por Trump, lo más fácil ha sido hacer como si fuera
imposible que ganase la presidencia. Es demasiado duro el imaginar el odio
subyacente en su campaña y las políticas que promoverá”.
El magnate sionista Sheldon Adelson, junto a su
esposa Mirian, aportó 45 millones de dólares a campaña de Trump.
“Se estima que aproximadamente
300.000 estadounidenses judíos viven en Israel y están capacitados para votar
en las elecciones americanas –escribe Eugenio García Gascón en su artículo
“Trump y los judíos’, publicado en Público.es–. De ellos, una buena parte
reside en los asentamientos de los territorios palestinos ocupados, es decir
son colonos. Los medios israelíes informaron de que, en las elecciones del 8 de
noviembre, aproximadamente el 70 por ciento de los americanos judíos de Estados
Unidos votaron por Hillary Clinton mientras que el 25 por ciento lo hizo por
Donald Trump. Un porcentaje casi exactamente invertido fue el que se registró
en Israel entre los americanos judíos que votaron por Trump. Estos datos
muestran que la tendencia política de los judíos es opuesta en Israel y en
Estados Unidos. Los americanos judíos de Israel se inclinan significativamente
por Trump, al contrario de lo que ocurre con los judíos de Estados Unidos. El
principal lobby judío de Estados Unidos, el AIPAC, está en manos de los judíos
de inclinación republicana que son favorables a las políticas más reaccionarias
de Israel. Los judíos americanos que emigran a Israel tienen una ideología más
radical, de ahí que no extrañe que hayan votado mayoritariamente a Trump. Este
sector de la población judía de Israel está más en sintonía con los lobbies
judíos que con sus correligionarios demócratas de Estados Unidos. La prensa
americana e israelí señala que las donaciones de los judíos en estas elecciones
han estado muy repartidas. En el caso de Clinton, los cinco principales
donantes han sido judíos. En el caso de Trump muchos de los mayores donantes también
fueron judíos. El mayor donante de Trump ha sido, con diferencia, Sheldon
Adelson, un extrecho aliado de Netanyahu, que ha entregado a Trump un talón por
valor de 25 millones de dólares”.
Steven Mnuchin & Jamie Dimon, candidatos a
secretario general del Tesoro de EE UU.
El nuevo presidente de EEUU ha
sido, en las últimas décadas, una persona non grata para la banca, tras
protagonizar una de las mayores quiebras de los años 90 con sus casinos, disparando
la morosidad de la banca con sus casinos de Atlantic City. El enfrentamiento ha
ido a más durante la campaña electoral, en la que Trump ha llegado a definir de
entidad “corrupta” a Goldman Sachs y comparó a JPMorgan y otras entidades con
“asesinos que se libran de condenas” por los acuerdos extrajudiciales por las
hipotecas subprime. Pero todo ha cambiado esta semana. Donde dije digo... y ahora
valora a dos nombres ligados a Goldman y JPMorgan como sus secretarios del
Tesoro. E propio consejero delegado de JPMorgan, Jamie Dimon, es uno de los
financieros más importantes del país, al que Trump denominó como “el peor banquero
de Estados Unidos”. Otro nombre que más suena es un exalto ejecutivo de
Goldman, Steven Mnuchin, que trabajó codo con codo con Trump durante la campaña
electoral. No son los únicos guiños con los que Trump quiere enderezar su
relación con Wall Street. Durante la campaña ha prometido en reiteradas
ocasiones acabar con la ley Dodd-Frank, que pone límites a la gran banca de
inversión norteamericana para que no se vuelvan a repetir casos como el de
Lehman Brothers. “Tenemos que deshacernos de Dodd-Frank. Los bancos no están
prestando dinero a la gente que lo necesita... los reguladores están dirigiendo
los bancos”, señaló Trump, en declaraciones recogidas por The Wall Street
Journal. La victoria de Trump en Estados Unidos no ha sido mal acogida por Deutsche
Bank. La entidad alemana es uno de los mayores prestamistas del magnate
norteamericano. Cuando otras entidades cerraron el grifo del crédito a Trump
por sus ruinosas inversiones en casinos, el banco alemán optó por seguir
financiándole. Según The Wall Street Journal, las compañías de Trump han
recibido créditos por valor de 2.500 millones de dólares de Deutsche Bank. Se
da la circunstancia de que el futuro de la entidad alemana depende de lo que
decida Estados Unidos, que tiene sobre la mesa una multa de hasta 14.000
millones de dólares.
Mugica, en Madrid.
El expresidente de Uruguay y
senador José Mujica comparó la victoria electoral de Donald Trump como
presidente electo de Estados Unidos con la que propició la irrupción del
nazismo y el fascismo en la década de los 30 del siglo pasado. “Surge esta
respuesta, que se parece a muchas cosas que pasaron en 1930 en el mundo, con
una prédica utranacionalista y chovinista”, diagnosticó en un encuentro en
Madrid, junto a la alcaldesa Manuela Carmena.
Mujica vaticinó importantes “dolores de cabeza” ante esta nueva etapa
que se abre con el triunfo del magnate como presidente del país más poderoso
del mundo. Y dijo que “lo peor no es Trump, sino la gente que le sigue”.
Enric Sopena advierte
irónicamente que Trump es un buen hombre. “Quería echar 11 millones de
inmigrantes y sólo expulsará 3 millones ¡Muchas Gracias, Sr. presidente!”. El
director de Elplural.com comenta: “Para millones de americanos, J.Edgar Hoover,
director del FBI, fue un héroe. El 14 de julio de 1955 dijo urbi et orbe:
‘Somos únicamente una organización que recoge datos. No condenamos a nadie. En
el minuto mismo en que el FBI empiece a recomendar lo que debería hacerse con
esta información, se convertirá en una Gestapo’. John Edgar Hoover, llegó al
cargo en 1921 y lo mantuvo hasta su muerte en 1972. Era uno de los hombres más
odiados y temidos en todo el espectro político americano. Fue un peligroso sinvergüenza
que trataba al poder sabiendo que esos políticos estaban literalmente en sus
manos. Hasta que el FBI, en la reciente campaña presidencial, se lanzó a
desproteger a Hillary Clinton y favorecer a Donald Trump, empezaron a bajar las
posibilidades de quien parecía, sin duda alguna, la vencedora con los votos
legítimos. No deja de ser, como mínimo, un poco curioso que el actual director
del FBI, James Comey, sea un tipo más cercano a la derecha americana que a
Clinton. El presidente in péctore, Trump, es un truhan que acumula millones por
doquier, bombardea a los pobres y acojona a los demás. Luego, aparece como si
él fuera un bondadoso ciudadano, dispuesto a recortarse a sí mismo el sueldo,
de modo que resulte el bueno de la película, rodeado de malditos populistas.
Trump es el mejor. Solo expulsará o encarcelará 3 millones de inmigrantes y no
11 millones. ¡Muchas gracias, Sr. presidente!”
David Trueba escribe en El País
el artículo “A trabajar”, del que entresacamos: “Que la gente más zafia, menos
preparada y más demagoga llegue al poder en la democracia no es algo que
podamos evitar con facilidad. Tenemos ejemplos sobrados sin salir de casa de
nuestro voto fiel a gobernantes corruptos. Países más preparados, cultos y
racionales que el nuestro han sucumbido también. Italia, que es el país más
formidable de Europa, también eligió a un empresario de éxito y carente de
escrúpulos para ser uno de los dirigentes más duraderos en el poder. Los
italianos descubrieron que ser millonario no implica que seas capaz de
convertir en millonarios a todos tus súbditos, ni siquiera el vicio fue
mínimamente compartido con la plebe. Todo terminó en un problema de impotencia.
El cambio no fue cambio. Trump, con uno de los discursos más toscos que se
recuerdan, ha cautivado los rencores de clase y de raza, de sexo y de cultura
que anidan entre los ciudadanos de la democracia más poderosa del mundo. Lo que
nos interesa es comprender que por encima de las personas solo caben las
instituciones, los derechos y las libertades. Por eso, que el gobierno lo
alcance un indeseable no tendría que significar una catástrofe insoportable.
Sin las autoridades europeas, en España sería aún más peligroso que en otros
países, porque nuestros tribunales, fuerzas de seguridad, medios públicos,
instituciones, comisiones de control y derechos son en exceso dependientes del
poder político. La Ley Mordaza nos parece, por ejemplo, una nota chabacana
aprobada en tiempos de mayoría absoluta. Pero en manos de un presidente
indecente es un arma de terror y silencio. De la misma manera, los ascensos de
jueces y fiscales, de directores de los medios de comunicación públicos y de
los organismos de competencia, vigilancia y control, no están protegidos de la
injerencia del ganador en las urnas tanto como precisa la higiene democrática.
La llegada de Trump, tan celebrada por la señora Le Pen como por los nazis
griegos, pero menos contestada que los desmanes de Putin o Maduro, es una
llamada de urgencia a nuestros legisladores. En una coyuntura sin mayorías
aplastantes, ha llegado la hora de proteger la democracia de la propia
democracia, de establecer leyes que protejan y garanticen los derechos de la amenaza
que alcanza el poder por la vía del voto”.
Adrián Mc Liman.
Para Adrián Mac Liman, la nueva elección del presidente americano, Donald Trump, no es una sorpresa. Teniendo en cuenta la supina ignorancia del ciudadano norteamericano en los asuntos de estado, sus tendencias aislacionistas, su justificado (o no) egoísmo a la hora de abordar los candentes asuntos mundiales, su victoria parecía más bien predecible. Y ello, por distintas razones, empezando por la campaña de la candidata demócrata, Hillary Clinton, llevada con la habitual arrogancia de la ex primera dama. Pero la mujer con múltiples caras perdió la apuesta. “En los puntos neurálgicos de la geopolítica, surgen interrogantes, subsisten dudas. Para algunos estadistas, los mensajes de Trump resultan inquietantes, cuando no ininteligibles. En la región de Oriente Medio se oyen voces discordantes. Aunque, para la monarquía saudí y sus aliados, uno de los objetivos prioritarios sería la revisión e incluso la abrogación del acuerdo nuclear con Irán, criticado por Trump en reiteradas ocasiones, lo realmente importante sería neutralizar, véase eliminar el islamismo del Presidente electo de los Estados Unidos, que se había pronunciado a favor del cierre de las fronteras a los inmigrantes musulmanes. Pese a la rectificación del propio Trump y la desaparición de los mensajes racistas de la página Internet del candidato a la Presidencia, los saudíes exigen una retractación pública e inequívoca”... ¿Y Europa?, se pregunta Mac Liman. “Subsisten las incógnitas sobre las prioridades del Presidente electo en cuanto a la política de defensa del Viejo Continente… Trump, que desea recomponer las relaciones con Moscú, afectadas por la política de sanciones llevada a cabo por Occidente después de la crisis de Ucrania, se pronunció a favor de la retirada de algunas unidades de la OTAN estacionadas en Europa oriental, así como sobre la desmilitarización del Mar Negro. En este caso concreto, la ausencia de una protección estratégica se sumaría a otros quebraderos de cabeza de las jóvenes democracias de Europa oriental… ¿Será el aislacionista Trump un ejemplo para los ultranacionalistas franceses, holandeses y húngaros? El porvenir nos lo dirá”…
“La costumbre de pasar la
bayeta a la historia para dejarla reluciente y, a ser posible, blindada, como
esos aforamientos que el Gobierno procura a los delincuentes de los que reniega
de cara a la galería, lo abarca todo”, se lamenta estos días el Gran Wyoming,
recordando las sandeces del PSOE, entre Trump y Podemos. “No sólo protegen a
los fascistas del pasado a los que sitúan en otro lugar, neutral, como ellos,
sino que también le lavan el culito a los contemporáneos de la cuerda liberal,
xenófoba y machista, con actitudes y declaraciones impresentables que como una
lluvia fina van cogiendo espacio en lo cotidiano. Samos por hecho que el
insulto, el desprecio y la difamación desde micrófonos matutinos es parte de nuestra
libertad para expresarnos, siempre, por supuesto, que esos insultos vayan
dirigidos a los mismos, a los antisistema populistas que nos han traído, como
todos sabemos, a Trump. Al final, el señor Trump, que dice de sí mismo: ‘Soy
quien soy. Soy yo. No quiero cambiar’, tiene en España a los saca lustres de
turno que interpretan sus palabras como bromillas sin importancia, y no porque
les cueste creerle, sino porque les gusta, y pretenden que comulguemos con esa
gentuza dentro del sistema democrático al que han convertido en una mera
convocatoria electoral al margen del menor sentido de la ética, de la decencia.
Mientras, los señores del PSOE afines a la gestora, podrían moderarse en sus
declaraciones y dejar de asociar a Trump con Podemos porque ese tipo de
sandeces descalifican al que las profiere. No son serias. Son características
de debates de televisiones marginales donde todo vale, de la retórica de aquel
Movimiento Nacional en permanente vía de superación, incompatibles con
militantes de la Social Democracia. En su intento reiterado de hacer sinónimos
a PP y Podemos, por la vía Trump, son ellos los que acaban siendo identificados
con el PP por la similitud de sus discursos. Dicen lo mismo. Esas cosas
deberían cuidarlas. De hecho, son los grupos de extrema derecha de toda Europa
los que han festejado la victoria de Trump, precisamente los que más odian las
diferentes formaciones a imagen de la que aquí se conoce como ‘la formación
morada’. Esas que no se han cortado en llamar a las cosas por su nombre y dicen
que Trump es ‘fascista’. No son lo mismo, les odian”...
¿Y si Rajoy fuera Trump?
“La única diferencia que veo
entre Trump y Rajoy –escribe Anibal Malvar en su artículo ‘¿Y si Mariano fuera
un Trump?’, publicado en Público– es que el yanki dice lo que quiere hacer y el
gallego hace lo que dice que no quiere hacer. Nos asombramos de que Trump
quiera levantar un muro con México los que tenemos un muro asesino en Melilla;
nos asustamos de las relaciones secretas Putin/Trump los que votamos al espía
Mortadelo Fernández Díaz; aullamos por la muerte del Obamacare votando
mayoritariamente a un partido (PP) que en un solo día de mayo de 2012 recortó
por decreto ley 7.200 millones a la sanidad española; y salimos cuando hace
bueno a la calle a protestar por la Ley Mordaza, esa que ha permitido estos
días una enorme pérdida de tiempo, dignidad y dinero a nuestras arcas públicas…
No quiero dejar pasar la oportunidad de recordar a los asustadizos y
escandalizados antitrumpistas españoles del PP, PSOE y C´s que en España se
destituye a jueces por estudiar la historia. Y nadie se alarma de fascismo.
Hace apenas tres o cuatro días, el comité de Derechos Humanos de la ONU exigió
al Gobierno español explicaciones sobre la inhabilitación del juez Baltasar
Garzón por investigar los crímenes del franquismo. Se conoce que a los europeos
de ahí arriba les parece raro que se inhabilite a un juez por investigar un
crimen, con lo entretenido e inofensivo que es juzgar un chiste. Podría seguir
durante horas explicando las razones por las que no me asusta en absoluto la
llegada de Donald Trump. Nada de lo que promete me lo ha ido negando mi Mariano
durante los pasados cuatro años de felicidad. El fascismo moderno ya no te
agrede, te obliga a acostumbrarte a él. Y, hasta que te meten en la cárcel por un
chiste, es bastante llevadero. Insisto en que me parece mal que el español
medio del PP, el PSOE y Ciudadanos le tenga más miedo a Trump que a nuestro
Rajoy. En un principio, porque se me antoja muy poco patriótico. Menoscabamos
la capacidad para el mal de nuestros paisanos con demasiada ligereza, como
acomplejándonos de nuestros logros nacionales. Nadie es profeta en su tierra,
Mariano: incluso en tu España, asusta más Donald Trump. A mí, quizá por pereza,
me asustan más las cosas que no suceden tan lejos. Mi Mariano, o sea”.
Mientras tanto, en España sigue en
alto el humor. Y Antonio Fraguas (el viñetista
Forges) culpa de la actual situación política al influjo negativo de la
televisión, pero cree que el humor gráfico está de enhorabuena con la
constitución del nuevo Gobierno: “Vamos a ver a los políticos haciendo una cosa
que no han hecho nunca: política”. Dice
que “cuando se tienen 74 años, el único proyecto es vivir 75”. Pero su discurso
destila otros entusiasmos. Como el que le ha contagiado su compañero de mesa de
debate, Ángel Gabilondo, en el Foro de la Cultura celebrado hace unos días. “¿Cómo
sería esta España si él fuera el presidente del Gobierno?”, se pregunta Forges,
el retratista de la España contemporánea y editorialista de hitos como la
constitución del nuevo Ejecutivo. A ella se refería la viñeta que publicaba hace
unos días, una caricatura de Rajoy repanchingado bajo un bocadillo de suspiro
indolente: “Buuffssss... qué palizas hay que darse... para que todo siga igual”.
Forges: “Esta España da para cincuenta o sesenta
chistes al día.
En una entrevista con Forges, Cristina
S. Barbarroja le pregunta en Público.es: “¿Para cuántos chistes da España?
Forges contesta: “Para cincuenta o sesenta diarios. Pero vamos a asistir a una
épica, la de la viñetística, de unas 20.000 viñetas/día. Vamos a ver a los
políticos haciendo una cosa que no han hecho nunca: política. Yo cogería la
silla de enea y me sentaría expectante, como en el cine de verano, a ver cómo
consiguen hacer política… Ocurre que, como el partido del Gobierno procesado
por corrupción va a tener que hacer política, las posibilidades de mangoneo van
a ser teóricas. Hay una frase que no debería decirse nunca en España: ‘Esto no
puede ir peor’. Van a tener que tener mucho cuidado porque van a tener mucha
obstrucción. Forges opina que, en España, no hay tantos corruptos para que
voten a esa institución política. Del PSOE escribió hace poco que se había
‘estrangulado una pierna’. Y ¿quién tiene la culpa? “La labor de los comunicadores,
los dibujantes, es la de retransmitir lo que está pasando. Pero yo no hablaría
de culpas. Lo llevan en los genes del partido”. Forges se pregunta si Aznar es
ese “único presidente sin sentido del humor” del que a veces habla. A Sánchez no le ha hecho demasiadas caricaturas
porque “es difícil. Los guapos son imposibles. Lo dice siempre Pepe Gallego, el
de Gallego y Rey. Sin embargo José María Aznar me sale bastante aparente. Como
Rajoy”. Ante la pregunta de cuál debe
ser el papel de los medios en democracia, responde: “Tienen que ser el vehículo
del control parlamentario y del control de la acción de gobierno. Es así.
Cuando el Gobierno lo haga fatal, dar cera. Y cuando el control parlamentario
lo haga fatal, dar cera… Lo que tenemos que hacer es contar lo que pasa desde
un punto de vista distinto al habitual. Nada más que eso”. Forges sí cree que
la política es un mercado. “Sobre todo
con este gobierno que –se ve claramente en la socarronería del señor Rajoy– es para
cuatro o cinco meses. Ya lo verás”. Cree que hay que votar todos los días con
el ejemplo y la búsqueda continua de la libertad. “La libertad está ahí y, si
no la cogemos, se escapa. Tenemos que darnos cuenta de que la vida va más allá
de Telecinco. Si cambia para bien, magnífico. Si cambia para Trump, la hemos
jorobado”.
Entre los fotomontajes del momento, Good morning, América, Ojo al dato de Rajoy, La Justicia no es igual para todos y El presidente de Iberdrola.
Francisco Marhuenda, entre el
cinismo y la fatuidad. El director de La Razón auguraba la victoria de Trump sin
esconder sus simpatías por el personaje. Estas fueron sus frases el pasado día
11, en el programa televisivo ‘Al rojo vivo’: “Trump es un señor inteligente,
asumidlo, es un señor formado, no es ningún ignorante, es un showman, ¡de la
tele! Nosotros estamos en un medio de televisión… ¡No es un racista! Es un
patriota americano… ¡Siempre cogéis los extremos! Es que de verdad…”.
Las surrealistas e irónicas
ilustraciones de Tango:
El humor semanal en la prensa:
Forges, El Roto, Peridis, J. R. Mora, Satish Acharya, El último mono, El mundo
de Donald Trump, Michael de Adder, Danuto y Martingo, Manel F. Pat, Atxe,
Vergara…
Pep Roig, desde Mallorca: De
natural cambiante, ¡A recortaaaaaaaar!, ¡Vais a saber lo que es bueno!, El mundo está loco, loco, loco…Prohibido
discrepar, Peregrinación de corruptos españoles, Purgantes y Sueños imposibles.
Entre los vídeos de esta semana, Trump anuncia que deportará hasta 3 millones de inmigrantes con antecedentes, y no 11. AGENCIA EFE
ESTE SECRETO PODRÍA QUITARLE A TRUMP LA PRESIDENCIA DE EEUU Julian Cavalero
M.A.M.O.N. - Latinos VS. Donald Trump cortometraje wecanfxit TRUMPLAND Trailer Razmig
ANTONIA vs TRUMP | Los Morancos LOS MORANCOS OFICIAL
Leonard Cohen fallecía el viernes, 11 de este mes, a los 82 años. El legendario cantautor y poeta canadiense nos deja en el imaginario colectivo himnos, como So long, Marianne, Hallellujah o la canción que dedicó a Janis Joplin, Chelsea Hotel. Un 14 de octubre de 1974, todavía con Franco vivo aunque ya en sus últimas, Leonard Cohen se dejó caer por Madrid, en el teatro Monumental. Y, en 1088, en San Sebastián. Songs of Leonard Cohen (1967) no se editó en España hasta 1971.
Leonard Cohen - Hallelujah (Audio)
LeonardCohenVEVO
Leonard Cohen live in San Sebastian 1.988 Javier Rodriguez Fernandez
Leonard Cohen live in San Sebastian 1.988 Javier Rodriguez Fernandez
Leonard Cohen - Dance Me to the End of Love
LeonardCohenVEVO
No hay comentarios:
Publicar un comentario