Jordi Évole escribe en La
Vanguardia el siguiente artículo, titulado “La factura del ‘veo españoles’”, en
el que dice: “Los dos últimos presidentes de Gobierno -Rajoy y Sánchez- han
llegado al poder a pesar del desprecio de parte de los suyos. A Rajoy miembros
del Partido Popular le quisieron hacer la cama tras perder por segunda vez con
Zapatero en el 2008. A Sánchez se la hicieron directamente en aquel comité
federal que se convirtió en un Gran Hermano donde él tuvo que abandonar la
casa. Ambos han sido atacados por una parte importante de la prensa
tradicional, y, a pesar de ello, han acabado triunfando. Hasta no hace tanto
era impensable que políticos con tantos medios en contra llegasen al poder. El
caso de Sánchez -y en parte también el de Rajoy, en su arranque- confirma que
la prensa ya no ejerce el poder que tuvo. Y por más editoriales que se
publiquen contra Sánchez, igual hay presidente para rato.
“Se ha comparado esta
moción con una partida de ajedrez. Cierto. Aunque también ha tenido algo de
carambola de billar: dándole a la bola del PP se ha acabado desplazando la bola
de Ciudadanos, que era a la que querían darle muchos de los que han votado a
favor de Sánchez. En poco tiempo, Ciudadanos ha asustado en todos los frentes,
no solo en la izquierda. El susto llegó a su apogeo con el ‘veo españoles’ de
Rivera, una patrimonialización de España, de su bandera y de su himno, tan
descarada que solo gustó a los muy cafeteros. El ‘veo españoles’ ha facilitado
que toda la oposición se haya unido no solo contra el PP, sino también contra
Rivera, al que hacía mucho tiempo que no se le veía tan descolocado.
“Curiosamente, quien más
se ha resistido a votar 'sí' a la moción -más que el PNV- ha sido Puigdemont y
su entorno, pero esta vez el pulso interno de los neocorvergentes lo ganó el
PDCat y no Junts per Catalunya. Si el expresidente de la Generalitat hubiese
tenido más fuerza en el grupo parlamentario de Madrid, los nacionalistas
catalanes se podrían haber abstenido. La foto hubiese sido curiosa: el
puigdemontismo y Ciudadanos unidos para que Rajoy siga. Tampoco nos tenemos que
extrañar: para ambos Rajoy era el mejor aliado para conseguir sus opuestos
propósitos. Ahora, vamos a asistir a algo parecido a lo que supuso la llegada
de Zapatero al poder tras el mandato del Aznar más duro. Se van a aliviar
tensiones con gestos, con detalles. El primer guiño, a la izquierda: por
primera vez se toma posesión del cargo sin biblias ni crucifijos. Habrá más: no
tardaremos en ver la foto de Sánchez con Torra, que provocará reacciones
airadas de la derecha. Prepárense para el ‘Sánchez es independentista’ y demás
exageraciones que ya vimos cuando Zapatero negociaba con ETA o aprobaba el
matrimonio homosexual. Pero, la gran diferencia de este nuevo ciclo político es
que el PP no tenía nada que perder en Catalunya. Y Sánchez es muy consciente
que sin Catalunya él nunca podrá ganar unas elecciones en España. El nuevo
presidente no lo tiene fácil, pero igual tampoco lo tiene tan difícil como
algunos vaticinan”.
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