En marzo del año pasado,
el grupo Unidos Podemos volvió a sorprender a todos en el Congreso de los
Diputados cuando lanzó su propuesta de votación consistente en sustituir todas
las vallas publicitarias míticas del toro de Osborne repartidas por España, por
unas nuevas con la figura de La Vaca que Ríe.
“Creemos que ha llegado
la hora de dejar atrás lo antiguo, lo rancio, que representa el toro de
Osborne, por una figura más moderna, con color, con una risa, porque España necesita
reír, después de los recortes y la austeridad, necesitamos símbolos nuevos”.
Con estas palabras, Pablo Iglesias se dirigió a los diputados mientras el
murmullo crecía y crecía. “La propuesta además no le cuesta un duro a los
españoles porque hemos llegado a un acuerdo y la empresa de los quesitos nos va
a pagar todos los gastos del cambio, así que murmuren, murmuren, que se les
acaban las excusas”.
Pablo Casado subió al
estrado a replicar y fue rápido: “Me va usted a perdonar el lenguaje, señor
Iglesias, pero no hay mejor símbolo para España que los cojones del toro, y el
toro no se toca”. Su réplica fue seguida de una atronadora ovación de la derecha
franquista en la que destacaron los aplausos de Albert Rivera, al que se le
escapó un ‘¡Bravo!’. Ocho meses más tarde, ahí siguen el toro y sus cojones en
una España franquista hoy no menos acojonada pero sí más enfrentada a otros
símbolos que la representen de verdad.
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