En su primer día como
presidente del Brasil, Jair Bolsonaro, un capitán en retiro que asumió el cargo
presidencial, aprobó una serie de medidas que ponen en jaque el cumplimiento de
los derechos humanos en el país latinoamericano. Firmó una serie de decretos
que van desde bajar el salario mínimo por debajo de lo acordado, la exclusión
de las personas LGTBIQ+ de las políticas de derechos humanos o delimitar las
tierras de los indígenas. Igualmente, planteó posibilidad de asentar una
política de “armas para todos”. El reciente presidente del gigante sudamericano
nunca ha ocultado la poca simpatía que siente por los indígenas. Bolsonaro
llegó a afirmar que “un gran problema que tenemos aquí, y que tiene que ser
visto con bastante cautela, es que las políticas indigenistas y ambientales no
trabajan en pro de Brasil, trabajan en pro de intereses extraterritoriales”;
además de recalcar que quiere “integrar el indio a la sociedad” para que “sea
igual a nosotros”. Bolsonaro arrebató a la Fundación Nacional del Indio (Funai)
su poder para transferirlo al Ministerio de Agricultura, quien podrá a partir
de ahora, delimitar y definir cuáles son las tierras indígenas brasileñas. Este
hecho supone que actividades prohibidas, como la minería, podrán estar
abiertas. Una situación que pone en riesgo, tanto a la población que habita
dichas tierras, como a la fauna y la flora.
El presidente ultraderechista,
además, redujo el salario mínimo de los brasileños. Si el gobierno saliente de
Michel Temer lo había presupuestado en 1006 reales (227,18), el nuevo Ejecutivo
pretende bajarlo a 998 reales (225,87). Cuarenta y ocho millones de brasileños
reciben este salario mínimo y se verán afectados por los reajustes del flamante
Ejecutivo. Por otro lado, acorde a su abierta postura homofóbica y transfóbica,
Bolsonaro cerró la Secretaría de Educación Continuada, Alfabetización,
Diversidad e Inclusión (Secadi), creada por Lula da Silva, en 2004. Asimismo,
el nuevo ministerio de la Familia, Ciudadanía y Derechos Humanos, comandado por
la pastora Damas Alves, una ultra evangélica, excluyó a todos los miembros de
la comunidad LGTBIQ. Cabe destacar que Bolsonaro declaró que prefiere ver morir
a un hijo en un accidente de tráfico a que esté “con un bigotudo”. En este
sentido, aconsejó, si un hijo “empieza a ser 'gay’”, darle “una buena tunda”
para corregirlo. A su juicio, “el 90% de los hijos adoptados por (parejas de
hombres) van a ser homosexuales y se van a prostituir”.
Sus seguidores esperan
que reduzca la burocracia y reactive la economía, enfrente la violencia de los
narcotraficantes y dirija un gobierno libre de sobornos. Otros, por le
contraído, temen que provoque un baño de sangre al aumentar la disponibilidad
inmediata de armas y al desmantelar las victorias sociales de las minorías.
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