Sesión constitutiva de la XIII Legislatura del Congreso de los Diputados. Foto de Dani Cago
Los diputados de Vox, copando los primeros puestos del Congreso.
Observé ayer con asombro
y curiosidad las primeras escenas que las distintas televisiones nos ofrecieron
del nuevo Congreso de Diputados. Vi un tanto sorprendido el ‘show’ de los
diputados de Vox, sentados en el sitio habitual del PSOE y ocupando el lugar
del Gobierno horas antes de iniciar las nuevas Cortes. Vi a una
recién elegida presidenta y a los miembros de la Mesa de la Cámara, prometiendo
y jurando el escaño, y a unos diputados procesados hacerse las estrellas del
momento. Escuché la forma de protestar de los diputados de la derecha que no
querían oír las palabras de los 15 de ERC, los 7 de JxCat y los 4 de EH Bildu. Distinguí
claramente el tono bronco del partido de extrema derecha, golpeando la mesa
cada vez que un diputado acataba el cargo en catalán o euskera e impidiendo de
esta forma que se les escuchara. Y vi a Oriol Junqueras moviendo los labios
mientras decía sin que se le escuchara: “Desde el compromiso republicano, como
preso político y por imperativo legal, sí prometo”. Algunos prometieron: “Por
la libertad de las presas políticas y exiliadas, por la República, sí prometo”.
Otros, en su caso los 4 diputados de EH Bildu, prometieron el cargo “por
imperativo legal y hasta que establezca la República vasca”…
Los repetidos golpes,
abucheos y gritos dificultaron la audición de los acatamientos de los
parlamentarios procesados. Algún diputado republicano hizo mención al “mandato”
del 1 de octubre y al pueblo de Catalunya, en referencia al referéndum ilegal
de independencia de 2017. Pero a ninguno de ellos pude escuchar con claridad lo
que decía debido a la protesta y pataleo de la extrema derecha que no lo
permitió. El feo espectáculo que ofreció ésta desdibujó el acto en el momento
en que los diputados de ERC, del JxCat o de EH, acataban la Constitución, prometiendo
o jurando el escaño. Y eran contestados con furia y enfrentamiento por parte de
sus adversarios ideológicos cuyas protestas me recordaron más el show de un
patio de colegio, con abucheos de todo tipo y reproches entre rivales
políticos.
Los diputados del grupo
ultraconservador no dejaron de golpear sus escaños cada vez que los
parlamentarios catalanes tomaban la palabra e impidieron el normal desarrollo
del acto de acatamiento de la Carta Magna. De esta manera, los 24 diputados de
Vox estrenaron su estrategia parlamentaria, tratando de boicotear el
acatamiento de la Constitución de los parlamentarios catalanes, en especial de
aquellos que se encontraban en situación de prisión preventiva a raíz del
juicio del “procés”.
Por su parte, Albert
Rivera, líder de Ciudadanos, cobró protagonismo, pasando por encima de Casado para
quien la sesión constitutiva fue “bochornosa y una vergüenza nacional que el PP
no puede tolerar”. A su juicio, “no se merecer la Cámara ni la historia de
España”. Rivera protestó airadamente y exigió que las fórmulas esgrimidas por
los diputados independentistas no fueran tenidas en cuenta. Y denunció la forma
de acatar la Carta Magna de los diputados catalanes. “Se ha permitido que se
hable de presos políticos en esta Cámara. España es una democracia. Le pido que
actúe. La Mesa debe actuar de inmediato y suspender automáticamente a los
presos”, espetó a la presidenta del Congreso, que ya esperaba esta trifulca.
Esta le recordó que el Tribunal Constitucional ya sentó jurisprudencia respecto
a esta polémica, permitiendo que se empleasen las fórmulas deseadas libremente
por cada diputado. A la salida del Hemiciclo, los portavoces de los partidos
políticos han ofrecido su visión sobre lo ocurrido, y una vez más, las
reacciones fueron enfrentadas, como parece que será el resto de la legislatura.
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