En cientos de carteles
electorales de Borja Sémper, candidato del PP a la alcaldía de la capital
guipuzcoana, colgados por toda la ciudad, no hay ni rastro del logo del PP ni
ninguna referencia al partido más allá del color azul en el que está escrito el
mensaje del alcaldable donostiarra. Ni siquiera aparece la marca en sus vídeos
electorales. Tampoco se ven las siglas de los populares en los carteles del
candidato a la alcaldía de Badalona (Barcelona), Xavier García Albiol, en los
del de Málaga, Francisco de la Torre o en las candidaturas de otras ciudades
más pequeñas como Boadilla del Monte (Madrid). Algunos de los principales
candidatos populares tratan de desligar así su campaña de la marca para evitar
ser arrollados por la ola de la derrota que ha perseguido al partido en las
últimas citas electorales.
La ocultación de las
siglas ha sido, según explica el pasado domingo Íñigo Aduriz en Eldiario.es, un
fenómeno que se ha repetido en los últimos años sobre todo en los dos grandes
partidos, PSOE y PP, cuando, coincidiendo con el declive del bipartidismo y el
surgimiento de nuevas fuerzas políticas, candidatos de ambas formaciones han
tratado de sortear así las crisis de credibilidad y confianza que afectaban a
sus marcas electorales. En la campaña del 2004. El entonces secretario general
del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, sustituyó el logo del partido por las
siglas ZP. También en las municipales de 2011, cuando “en todos los sondeos, se
auguraba una victoria del PP”, los socialistas intentaron que la marca
desgastada tras los gobiernos de Zapatero “no perjudicara a los candidatos”,
retirándola de sus carteles electorales o sustituyendo las siglas por el nombre
'Socialistas'. Es lo que están ahora haciendo en el PP con algunos candidatos
muy bien considerados, pero con la marca muy dañada.
Carmen Lumbierres,
profesora de Ciencia Política de la UNED, vincula este fenómeno “con el
movimiento de la vuelta a lo pequeño, bien sea al nacionalismo autonómico,
provincial o local. Ante todo, el territorio y luego el partido. Primero San
Sebastián, o Badalona”, explica lo que dicen ahora los candidatos populares. Como
un ejemplo cercano Lumbierres cita también la campaña de la expresidenta de la
Junta de Andalucía Susana Díaz para las últimas elecciones autonómicas, tras
las que, finalmente, no pudo revalidar el gobierno por la suma de las tres
derechas (PP, Ciudadanos y Vox). “Desapareció el logo y el color rojo, todo era
verde y en todas partes se podía leer la palabra Andalucía”, recuerda. En ese
caso, apunta, Díaz trataba de marcar distancias con la dirección estatal del
PSOE de Pedro Sánchez, cuya vinculación consideró que podía perjudicarle por,
entre otras políticas, el diálogo iniciado con la Generalitat catalana y las
fuerzas independentistas. “Ocultar las siglas es la manera lógica de actuar
sobre todo cuando hay discrepancias fuertes con la dirección del partido”,
señala Lumbierres, poniendo como ejemplo el caso de Díaz el de Borja Sémper,
crítico con el giro a la derecha y el acercamiento a Vox emprendido por Casado
en el PP desde su triunfo en las primarias, o de Paco de la Torre, que en el
proceso de sucesión al frente de su partido se manifestó a favor de la rival
del hoy líder popular, la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.
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