Juan Tortosa, en el
artículo “Las horas pasan y los fachas se desesperan”, recuerda que a la
derecha ultramontana le va a costar digerir que quienes hasta hace poco estaban
protestando en las calles, reclamando un cambio en la manera de hacer política,
puedan, a partir de ahora, andar representándonos por medio mundo con una
bandera y un himno que ellos consideran solo suyos. “Ese gobierno inédito
-dice-, partirá con un programa amplio y sólido, pensado para mejorar la vida
de la mayoría, un ejecutivo que tendrá que adoptar medidas también inéditas con
las que desarmar los vaticinios de tanto agorero desaforado. De tanto gamberro
y vocinglero dedicado a poner a diario el grito en el cielo y que, si se consuma
la coalición, no tendrá reparo alguno en elevar el listón de los ataques
haciendo el mayor ruido posible y obligando al gobierno a defenderse de
patrañas que le robarán mucho tiempo del que necesitan para hacer el trabajo
para el que han sido elegidos.
“Quienes atacan con saña
el gobierno de coalición que puede formarse lo hacen porque temen su solidez.
Saben que quienes ocuparán las carteras en nombre de Unidas Podemos no son, ni
mucho menos, cuatro indocumentados. Saben, además, que, por primera vez,
quizás, podrán levantarse según qué alfombras que llevan lustros pegadas al
suelo y que, si eso se hace, puede que acabemos conociendo según qué cosas que
quienes ocuparon el poder hasta ahora nunca quisieron que conociéramos. Ese es
uno de los mayores miedos que tienen, que ha llegado el momento de pasar la
ITV. Por eso se envuelven en la bandera de todos como si fuera exclusivamente
de su propiedad, por eso ladran insensateces y llaman sin pudor a la rebelión
de jueces, políticos y militares.
“Destrozaron España y
siguen empeñados en continuar haciéndolo. Y en el colmo de la ironía, acusan de
querer romperla a quienes aspiran a poner un poco de esperanza en tanto
desencuentro. Porque ¿cómo se puede romper lo que ya está roto? Lo que hay que
hacer es recomponerlo, y para eso hace falta mucho trabajo y tiempo. Dos cosas
que los ultras, con la ayuda de la Iglesia y de tantos otros poderes que
intuyen su pérdida de influencia, no quieren que el nuevo gobierno tenga ni en
broma. Las horas pasan y los fachas se desesperan. El suspense, hasta el último
minuto, será inevitable”.
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