Darío Porras escribía el
pasado domingo en ElNacional.cat la visión que tiene la
escritora Rosa Montero sobre el emérito Juan Carlos I. “El rey –dice –continúa
fugado en un paraíso destornillándose a la cara de los españoles a los que
durante muchos años reinó creyéndose por encima del bien y del mal. El emérito
sigue haciendo méritos para ser considerado un apestado con su actitud abyecta.
Pero en España hay quien sigue riéndole las gracias y dedicándole trajes de
saliva hechos a medida. No así Rosa Montero. La escritora española, autora de
alguna de las obras más emblemáticas de la literatura de este país de las
últimas décadas y premio nacional de las letras españolas, ha concedido una
entrevista para el diario Público donde no se ha mordido la lengua. De hecho,
se le ha entendido todo. Preguntada por la figura del monarca, Montero no ha
ahorrado calificativos lapidarios. Un destrozo como no se recuerda hasta la
fecha. A él y a los medios que han callado de manera miserable durante tantos y
tantos años: ‘Es un personaje trágico, que va a pasar a la historia de una
manera tan vergonzosa. Y, verdaderamente, se sabía de todo de Juan Carlos, y se
publicó en Interviú, y en libros. La sociedad vivía de espaldas y digamos que
los grandes medios tampoco perseguían esas noticias. Estábamos metidos en otras
guerras o en otros, digamos, principios. Pero vamos una vergüenza’. La
escritora suelta su capacidad con la lengua española para definirlo de muchas
maneras: ‘Ha sido, no sé cómo decirte, un tipo zafio y grosero en general en
sus maneras de vivir. Y encima, cazador’. Montero, además, considera un ‘escándalo.
Tenemos que ir adelante hasta el final’, el hecho de que se siga entorpeciendo
la comisión de investigación sobre sus negocios y que se le siga protegiendo
desde según qué instancias.
Montero acaba de publicar
nueva novela, “La buena suerte”, pero en España hará falta mucho más que suerte
para cambiar una situación vergonzosa que hace tiempo que se arrastra: “Hace
décadas que se debería haber hecho un referéndum sobre nuestro sistema de
jefatura del Estado. Y ya estamos tardando muchísimo en hacerlo. Y es de esos
polvos posteriores –insisto– a la transición, de dónde vienen estos lodos.
Demoledor”.
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