Ignacio Aguado es alguien
que se diluye cuando tiene que ejercer. Así lo ve Antonio Maestre en su
artículo “Paniaguado”, publicado el sábado pasado en Eldiario.es que hoy
reproducimos: “Cuando hay que pasar a la acción se disuelve como un azucarillo.
Alguien con miedo a levantar la voz cuando al que se dirige tiene más poder que
él. Ni marcándole el camino uno de los suyos dimitiendo es capaz de sacar
coraje y ganar algo de dignidad, aunque sea a sus propios ojos. La acción
política de Ignacio Aguado es homeopática. Aguachirri en cualquiera de sus
acepciones. Un café de achicoria transparente que provoca una deposición fecal
en estado acuoso, que es la segunda acepción del aguachirle.
“El vicepresidente se
cree un archipámpano pero no es más que un paniaguado. Un perfecto ejemplo del
paniagudismo patrio que tantos réditos ha proporcionado a los de su estofa.
Porque, como decía José Pijoán, estos especímenes están en el cargo para dejar
correr el sueldo y, mientras el sueldo corra, el paniaguado se parapeta. Seamos
concretos, ¿para qué sirve el vicepresidente?
“Su cargo es meramente
accesorio. No sirve para nada. Escribe tuits anunciando acuerdos que su
Gobierno rompe un día después. Se queja por la judicialización de la guerra
entre el Gobierno del que forma parte y el de la nación y un día después se
presenta un recurso en la Audiencia Nacional. Es un perfecto paniaguado,
alguien que no cuenta ni para sus propios compañeros. Un perfecto don nadie
incapaz de influir ni aun siendo el número dos de un Gobierno de coalición que
precisa de su voto para subsistir. Si en esas condiciones su opinión no cuenta
tendría que aceptar las señales. Aguado es también portavoz del Gobierno. Un
cargo que sirve para comerse los marrones y ocurrencias de su jefa sin ser ni
siquiera informado. Ha aprendido a tragar fuerte y enseñar la nuez, algo que
siempre viene bien teniendo las manos tan blandas.
Y Antonio Maestre
concluye:“Decía Julio Caro Baroja que una de las mejores maneras que había para
triunfar en la vida pública era ser un ignorante lleno de osadía o un
paniaguado de los que en la Universidad llamaban ‘hijos de papá’. Son todas
formas válidas de definir la actitud de estos días que se ha hecho carne en
Ignacio Aguado”.
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