En los años sesenta, la
población balear era entonces de 445.000 habitantes y el turismo ascendía a
400.000 visitantes. Sesenta años más tarde, la población balear es de 1.170.000
habitantes y el turismo llega a 16.400.000 visitantes. En 6 décadas, la población
casi ha triplicado y el número de turistas que visitan las islas se ha
multiplicado por más de 50. Un turismo ha venido acompañado de un crecimiento
demográfico muy acelerado con consecuencias medioambientales, sociales y
económicas para el archipiélago que no siempre fueron positivas. Es decir, que
la riqueza dada por la explotación del sol y el mar no ha sido infinita ni ha
creado riqueza y bienestar entre todos, sino también pobreza y miseria entre no
pocos.
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