El redactor, Javier Cid, entrevista
en El Mundo al líder de la oposición española, Alberto Núñez Feijóo, y consigue
rematar la faena sin preguntarle prácticamente nada. Aníbal Malvar confiesa, en
un artículo en Público, que conoce a Javier desde que empezó de becario y que es
talentoso, rápido y siempre bien humorado, tanto en su vida como en su
escritura. “Pero, en esta ocasión -asegura- sufrí leyendo su texto como solo se
sufre cuando imaginas a un poeta redactando contabilidades. Qué aburrido es
Feijóo, o qué aburrido quiere parecer, tanto en lo político como en lo humano,
íntimo y personal”.
“Dicen las malas lenguas,
incluso dentro del PP, que no se esperaban tanta grisalla intelectual del
gallego, y que intentan apartarlo de foco lo más posible para que conserve ese
aura de buen gestor que diseñó la muy dócil prensa gallega. No deberían
preocuparse tanto los conservadores. Sus votantes son fieles y disciplinados.
Votan por inercias divinas, sin importar la calidad del candidato, el programa
o las avalanchas de corruptos con que satura el partido los juzgados. Son como
las beatas que acuden puntualmente a misa, aunque el cura les caiga mal o abuse
de sus hijos. Y no se tome este símil como menosprecio a ese voto, que es tan
de agradecer como cualquier otro para un demócrata. Tan válido y tan
respetable. Infravalorar el voto por fe es necedad política. Otra cosa es que
ellos no piensen lo mismo de los votantes contrarios, a quienes estos años han
reprochado el que votaran un gobierno ilegítimo. Su fe consigue convertir el
oxímoron en una de las bellas artes, independientemente de su solidez
intelectual. No hay que pedirle peras al olmo ni galileos a las inquisiciones”.
“Pero, por si acaso la fe
no fuera suficiente, nuestros viejos periódicos ya van preparando su alfombra
roja de halagos, hipérboles y besamanos, que siempre lucen muy bien. Hasta que
Feijóo abre la boca. Y lo más importante que nos sabe relatar de su tardía
experiencia como padre es que acostó esa noche a su niño y este le contó que
había metido dos goles. Es que no se puede ser más soso, Alberto. Como la
maldad de Javier Cid es incontinente, hay un momento en que nos regala un
resplandor de tensión cinematográfica que alumbra por un segundo el yermo
páramo de este texto insustancial. Es cuando el reportero utiliza la expresión ‘ya
metidos en harina, ‘preguntamos a Feijóo por este asunto’. Xa metidos en
fariña...”
Pero Aníbal Malvar nos
aconseja no hacerse ilusiones ni correr semidesnudos a comprar El Mundo al
quiosco. “A pesar de que sería un buen título para una entrevista sobre su
amistad con Marcial Dorado, nada se pregunta sobre eso. Ni sobre los contratos
que Feijóo, siendo número dos ejecutivo de la Consellería de Sanidade de la
Xunta, firmó con su amigo Marcial Dorado para que el narco vendiera su gasóil a
los hospitales gallegos. Ni sobre la divertida y emocionante historia de cómo
esos contratos se quemaron accidentalmente en un instituto de FP de Vigo, así
que nunca se podrá investigar si Dorado blanqueó su dinero sucio con ayuda
involuntaria o voluntaria de Feijóo. Hay que tener en cuenta que todo esto
sucedió después de que Dorado ya hubiera estado bajo foco judicial en la
operación Nécora. ¿Pero, a quién le importa nada de todo esto? Lo importante
son los dos goles del niño de Feijóo. Que no consiguiera el hat-trick es tema
que ya desvela a España. Os dejo. Me voy a llorar a la facultad de periodismo
más cercana”.
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