Javier Aroca cuenta en
Eldiaro.es que don Ramón Tamames se va a presentar como candidato en una moción
de censura, ahora que ha aparecido tras haberse esfumado, dicen, por el
escotillón. “Coincidí con don Ramón años antes de su desaparición, en Sevilla.
En el Centro de Documentación Europea de la Universidad Hispalense, donde me
dedicaba a cosas de investigación, organizamos unas jornadas, y vino. Lo
recuerdo afable, culto y dado a enseñar, enciclopédico. Él fue el que me
descubrió la importancia de las rociás nocturnas en el valle del bajo
Guadalquivir aún en tiempos de sequía. Entonces se dedicaba al agua. Ahora ha
aparecido y dicen de él cosas terribles. Era comunista, como otros muchos que
ahora no parece que lo fueron, como si haber sido comunista y no serlo ahora
fuera extraordinario, o fuera peor que afirmar ser socialista y no serlo. O ser
franquista y alardear de liberalismo”.
Como es mayor, Aroca siente
simpatía por algunos viejos y poca o ninguna por muchos jóvenes. “No es la
edad. Habrá, debe haber, mejores argumentos que ese, nos lo podemos permitir.
Estamos en una locura bélica conducidos por un señor octogenario, que dice
presentarse a la reelección. También los católicos tienen un papa más allá de
Joe Biden y mantenemos a un rey en Abu Dabi que seguiría siendo rey, a pesar de
su edad, si no fuera fácil de gatillo. También dicen de él no sé qué del tinte
del pelo, en un país en donde los peluquines, los peliteñidos, los jóvenes
turcos, sólo revolucionarios capilares, triunfan en el fútbol, las artes, el
periodismo o la política. No, debe haber mejores argumentos, nos lo podemos
permitir”.
“Don Ramón se va a
presentar como candidato en una moción de censura, ahora que ha aparecido
después de haberse esfumado, dicen, por el escotillón. Son las cosas de la
democracia y la Constitución. La moción de censura es un mecanismo
constitucional que se aplica y, a veces, da buenos resultados, que vale incluso
para los nazis y falangistas que se sientan en el Congreso porque otros de su
misma ideología los han votado; ello a pesar de que añoran un régimen en el que no se votaba y a su caudillo no se
le podía censurar, so pena de paredón o tener que huir por el escotillón. Alguna
gente me comenta indignada que se podría dar el caso de que, dada la
caserización del parlamentarismo español, don Ramón fuera presidente. Pues sí,
pero también podría darse que, mediando desgracias no parlamentarias, Froilán
Marichalar Borbón fuera Rey de España. Así hemos constituido esto, es la
Transición”.
Javier Aroca termina
reconociendo que “ya lo tiene claro, que don Ramón, antes comunista como otros,
lo que quiere es retumbar y, de camino, reírse. Y qué mejor que esa cámara de
resonancia, a manera de botija, que es el Congreso de los Diputados. Quizá todo
tenga que ver con que su desaparición no fuera voluntaria, algo que tampoco vio
el inspector Santoro”.
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