La reforma laboral nos
iba a traer la ruina, iba a aumentar el paro y España se iba a romper en tres. El
impuesto a la banca iba a ser perjudicial para los pobrecitos bancos, esos que
tratan tan bien a sus clientes. Pero esta semana España ha alcanzado su récord
histórico de trabajadores. Y hemos sabido que la gran banca se sigue forrando
por encima de nuestras posibilidades: en concreto, han ganado 12.386 millones
en junio, un 20,2 % más.
La realidad es la que se
veía venir, que los bancos se iban a seguir haciendo de oro mientras las
familias se ahogan entre alzas del IPC y los tipos de interés. Las derechas deberían revisar su discurso
tan catastrofista porque, a este paso, ni sus más fieles seguidores se lo van a
creer.
Es evidente que la banca
tributa mucho menos de lo que debería. Y
el próximo gobierno de coalición debe abordar una reforma fiscal que haga
contribuir más a quienes más tienen.
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