La princesa Leonor junto al rey Felipe VI, la reina Letizia, su hermana la infanta Sofía y el director general de la A.G. M, Manuel Pérez López .
Aníbal Malvar así lo
escribía hace umos días en Público: “Algunos españoles son tan patriotas que no
pueden vivir sin dos patrias. No les basta con una, aunque las dos se llamen
igual. Una España a la que aman y otra España para odiar. En una presumen de
pasaporte y a la otra quieren darle pasaporte. La diferencia es tan sutil que
las dos españas se sobreponen en el mismo mapa. Es un constante dolor de cabeza
para geógrafos e historiadores. Gentes poco patriotas y de mucho malvivir que
no entienden España.
“El pasado jueves,
asistimos a una representación casi pirandelliana de nuestro carácter bifronte.
En Madrid, el Congreso de los Diputados votaba presidencia y mesa, uno de esos
trámites de la voluntad popular que da tanta pereza, y donde se decidió la
irrelevancia parlamentaria de Vox si hay legislatura. Esa es la España que los
patriotas odian. El otro escenario se claveteó en Zaragoza, concretamente en su
Academia Militar, donde la princesa Leonor, con ropa informal y arrastrando el
petate, según informaba un orgulloso ABC, ingresaba como dama cadete y empezaba
su preparación para convertirse en el mando supremo de nuestras Fuerzas Armadas,
cual dispone el 62 artículo de nuestra sacrosanta e inmarcesible Constitución.
“Su padre, el rey Felipe,
a la sazón beneficiario de las paradisíacas cuentas opacas de su papá, vestía
el uniforme militar tipo C, que es el de diario, pues el de gala creo que lo
reserva para cuando haya que invadir Gibraltar, Perejil o Catalunya. Nuestra
dama cadete lucía ‘bolso blanco colgado al hombro a juego con los vaqueros’,
que no todo va a ser vestir de guerra, por mucho que vayas a ser nombrada
capitana generala del glorioso Ejército español. Mis más atentos lectores ya se
habrán dado cuenta de que esta es la España a la que amar. La España militar,
antidemocrática y con el bolso a juego con los pantalones.
“La verdad es que, entre
Francina Armengol (que no iba a juego con nada) y la princesa soldada, yo no sé
con quién quedarme. Una me tiene el encanto de su trayectoria democrática, pero
la princesa del petate me seduce con más charme y, por supuesto, más autoridad.
Cuando pienso en Francina y Leonor, tarareo un corazón partío.
“Si yo fuera tertuliano,
podría asegurar aquí que Victoria Federica, ilustre influencer de doctorandas
sabidurías estéticas, intentó convencer a su prima de que ingresara en la
academia disfrazada de Che Guevara y con un tatuaje de un fusil felador de un
clavel portugués y revolucionario. La gorrita guevariana, me dicen mis
inventadas e informadísimas fuentes, le quedaba a Leonor de vicio, o sea. Pero
la corona española no está para modernidades, y los papás de esta mayor de
edad, pero menor de voluntad, no la dejaron. Pobre muchacha. Y las lágrimas de
Victoria Federica riegan el Mediterráneo a bordo de un yate cuyo alquiler
cuesta 5.000 euros al día.
“Si las cualidades de la
princesa Leonor son como las pintan nuestros medios monárquicos, no sería de
extrañar que, en cuanto pase la calor, la veamos liberar Ucrania de la garra
rusa escoltada por Mel Gibson, Bruce Willis y Arnold Shwarzenegger. La escena
erótica es cuando paga a los mercenarios con la tarjeta black del abuelo. Pero, si de la princesa Leonor es impensable
no soñar grandes hazañas, por su linaje, de Armengol, que es de origen vasallo,
esperamos algo mucho más simple: que, al menos, no sea como Meritxell Batet.
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