Así comentaba David
Torres hace unos días en Público: “El editorial de un periódico muy patriótico
comentaba la posibilidad de que, entre los seis mil menas que llegaron a
Canarias, alguno destacara por sus habilidades futbolísticas dentro de dos
décadas y acabara regalándonos una alegría en una Eurocopa. No había una sola
palabra sobre el hecho de que se trata de seres humanos, de niños huérfanos, de
criaturas desvalidas, sino únicamente sobre su aprovechamiento cárnico, como si
fuesen esclavos en un mercado al aire libre y los Florentinos del futuro
acudiesen raudos a palparles los muslos y comprobar su potencial para marcar un
gol. Por algo el periódico se llama El Español.
“El argumento parecía
hecho a propósito para intentar convencer a los visigodos de Vox de que
aceptaran la decisión del PP de acoger a unos pocos centenares de menas en cada
Comunidad en la que comparten gobierno. No seáis tontos, hombre, que a lo mejor
estáis desperdiciando un futuro Balón de Oro. Haced como si no fueran negros.
Ni moros…A fin de cuentas, Abascal, Buxadé y algunos otros visigodos han ido
celebrando los goles de Nico Williams y de Lamine Yamal en la Eurocopa sin
hacer mucho caso de esos ultras heavy metal que consideran que la piel blanca
es un requisito indispensable para vestir la camiseta de la selección española.
Sí, parece mentira que haya vida todavía más a la derecha de Abascal, pero no se
trata de vida inteligente, claro, y ahí están Vito Quiles y otros homínidos por
el estilo exhibiendo un racismo decimonónico en pleno siglo XXI. De cualquier
forma, el argumento futbolístico no ha funcionado y al final los visigodos de
Vox, ante esta reedición infantil de la invasión musulmana de la Península, han
cogido el cesto de las chufas y han dinamitado los gobiernos que mantenían codo
con codo con el PP.
“No ha habido manera.
Para Abascal, los menas son delincuentes en pantalones cortos y por lo tanto
hay que colocarlos en el apartado de ‘robos, violaciones y machetazos’, una
categoría donde, según él, no abundan los blancos ni los españoles de pro. Sin embargo, esta misma semana la Policía
Nacional le llevaba la contraria al publicar la lista de los diez delincuentes
más buscados de España, un top ten criminal donde, por esas cosas de la vida,
no sólo no hay ni un negro, ni un moro, sino que encima la gran mayoría es de
producción nacional.
“Más vale honra sin
barcos que barcos sin honra”, dijo Abascal después de ordenar a sus próceres
que se hicieran el harakiri, una frase que evoca la cita atribuida al marino
Casto Méndez Núñez. Han sido 347 chavales los que han provocado esta ruptura
histórica entre la derecha y la ultraderecha, una alianza que en España se
remonta a la Contrarreforma y quizá al Pleistoceno, una aleación que parecía
inmune al decoro, a la vergüenza y al sentido común. La verdad, chavales, nunca
os lo agradeceremos bastante. Sólo por eso ya merece la pena que hayáis venido,
no importa si luego no os hacéis bomberos o médicos o no marcáis ningún gol.
Y David Torres termina
comentando lo curioso que resulta que Feijóo, el moderado, haya sido capaz de
tragar de todo con tal de pillar cacho en ayuntamientos y autonomías, y que al
final el cordón sanitario contra Vox haya tenido que ponerlo Vox. “Pero más
vale España sin Vox que cualquier otra cosa. En todo caso, el harakiri es una
cosa muy seria y más de un consejero en Extremadura y en Castilla y León se
niega a abandonar el cargo, sobre todo teniendo en cuenta la fuerza de percebe
con la que Abascal lleva décadas aferrado a un sillón. Particularmente, me da
mucha pena la dimisión de Juan García-Gallardo, porque a ver qué va a hacer
ahora el hombre. Juan se presentó en una reunión de moteros sin moto, pero con
casco, y en un Campeonato Mundial de Debate por Parejas sin pareja, pero con
él. Tampoco es que corra peligro de terminar con la frase final de Rufufú, de
Mario Monicelli, quizá la comedia más ¡‘graciosa del séptimo arte: ‘¡Cuidado,
Pepe, que te van a hacer trabajar!’”.
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