miércoles, 9 de julio de 2014

“Última llamada”.

 Alagunos firmantes del manifiesto.
 
 
Unos 250 científicos, académicos, periodistas, intelectuales, activistas y políticos, entre ellos Ada Colau, Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Cayo Lara, Joan Herrera, Florent Marcellesi, Juantxo López de Uralde, Teresa Forcades, Juan Diego Botto o Yayo Herrero,  firman la “Última llamada”, un manifiesto en el que, ante el probable “colapso civilizatorio” que traerá el siglo XXI,  reclaman urgentemente un “cambio radical”. El texto del escrito titulado “Última llamada” dice que hoy “se acumulan las noticias que indican que la vía del crecimiento es ya un genocidio a cámara lenta. Y se está quebrando declive en la disponibilidad de energía barata, los escenarios catastróficos del cambio climático y las tensiones geopolíticas por los recursos muestran que las tendencias de progreso del pasado”.  El escrito, promovido por varios grupos sociales, es un llamamiento a los nuevos partidos y formaciones organizativas surgidas a raíz del “despertar de dignidad y democracia que supuso el 15M” ante la necesidad de asumir "cambios radicales en los modos de vida".

Todos ellos reivindican que ya no sirven las mismas recetas apoyadas sobre el capitalismo keynesiano, ni tampoco “los mantras cosméticos del desarrollo sostenible, la mera apuesta por las tecnologías ecoeficientes, ni una supuesta economía verde”. Exigen la necesidad de un cambio “que tenga como objetivo recuperar el equilibrio con la biosfera, y utilice la investigación, la tecnología, la cultura, la economía y la política para avanzar hacia ese fin”. Para ello, “necesitaremos toda la imaginación política, generosidad moral y creatividad técnica que logremos desplegar”. Además, recuerdan que la crisis ecológica no es un tema “parcial” que afecte únicamente a los ecosistemas o los recursos, sino que la urgencia del cambio radica precisamente en que “determina todos los aspectos de la sociedad: alimentación, transporte, industria, urbanización, conflictos bélicos... Se trata, en definitiva, de la base de nuestra economía y de nuestra vidas”.

“Una civilización –sentencia el manifiesto– se acaba y hemos de construir otra nueva. Las consecuencias de no hacer nada –o hacer demasiado poco– nos llevan directamente al colapso social, económico y ecológico. Pero si empezamos hoy, todavía podemos ser las y los protagonistas de una sociedad solidaria, democrática y en paz con el planeta". Los firmantes, que cada día son más, calculan el plaza del cambio en un lustro. Y terminan con esta reflexión: “La ventana de oportunidad se está cerrando. Es cierto que hay muchos movimientos de resistencia alrededor del mundo en pro de la justicia ambiental (la organización Global Witness ha registrado casi mil ambientalistas muertos sólo en los últimos diez años, en sus luchas contra proyectos mineros o petroleros, defendiendo sus tierras y sus aguas). Pero a lo sumo tenemos un lustro para asentar un debate amplio y transversal sobre los límites del crecimiento, y para construir democráticamente alternativas ecológicas y energéticas que sean a la vez rigurosas y viables. Deberíamos ser capaces de ganar grandes mayorías para un cambio de modelo económico, energético, social y cultural. Además de combatir las injusticias originadas por el ejercicio de la dominación y la acumulación de riqueza, hablamos de un modelo que asuma la realidad, haga las paces con la naturaleza y posibilite la vida buena dentro de los límites ecológicos de la Tierra”.

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