Alagunos firmantes del manifiesto.
Unos 250 científicos, académicos, periodistas, intelectuales,
activistas y políticos, entre ellos Ada Colau, Pablo Iglesias, Alberto Garzón,
Cayo Lara, Joan Herrera, Florent Marcellesi, Juantxo López de Uralde, Teresa Forcades, Juan Diego Botto o Yayo Herrero, firman la “Última llamada”, un manifiesto en
el que, ante el probable “colapso civilizatorio” que traerá el siglo XXI, reclaman urgentemente un “cambio radical”. El
texto del escrito titulado “Última llamada” dice que hoy “se acumulan las
noticias que indican que la vía del crecimiento es ya un genocidio a cámara
lenta. Y se está quebrando declive en la disponibilidad de energía barata, los escenarios catastróficos del cambio climático
y las tensiones geopolíticas por los recursos muestran que las tendencias de
progreso del pasado”. El escrito,
promovido por varios grupos sociales, es un llamamiento a los nuevos partidos y
formaciones organizativas surgidas a raíz del “despertar de dignidad y
democracia que supuso el 15M” ante la necesidad de asumir "cambios radicales en los modos de
vida".
Todos ellos reivindican que ya no sirven las
mismas recetas apoyadas sobre el capitalismo keynesiano, ni tampoco “los mantras cosméticos del desarrollo
sostenible, la mera apuesta por las tecnologías ecoeficientes, ni una
supuesta economía verde”. Exigen la necesidad de un cambio “que tenga como
objetivo recuperar el equilibrio con la biosfera, y utilice la investigación,
la tecnología, la cultura, la economía y la política para avanzar hacia ese fin”.
Para ello, “necesitaremos toda la imaginación
política, generosidad moral y creatividad técnica que logremos
desplegar”. Además, recuerdan que la crisis ecológica no es un tema “parcial”
que afecte únicamente a los ecosistemas o los recursos, sino que la urgencia
del cambio radica precisamente en que “determina todos los aspectos de la
sociedad: alimentación, transporte,
industria, urbanización, conflictos bélicos... Se trata, en
definitiva, de la base de nuestra economía y de nuestra vidas”.
“Una civilización –sentencia el
manifiesto– se acaba y hemos de construir otra nueva. Las consecuencias de no
hacer nada –o hacer demasiado poco– nos llevan directamente al colapso social, económico y ecológico.
Pero si empezamos hoy, todavía podemos ser las y los protagonistas de una
sociedad solidaria, democrática y en paz con el planeta". Los firmantes,
que cada día son más, calculan el plaza del cambio en un lustro. Y terminan con
esta reflexión: “La ventana de oportunidad se está cerrando. Es cierto que hay
muchos movimientos de resistencia alrededor del mundo en pro de la justicia
ambiental (la organización Global Witness ha registrado casi mil ambientalistas
muertos sólo en los últimos diez años, en sus luchas contra proyectos mineros o
petroleros, defendiendo sus tierras y sus aguas). Pero a lo sumo tenemos un
lustro para asentar un debate amplio y transversal sobre los límites del
crecimiento, y para construir democráticamente alternativas ecológicas y
energéticas que sean a la vez rigurosas y viables. Deberíamos ser capaces de
ganar grandes mayorías para un cambio de modelo económico, energético, social y
cultural. Además de combatir las injusticias originadas por el ejercicio de la
dominación y la acumulación de riqueza, hablamos de un modelo que asuma la
realidad, haga las paces con la naturaleza y posibilite la vida buena dentro de
los límites ecológicos de la
Tierra ”.
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