Permanece en calma y jode a la Troika.
A principios de esta
semana, la Grecia de Tsipras se veía obligada a dar una nueva vuelta a las
negociaciones con el Eurogrupo. Este había dado un cerrojazo y se cerraba en
banda. Los ministros de Economía
de la eurozona dieron de plazo
hasta el viernes al Ejecutivo
griego para que decidiese si pedían una nueva prórroga al actual rescate. El
plan, acordado entre el Gobierno
anterior, encabezado por Andonis Samarás, y la Troika (formada por la Comisión
Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) expira el
último día del mes de febrero. Yani Varoufakis, ministro de Finanzas griego,
repite que su Gobierno no acepta una prórroga del actual rescate por considerar
que es “parte del problema y no de la solución” y avisa al Eurogrupo de que, de un ultimátum “nunca sale
nada nuevo”. Insiste en rechazar la
exigencia del Eurogrupo de prorrogar el actual rescate. Y sólo se muestra
dispuesto a pedir una prórroga del préstamo que le concede el
Eurogrupo con un condicionante “muy concreto y preciso”. El primer
ministro griego rechaza el ultimátum, al tiempo que se muestra convencido de
que habrá un acuerdo que no implique “dar marcha atrás” a sus promesas
electorales. En un discurso ante el grupo parlamentario de Syriza, Tsipras se
muestra confiado en que la
posición del Eurogrupo acabe suavizándose, pese
a que su presidente, Jeroen Dijsselbloem, sea tajante al negar cualquier alternativa
a la solicitud de una prórroga de seis meses del “programa vigente”. Y declara
ante los suyos: “No chantajeamos, pero tampoco nos dejamos chantajear.
Trabajamos por un acuerdo sin austeridad y sin memorando, por un acuerdo sin la parte tóxica de la
troika”. Y acusa al ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schaeuble, de
perder la compostura en la reunión del Eurogrupo y de expresar palabras
socavando a Grecia. Ante la falta de liquidez y las presiones del Eurogrupo, la
administración helena admite que necesita más financiación y prevé solicitar
una ampliación del préstamo europeo de hasta seis meses.
El ministro
griego de Fianzas, Vais Varoufakis a su llegada a la reunión de ministros de
los Veintiocho.
Por segunda vez consecutiva, el Eurogrupo no
alcanza un acuerdo sobre Grecia, lo que obliga a los ministros de Finanzas de
la zona euro a dar un ultimátum a Atenas. Si para el viernes no cede, ya no
habrá tiempo para formular una extensión del rescate que garantice la financiación
a Grecia y el país quedará expuesto al riesgo de una quiebra o incluso de un
corralito bancario. De no consensuarse en esta semana, los Parlamentos europeos
no tendrían tiempo para aprobar la ayuda antes del 28 de febrero, fecha en la
que concluye el actual programa de rescate. Horas antes, el ministro de
Hacienda alemán, Wolfgang Schäuble, se lamentaba: “Lo siento por los griegos,
pero han elegido un Gobierno irresponsable. Las posiciones están muy distantes.
Y nadie quiere pegarse un tiro en el pie. Por el momento, Merckel y Tsipras
sólo se comunican a través de Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, y Juncker,
presidente de la Comisión Euroepa. Es necesario que los dos líderes entablen
una conversación directa y encuentren puntos en común”. Se dice que Varoufakis transige
un 70 por ciento de las medidas que propone la Troika. Con paso seguro, el ministro
de Finanzas griego es el último en entrar en la reunión del Eurogrupo, sin
prodigarse en los saludos típicos de estos eventos. Aguanta el tipo incluso
cuando Mario Draghi advierte de que los bancos griegos se están deteriorando
rápidamente conforme los ciudadanos y las empresas retiran sus depósitos.
Resiste con entereza mientras los 18 ministros muestran una unidad insólita y
le comunican que Grecia tiene que aceptar una extensión del programa de rescate
para poder negociar más adelante otro paquete distinto. Le permiten un poco más
de gasto y tomar algunas de las medidas prometidas por el Ejecutivo de Syriza…
Pero nada del crédito puente que le brinde tiempo a Atenas para poder seguir
negociando y rebajar las condiciones.
Varoufakis conversa con el ministro español de
Economía, Luis de Guindos, antes del comienzo de la reunión.
Las palabras de Dijsselbloem provocan que
Varoufakis se levante de la mesa. Según su propia versión, el titular de
Hacienda griego se planta en dos asuntos que considera innegociables: nada de
recortar las pensiones más bajas y nada de subir el IVA. Es más, a la salida,
declara que antes de entrar en el Eurogrupo le habían ofrecido un crédito a
cuatro meses con exigencias rebajadas. Otras fuentes aseguran que las diferencias
entre lo que le ofrece Dijsselbloem antes de la reunión y lo que finalmente se
maneja en el Eurogrupo son mínimas. Para colmo del desconcierto, Varoufakis
también anuncia a la prensa que, pese a todo, probablemente habrá un acuerdo.
Una actitud que hace preguntarse a muchos si la nueva espantada del Eurogrupo
no es sino una pose. Una mayoría de la población griega apoya a Tsipras para
que renegocie la ayuda europea. Pero, al mismo tiempo, una mayoría quiere
permanecer dentro del euro.. Varoufakis repite desde el lunes que su Gobierno no aceptará una prórroga
del actual rescate por considerar que es “parte del problema y no de la solución”
y avisa al Eurogrupo de que ignorar
la voluntad democrática de los griegos tendría
“repercusiones negativas” para el proyecto europeo. Varoufakis se muestra convencido
de que “en las próximas 48 horas” la UE logrará un buen acuerdo a partir de lo
que parece un impasse. “No tengo ninguna duda –asegura– de que las
negociaciones y las discusiones continuarán mañana y pasado y de que habrá un
acuerdo al final que será terapéutico para Grecia y bueno para Europa”. En
opinión de diversas fuentes, el Ejecutivo heleno todavía podría tensar la
cuerda y apurar hasta la fecha en la que se acaba el rescate sin un acuerdo.
Podría incluso prolongar el farol más allá y aguantar algunas semanas sin
asistencia financiera. Pero estaría jugando con fuego. “Por más que haya
episodios de alta volatilidad, en esta ocasión contamos con los instrumentos
para aplacar las tensiones”, explican fuentes cercanas al Ejecutivo español. Y,
en varias fotos podemos ver a Guindos la lado de Varoufakis, charlando distendidamente. Sin embargo, el
primero en padecer los ataques del mercado podría ser Portugal, el fiel
cumplidor que por fin retorna al crecimiento y que ahora podría verse, de
nuevo, a merced de las turbulencias financieras. Y la expansión monetaria de UE,
en ese caso, podría resultar insuficiente para calmar a los inversores porque
Francia y Alemania acaparan la parte del león al repartirse estos recursos
proporcionalmente.
Contactos telefónicos entre Tsipras y Ángela
Merkel.
Desde el principio se habían mantenido dos
posturas enfrentadas, la del gobierno heleno que afirmaba que no cruzaría las
líneas rojas que se habían marcado y la de una inflexible Unión Europea que,
tras cuatro años de exigir sacrificios sólo ofrecía dos opciones a Grecia:
continuar con los recortes o la salida del euro. El Gobierno alemán tardó sólo
unas horas en rechazar la propuesta de Grecia, formalizada en la mañana
del jueves, de prorrogar seis meses el programa de asistencia
financiera concedida por la UE, que expira el próximo 28 de febrero.
Gobierno de Ángela Merkel pidió más concesiones y
consideró insuficiente la propuesta del Ejecutivo de Alexis Tsipras,
al no ofrecer “una solución sustancial”
al problema. La negociación continuó y la amenaza de expulsión de Grecia de la
zona del euro siguió vigente. La petición griega fue examinada el jueves por
los expertos del grupo de trabajo del Eurogrupo. La decisión final debía
adoptarse el viernes, en una reunión extraordinaria, en Bruselas. Era el tercer
intento del Eurogrupo de llegar a algún tipo de acuerdo sobre el futuro del
rescate griego tras la llegada al poder de la coalición de izquierda radical en
las elecciones del 25 de enero. Las anteriores reuniones del 11 y del 16 de
febrero se saldaron en sendos fracasos. De hecho, el Eurogrupo lanzó un
ultimátum a Atenas para que solicitara la prórroga del rescate antes del
viernes. El nuevo Gobierno griego aceptó extender el préstamo pero rechazó las
condiciones contenidas en el memorándum firmado por los anteriores ejecutivos y
pidió sustituirlas por un número limitado de compromisos mientras se negocia un
nuevo rescate en los próximos meses. “Asistimos –dice El Periscopi, en una
editorial (Grecia: ¿economía o política?)– a un juego puramente político, en
donde los fuertes han demostrado quien manda y evitaron que un miserable país,
un pequeño trozo de esta supuesta Europa de los ciudadanos, consiga levantarse
con recetas distintas de la austeridad impuesta. Si esto llegase a ocurrir, el
mensaje del único camino, el de no encontrar más alternativas, se demostraría
falso ante una ciudadanía que lo ha padecido con toda su crudeza y sus
portavoces. Y aquellos que lanzan mentiras que calan entre la ciudadanía,
quedarían retratados como lo que son, los defensores de un sistema que sitúa
los intereses de unos pocos delante del bienestar y la prosperidad de la
mayoría”.
El diario
alemán “Die Welt” abrió su edición digital con el siguiente comentario: “La
valentía de los siervos del odio del sur de Europa”.
Abril de 1941: la Alemania nazi invade Grecia.
Abril de 2010: el Gobierno heleno pide ayuda financiera para
evitar una suspensión de pagos. Dos
sucesos separados por unos 70 años y sin aparente vinculación pero con un nexo
que ha sobrevivido al paso del tiempo y a las barbaries: los préstamos firmados
entre germanos y griegos. Alemania de los cuarenta le debe dinero a Grecia y,
según algunos cálculos, podría suponer casi el doble de lo que los griegos
adeudan ahora a sus socios europeos. En 1960, Alemania pagaba a Grecia 115
millones de marcos, tras uno de los 12 acuerdos de indemnización que firmó con
naciones occidentales. Sin embargo, Atenas ha dicho que siempre consideró ese
dinero como un pago inicial y que el resto de sus reclamaciones serían
discutidas después de la reunificación, que finalmente ocurrió en 1990. El
Gobierno de Syriza defiende que para poder empezar a recuperar el país es necesario
un nuevo acuerdo con los acreedores. Bruselas se cierra en banda y se niega
a cambiar sus reglas del juego. Curiosamente, la deuda de la Alemania nazi con
Grecia supera lo que Merkel y la UE reclaman hoy en Atenas. Tsipras renovó la
reclamación de reparaciones de guerra por la brutal ocupación de su país
bajo el nazismo, que Berlín nunca ha querido asumir. La deuda histórica de
los germanos con los griegos es mayor (incluso duplica) la de Atenas con la UE
y el FMI, según cálculos de economistas e historiadores. El Gobierno alemán
afirmaba el pasado lunes que había “cero” posibilidades de pagar una
indemnización a Atenas por la Segunda Guerra Mundial. La invasión de Grecia por el Tercer Reich, entre 1941 y
1944, costó la vida a más de 300.000 griegos. Además, tuvo un alto
coste económico: saqueo de cosechas, fábricas, patrimonio histórico y
–sobre todo– los créditos forzosos que suscribieron los tres gobiernos títeres
que Hitler colocó en Atenas. Trasladado a euros, esa factura superaría
los 160.000 millones, una cuantía muy superior a los 70.000 millones que
Grecia debe a Alemania, uno de los principales acreedores de la deuda
griega. Muchos griegos culpan a Alemania de la austeridad a la que su
país está sometido. Pero Alemania, como líder indiscutible de la política
comunitaria, acude a los diferentes encuentros de los ministros de Finanzas de
la eurozona con una posición firme: no a una quita de la deuda; no a
renunciar a la austeridad, mientras, las calles griegas ofrecen una
imagen “casi de posguerra”. La cita en Berlín entre el encargado de las
finanzas alemanas, Wolfgang Schäuble, y su homólogo griego, el descorbatado
Yanis Varoufakis, refleja el desacuerdo entre los dos países que miran hacia lados opuestos. El nuevo
Ejecutivo heleno está ahogado por una deuda que alcanza ya el 185% del PIB griego. El alemán, sin embargo, no perdona ni
un céntimo de un programa de “ayudas” montado a su antojo. Pero, realmente,
¿quién debe a quién?
El jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.
El pasado martes, Gavriil Sakelaridis, portavoz
del Gobierno griego, rechazaba el ultimátum impuesto por el Eurogrupo y
aseguraba que no firmaría una prórroga del memorando “ni con una pistola en la
sien”. Sakelaridis insistía en que “el Gobierno griego se ha comprometido a un acuerdo
mutuamente beneficioso” y demostraba que
estaba buscando “un terreno común para dar una solución común”. En
términos similares se expresaba, desde Bruselas, el ministro de Finanzas, Yanis
Varoufakis, quien se mostraba optimista de que, en las “próximas 48 horas”, se
podrá llegar a un acuerdo. Antes de entrar a la reunión del Ecofin (los
ministros de Finanzas de los 28 países de la UE), Varoufakis, dijo que el siguiente paso que debe darse
tras el ultimátum es el “responsable” y confió en lograr un acuerdo “muy bueno”
para el europeo medio. Por su parte, Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo
reiteró el mismo mensaje del lunes al insistir en que Grecia debería pedir una
prolongación del programa de asistencia financiera y en que la pelota estaba en
el tejado griego. “Espero –recalcó Dijsselbloem– que pidan una prolongación del programa, y
una vez que lo hagan podremos permitir flexibilidad dentro del programa donde
podrán introducir sus prioridades políticas”. El ministro holandés rechazó
contestar preguntas hipotéticas sobre qué puede ocurrir si Grecia no aceptar
solicitar la prolongación y se
limitó a reiterar que “solo les digo lo que creo que sería sensato”. Grecia
señaló que la propuesta que le presentó el Eurogrupo contravenía el espíritu de
un borrador realizado previamente por la Comisión Europea, que, según recalcó
Varufakis, hubiera estado dispuesto a firmar “inmediatamente”. El ministro
griego dio a entender que tras ese cambio estaba la largo mano de Alemania.
Vencer a la Troika.
“La Troika es poco democrática, le falta
legitimidad democrática y deberemos revisarlo cuando llegue el momento”, confesaba
Juncker durante en una comparecencia ante el Comité Económico y Social Europeo,
en la que aclaraba que quiere que tanto el Fondo Monetario Internacional como
el Banco Central Europeo y la Comisión continúen en su estructura. “He
discutido con muchos interlocutores que tenían que tratar con la Troika, que me
aseguraban que se enfrentaban no a políticos sino a altos funcionarios. No
critico a los altos funcionarios, pero no se coloca a un alto funcionario ante
un primer ministro o un ministro de Finanzas o al jefe negociador de un país,
no es su nivel. Hay que poner en frente a un comisario o a un ministro que tenga
la autoridad del Eurogrupo. Hemos pecado contra la dignidad de los pueblos,
especialmente en Grecia y Portugal y, muy a menudo, en Irlanda. Parezco
estúpido al decir esto, pero hay que sacar las lecciones de la historia y no
repetir los mismos errores”. El político luxemburgués eludió decir nada sobre
la situación en Grecia, alegando que está en “negociaciones” con el Gobierno de
Atenas, aunque recordó que la cuestión se había discutido “durante horas” en el
colegio de comisarios. Y criticó que la anterior Comisión de José Manuel Durao Barroso “no se hablaba en absoluto” de
Grecia porque “se fiaban ciegamente de la Troika”. Juncker indicó que sus
críticas a la Troika “no restan nada a la necesidad que hay de consolidar a
corto, medio y largo plazo nuestras finanzas públicas porque no podemos vivir a
expensas de las generaciones futuras” ni a “la necesidad de emprender reformas
estructurales que aumenten el potencial de crecimiento de Europa”.
El
Presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, declaraba el miércoles ante
los periodistas que “hemos pecado
contra la dignidad de los pueblos, especialmente en Grecia, Portugal e
Irlanda”. La frase de Juncker era una bocanada de oxigeno al ejecutivo griego, para que Syriza y el presidente Tsipras no regresasen a su país
humillados. Lo importante, más que la humillación, es que Grecia cumpla
lo acordado y pida una prórroga del rescate. Conseguido eso, a Varoufaquis le
lloverán las flores, los euros con las condiciones que diga Alemania. Al mismo
tiempo que Juncker entonaba el “mea culpa” sobre la dignidad, el Banco Central
Europeo (BCE) lanzaba la segunda bocanada de oxigeno a Grecia, y lo hizo como
lo hace todo Draghi, con la equidistancia justa para no asfixiar
pero al mismo tiempo para presionar. Los bancos griegos se han quedado
sin dinero ante la fuga de capitales masiva del país, lo que aboca al gobierno
griego a imponer un corralito en días. El BCE pudo cerrar la línea de liquidez
de emergencia para la banca griega y precipitar así la elección entre rescate o
salida del euro, pero concedió 3.000
millones de euros. La cuestión es que los bancos griegos pidieron 10.000
millones. Así que “súper Mario” lanzó la señal: te mantengo el oxígeno mientras
negocies. Y el presidente Obama, pese a sus primeras declaraciones a favor de
más ayudas y menos recortes en Grecia, se inclinaba a favor de la UE, sobre
todo cuando, hace quince días, Ángela Merkel visitaba Estados Unidos y, aunque
no trascendía a la prensa lo que precisaron sobre Grecia, lo cierto es que
hablaron. Hoy, gobierno griego no puede decir que tenga a Estados Unidos de su
parte, sobre todo cuando, en las últimas 48 horas, los norteamericanos presionaron
al ejecutivo griego para que cerrase el acuerdo y pidiese la prórroga del
rescate. Los americanos son pragmáticos y no entienden cómo para un gobierno en
suspensión de pagos una palabra (rescate) puede ser tan importante.
Cartel
frente al parlamento griego: “Merkel, sal de la UE frente al Parlamento europeo”.
El jueves, Merkel y Tsipras intentaron
desbloquear las negociaciones con una llamada telefónica a la desesperada que
duró casi una hora. El presidente francés, François Hollande, el italiano,
Renzi y el presidente del eurogrupo, Jean Claude Juncker también mantuvieron
conversaciones telefónicas con el primer ministro griego. Prosiguieron las
discusiones al más alto nivel en un intento de limar posiciones de cara a la
reunión del Eurogrupo que tenía lugar el viernes, en Bruselas, con la misión de sellar, por fin, el
acuerdo de rescate de Grecia. Pese a su actitud díscola, el Gobierno heleno, con el lamentable estado de sus
cuentas públicas y la pérdida de depósitos que sufrieron sus bancos, estaba obligado a claudicar y a
formalizar por carta la petición de asistencia financiera a la UE. Sin
embargo, los alemanes respondieron
enseguida que la petición era un ‘caballo de Troya’,
que no se fiaban de los griegos y que bastaban con tres puntos en su carta: pedir
la extensión del rescate, comprometerse a cumplir con todas y cada una de las
medidas impuestas por el actual rescate y no acometer ni un solo cambio a menos
que lo hubieran negociado. Tsipras apeló a Merkel, quien demostraba ser un poquito
más blanda que Schäuble con los griegos y más alérgica al riesgo. No en vano,
hace menos de tres años ya decidió salvar a Grecia contra el criterio de su
ministro de Finanzas. En Berlín dudaban de la voluntad de Syriza de implementar las
reformas, una vez se hubiese firmado el nuevo
paquete de salvamento. Un 54 por ciento de los germanos consideraba
impertinente la actitud de Tsipras y Varoufakis. Y un 41 por ciento los veía
como a unos ingenuos. Pero los griegos no desistieron y, en su misiva dirigida
a las instituciones europeas, pretendieron tomar el dinero en unas condiciones algo suavizadas. De cara
al electorado doméstico, aspiraban a llamarlo crédito puente en lugar de
extensión del rescate, y su rechazo de la Troika no les liberaba de la inspección
exhaustiva del FMI, del BCE y de la Comisión Europea. Otra dosis de Troika por
mucho cambio del nombre que se impusiese. Syriza se resistía en las
privatizaciones, aunque seguramente terminaría cediendo. Pero siguió trazando
líneas rojas como no tocar las pensiones más bajas,
no subir el IVA y no desarrollar una reforma laboral. A cambio, ofreció pagar la deuda y no
tomar medidas unilateralmente. Se comprometió a un superávit, antes del pago de
intereses, del 1 por ciento en lugar del 3 por ciento que le exige Berlín. Y
aspiró a compensar algunas de sus medidas con impuestos a los ricos y la lucha
contra el fraude. ¿Bastaría con eso para contentar a los alemanes?
El ministro de Fianzas griego, YanisVaroufakis
Para el ministro de Finanzas griego, el Eurogrupo se dejó sugestionar por los
intereses alemanes, lo que había provocado el bloqueo de una firma que él creía
cercana. Varoufakis dijo que estaba
dispuesto a firmar este comunicado y
que incluso ofreció concesiones por parte de Grecia, como no tomar medidas
unilaterales que pusieran en riesgo los objetivos presupuestarios o que tuvieran
implicaciones para la estabilidad. La única línea roja de Atenas era no aceptar
recortes en las pensiones ni aumentos de IVA. Sin embargo, el documento fue retirado por el
presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, antes del inicio de la reunión,
siendo sustituido por otro comunicado que exigía a Grecia la prórroga del
rescate a cambio de una flexibilidad que, según el ministro, nunca se concretó.
“Nuestro Gobierno fue elegido para desafiar la filosofía del programa, no
estábamos interesados en cambios cosméticos”. Según mantienen analistas y
periodistas asistentes a la rueda de prensa, Varoufakis sugirió, sin dar nombres, que el Eurogrupo,
presidido por Dijsselbloem, era un simple mensajero de los intereses
alemanes y que la orden de retirar el documento era un mandato que venía desde
Berlín. Varoufakis se mostró convencido de que “en las próximas 48 horas” la UE
“logrará un buen acuerdo, un acuerdo honorable, a partir de lo que parece un 'impasse'.
No tengo ninguna duda de que las negociaciones y las discusiones continuarán
mañana y pasado y de que habrá un acuerdo, al final, que será terapéutico para
Grecia y bueno para Europa” No obstante, el ministro de Finanzas heleno
insistió en que Atenas rechazaba la exigencia del Eurogrupo de prorrogar el
actual rescate, que vence el 28 de febrero. “Este programa es parte del
problema y no de la solución y
sería absolutamente incongruente y un acto de subterfugio prometer a nuestros
socios que vamos a completar con éxito un programa cuya lógica hemos
desafiado”. Grecia estaba dispuesta únicamente a pedir una prórroga de cuatro meses del
préstamo que le había concedido
el Eurogrupo. “Hay muy pocas cosas que se puedan hacer en cuatro meses. Así que
la condición debe ser muy concreta y precisa y nos debe permitir establecer un
terreno común para avanzar más allá de esto”, dijo Varoufakis, asegurando
que el presidente del Eurogrupo había retirado, sin motivos aparentes, una
propuesta que las autoridades griegas estaban dispuestas a aceptar. De manera
indirecta, insinuó que Berlín estaba detrás de esta decisión.
Varoufakis atiende a los periodistas a su llegada,
el viernes, a la reunión extraordinaria del Eurogrupo de Bruselas.
Los ministros
de Finanzas de la Eurozona están examinando un
texto de compromiso, que en principio ya ha sido pactado por Alemania y Grecia,
para aceptar la prórroga de seis meses que ha pedido Atenas del rescate, según
han informado fuentes europeas. El proyecto de declaración es “más corto” que la carta para pedir el
rescate que Faroufakis, ministro griego de Finanzas, enviara el jueves, y que el resto del Eurogrupo criticara
por no dejar claro que Atenas se compromete a cumplir todas las condiciones. A
su llegada a Bruselas, el ministro griego se mostró optimista sobre el
encuentro con sus socios de la Eurozona. “Espero que haya un acuerdo
y confío en que lo logremos”, dijo en declaraciones a su llegada a la reunión. “No tengo ninguna duda –declaró– de que habrá una discusión muy
colegial y esperemos que, al final, tengamos fumata blanca. El Gobierno
griego ha hecho un esfuerzo adicional, ha ido muy lejos y ahora esperamos que
nuestros socios nos encuentren, no a mitad del camino, sino a una quinta parte”.
Su optimismo contrastaba con la cautela del jefe del Eurogrupo.
Dijsselbloem indicó que “costará
algún tiempo, pero hay motivos para algo de optimismo, aunque es muy difícil”. Varios ministros, especialmente los del ala
más dura, reclamaban más “concreción” y “claridad” por parte de Grecia en la
solicitud de prórroga del crédito de sus socios, al tiempo que rechazaban
hablar de una salida de Grecia del euro y subrayaron la necesidad de
reconstruir la confianza entre las partes. Pero los ministros de los países más
moderados, como Francia subrayaron que es posible una solución porque es lo que
todos quieren. Michel Sapin, ministro galo, dijo que una salida de Grecia del
euro no era una opción: “No, la única opción es trabajar”.
Varoufakis cruza unas palabras con el ministro español de
Economía, Luis de Guindos, antes del comienzo de la reunión.
Para Luis de Guindos, la carta griega debe “perfeccionarse” para
que quede claro que Atenas pagará la deuda y cumplirá las condiciones. El
ministro español avisa de que queda “cada vez menos tiempo” por la expiración
del programa el 28 de febrero y los problemas de liquidez helenos. “Las
reglas son –remarca el responsable de Economía– que hay que cumplir los
compromisos de pago derivados de la deuda, que la extensión del programa es
global, es decir, que afecta tanto a la parte de financiación como a la parte
de los compromisos”. Y subraya que estos compromisos deben ser supervisados por
“las llamadas instituciones, antigua Troika o trío”. Hans Jörg Schelling,
ministro austríaco de Finanzas, califica de “caballo de Troya” la solicitud
griega por considerar que, en realidad, quiere una financiación “puente” sin
cumplir los compromisos asumidos bajo el programa actual de rescate. Sostiene
que la posición alemana critica “el contenido pero eso no quiere decir que no
encuentre positivo el envío de la propuesta”. Johan van Overtveldt, ministro
belga, mantiene su línea crítica al demandar “más compromiso” de Grecia, porque
su propuesta contiene “buenas intenciones, pero es poco concreta”. Michael
Noonan, ministro irlandés de Finanzas, considera que la carta de Grecia
representa “un avance significativo”, pero recalca que hay “algunas
ambigüedades” en ella “y contradicciones entre lo que se ha dicho, en Atenas, y
lo que se dice, en la carta”. Noonan recuerda que uno de los requisitos
que el Eurogrupo le puso a Grecia fue solicitar la ampliación del programa y el
otro era comprometerse a concluirlo satisfactoriamente y “es en eso en lo que
la carta no es clara”. Pierre Gramegna, ministro luxemburgués, asegura que
existe voluntad y flexibilidad por ambas partes, pero consideró “indispensable”
que los socios griegos “den garantías sobre devoluciones de pagos y de que no
tomarán medidas unilaterales”
A última hora de la tarde del viernes, el Eurogrupo aprueba, al
fin, un acuerdo para prorrogar cuatro meses el préstamo de la UE a Grecia.
Gracias a un pacto previo alcanzado por Alemania, Atenas y la Troika, que luego
es ratificado por el resto de ministros del euro, alcanzan, al tercer
intento, el acuerdo con Grecia. La
declaración debe servir para ser presentada la semana que viene ante los
parlamentos nacionales que deben ratificar la extensión del rescate griego,
como el alemán o el finlandés. De esta manera, dará tiempo a aprobar la
prórroga antes de que concluya el programa, el próximo 28 de febrero. Se trata
de una declaración “corta”, de carácter político y no técnico, elaborada
por el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, quien negoció por
separado el texto con el ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, y con
el alemán, Wolfgang Schäuble, acompañado por el comisario de Asuntos Económicos
galo, Pierre Moscovici, y la directora gerente del Fondo Monetario
Internacional, Christine Lagarde. El texto aprobado arranca con un “reconocimiento”
del Eurogrupo a los esfuerzos del pueblo griego “por las medidas de ajuste
adoptadas en los últimos años”. Después reconoce que “un mejor uso de la
flexibilidad” ha sido clave para acercar posturas y aplaude los “compromisos”
contraídos por el Gobierno de Tsipras, si bien estos no se darán a conocer
hasta el próximo lunes. La nota del Eurogrupo insiste en la intención de los
Diecinueve de “proporcionar un apoyo adecuado a Grecia” hasta que se haya
recuperado el pleno acceso al mercado, “siempre y cuando cumpla con sus
compromisos”. El texto del acuerdo señala que “las autoridades griegas
presentarán primero una primera lista de medidas basadas en el acuerdo actual
el próximo lunes 23 de febrero. Si esta lista es lo suficientemente completa,
las instituciones [europeas] proporcionarán una primera opinión en aras de una
conclusión exitosa. Por su parte, el holandés Dijsselbloem dice
que “la confianza se va más rápido de lo que tarda en crearse”. Pero
advierte: “Tiene que haber un espacio político para cada nuevo Gobierno”. La
prórroga forma parte del rescate de casi 200.000 millones que Grecia ha
recibido en el último quinquenio a cambio de purísimas reformas que han hundido
su PIB un 25%. En junio, Atenas hará frente a vencimientos de deuda por valor
de 3.500 millones de euros. No todos salen contentos de la reunión. Tanto
Luis de Guindo, ministros de Economía
español como la ministra portuguesa, Maria Luís Albuquerque, ambos
pertenecientes a Gobiernos de sesgo conservador y ambos obedientes con las
políticas de Bruselas, se opunen a la prórroga del rescate. De Guindos, según
miembros de la reunión, “tuvo un comportamiento más monárquico que el propio rey.
E intentó todo lo que estaba en su mano para bloquear el acuerdo, insistiendo
en que se celebrase otra reunión del Eurogrupo para el próximo martes.
“Las declaraciones de García Margallo sobre la
subida que, según él, no se pudo hacer por culpa del préstamo a Grecia,
constituyen un embuste aritmético y político de primer orden”. Así lo escribe
Cive Pérea en su web Carnet de Paro. “Un Gobierno
como el de Rajoy, que más que a gobernar se dedica a destrozar las
instituciones publicas que garantizan, mejor dicho, garantizaban, un mínimo de
coherencia social, tiene por fuerza que estar integrado por personajes de
talante atrabiliario. Uno de ellos, un
tal García Margallo –cuyos méritos para ostentar la cartera de Asuntos
Exteriores vienen a ser similares a los que acredita un servidor para ser
director de la NASA– ha dicho hace poco un disparate del siguiente tenor: ‘Si
no hubiésemos prestado dinero a Grecia podríamos haber subido las prestaciones
de desempleo en un 50% y las pensiones en un 38%’. Según el tal Margallo, el país heleno recibió 32.744
millones de euros. Suponiendo que ello sea cierto, el resto de las cuentas no
cuadran en absoluto. El presupuesto de España en pensiones para 2015 es de
131.658,93 millones de euros. Subirlas un 38% supondría un gasto adicional de
50.030 millones de euros. En cuanto al subsidio por desempleo, el presupuesto es
de 25.300 millones de euros, que de incrementarse un 50% supondrían 12.650
millones más. Es decir, en total el gasto adicional sería de casi 62.700
millones de euros, casi el doble de los 32.744 millones que, según Margallo,
España ha prestado a Grecia. Además, hay que tener en cuenta que ese incremento
sería anual, mientras
que el préstamo a Grecia se ha efectuado a lo largo de cinco años. (…) Pero el embuste, más allá de
la aritmética, entra de lleno en la rúbrica de la sinvergonzonería. Porque el
Gobierno del que forma parte el tal Margallo no sólo no se ha planteado subidas
tan generosas de las prestaciones de paro o de las pensiones como las que él
alude, sino que ha tomado medidas encaminadas directamente a recortarlas. Del
caso del subsidio
por desempleo ya hemos hablado aquí. (…) La evolución que se está
experimentando en España con una elevación prevista de la esperanza de vida y
bajas tasas de natalidad son riesgos a los que se enfrenta nuestro sistema de
pensiones. Además, concurre una circunstancia excepcional, en los próximos
años, y es que accederá a la jubilación la generación denominada del ‘baby
boom’ con lo que eso supone de incidencia en el aumento en el número de
pensiones durante un periodo dilatado de tiempo (2025-2060). A la desfavorable
evolución demográfica se le une una intensa crisis económica que ha anticipado
varios años la aparición de deficits en las cuentas de la Seguridad Social, lo
que ha supuesto tensiones económicas añadidas en el corto plazo [...]. Todo
esto hace necesario que, si se quiere mantener un sistema de pensiones público,
de reparto y solidario, se incorporen medidas adicionales a las previstas en
las leyes en vigor [...] y que se aceleren aquellas que ya habían sido
introducidas en nuestra normativa de Seguridad Social, como es el caso del
factor de sostenibilidad”. El corolario añadido por Cive Pérea no puede
ser más contundente: “El tal Margallo es un auténtico sinvergüenza”.
Los embustes de
Margallo.
“Margallo –escribe Ignacio Escolar– aseguró que
si España no hubiese prestado a Grecia habría podido subir las pensiones un
38%. Falso, porque la mayor parte del dinero supuestamente español que llegó a
Grecia fue de inversores privados –a su riesgo y bajo su responsabilidad– que
nunca estuvo a disposición del Gobierno, por lo que en ningún caso habría
podido usarse para las pensiones. Falso porque otra parte del dinero público
son avales, y no dinero real; y con los avales tampoco se suben las pensiones.
Falso porque el dinero público español que respaldó el rescate a Grecia está
contabilizado como deuda pero no como déficit. Falso por varios motivos pero el
fundamental, el más claro, es que el Gobierno jamás optó entre el rescate a
Grecia o subir las pensiones. Tampoco habrían subido un 38% si Grecia no
hubiese necesitado ese dinero. Y es bastante irresponsable y demagógico que el
mismo Consejo de Ministros que las ha dejado prácticamente congeladas diga
ahora que, de no ser por Grecia, habrían podido crecer más que en todos los
años (supuestamente buenos) en los que Aznar presidía el Gobierno”.
“Grecia debe morir
–titula Antón Losada en eldiario.es–. Asumámoslo. Los griegos no pueden ganar.
Ese es el verdadero problema. Simple y llanamente no pueden ganar ni siquiera
un poco porque, si lo hacen, se vendrá abajo esa gran estafa europea conocida
como 'austeridad'. Grecia, como Romeo, debe morir. No se trata de que sus
peticiones resulten poco razonables, económicamente inviables o simplemente
estúpidas. Se trata de que Merkel, Rajoy o Cameron no sabrían cómo explicárselo
a sus opiniones públicas y a sus votantes sin acabar embreados con plumas y
alquitrán como los tahúres del viejo Oeste. El riesgo que tratan de evitar los
fetichistas de la austeridad no es la bancarrota de Grecia, su salida del euro
o que el Gobierno de Syryza acabe resultando un desastre. Buscan evitar
precisamente lo contrario: la siquiera remota posibilidad de que pueda salir
bien y se demuestre que la austeridad solo supone una coartada para imponer un
cambio de régimen; desde la democracia, de vuelta a la plutocracia. Si los
griegos consiguen un acuerdo razonable, ordenan su economía fuera del yugo de
la austeridad por cualquier medio necesario, implementan las reformas que
deberían sacar a Grecia de la desigualdad, el clientelismo y la corrupción,
vuelven a crecer y crear empleo y empiezan a pagar lo que deben, quedarían como
los timadores que son esos mismos gobernantes que llevan un lustro jurándonos
que no hay otro remedio que aplicar políticas de sufrimiento masivo y
asustándonos con pavorosas historias de mercados feroces, populistas al
servicio del oro de Venezuela y radicales viciosos. La negociación con Grecia
tiene bien poco que ver con la economía. El único riesgo moral que realmente
asumimos yace en la catadura moral que están acreditando gobernantes y
ministros que acusan a los griegos de haberse fumado alegremente el dinero de
nuestras pensiones o nuestros medicamentos. Ni siquiera Europa se comporta como
un acreedor preocupado únicamente porque le devuelvan su dinero. No quiere
cobrar, quiere castigar. Se trata únicamente de demostrar quién da las órdenes
y a quién no le queda más remedio que obedecerlas. No se trata de que los
griegos nos devuelvan ese dinero que decimos que nos deben como si muchos
hubieran ido a llevarlo personalmente a Atenas sacándolo de su bolsillo. Se
trata de que los griegos aprendan de una vez y para siempre quién manda aquí.
El Gobierno griego debería ser un poco más listo y, además de gustarse tanto en
las ruedas de prensa y verse ideal en las imágenes de los telediarios, debiera
preocuparse por jugar a este juego de tronos con la prudencia, la sobriedad y
la paciencia que permiten acabar ganando”.
Algunos periódicos de la derecha, como
el ABC, intentan influir en la opinión pública con noticias y
fotos contra la Grecia de Tsipras y denuncian que Varoufakis se pasea por Bruselas con una bufanda de
Burberry que “cuesta 395 euros”, cifra que asciende a otros 85
euros, si se le bordan las iniciales. Ante las críticas en las redes, el
ministro explica que es un regalo de su esposa… de hace doce años. Otros
fotomontajes: Portadas del ABC y La Razón, Tsipras frente a la Merkel, en la
calle, y Rouco se muda a un ático.
El humor de esta semana en la prensa: Forges, El
Roto, Ugur, Beener, M. Vergara, J. R. Mora, Pat…
Pep Roig nos recuerda: Opciones a medida,
Inaugurar lo que se puede, Desobediencia a la superioridad, La familia política
se desmadra y Lo malo son los otros.
Terminamos con tres vídeos. El primero nos recuerda el apoyo ciudadano masivo al Gobierno griego de Tsipras. Los otros dos son comparsas finalistas en el Carnaval de Cádiz del 2015.
Comparsa “Los millonarios” | FINAL del Carnaval de Cádiz 2015.Actuación completa del coro de Faly Pastrana en la Final del Carnaval de Cádiz 2015.
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