domingo, 22 de febrero de 2015

Grecia se enfrenta a la Troika.

Permanece en calma y jode a la Troika.

A principios de esta semana, la Grecia de Tsipras se veía obligada a dar una nueva vuelta a las negociaciones con el Eurogrupo. Este había dado un cerrojazo y se cerraba en banda.  Los ministros de Economía de la eurozona dieron de plazo hasta el viernes al Ejecutivo griego para que decidiese si pedían una nueva prórroga al actual rescate. El plan, acordado entre el Gobierno anterior, encabezado por Andonis Samarás, y la Troika (formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) expira el último día del mes de febrero. Yani Varoufakis, ministro de Finanzas griego, repite que su Gobierno no acepta una prórroga del actual rescate por considerar que es “parte del problema y no de la solución” y avisa al Eurogrupo de que, de un ultimátum “nunca sale nada nuevo”. Insiste en rechazar la exigencia del Eurogrupo de prorrogar el actual rescate. Y sólo se muestra dispuesto a pedir una prórroga del préstamo que le concede el Eurogrupo con un condicionante “muy concreto y preciso”. El primer ministro griego rechaza el ultimátum, al tiempo que se muestra convencido de que habrá un acuerdo que no implique “dar marcha atrás” a sus promesas electorales. En un discurso ante el grupo parlamentario de Syriza, Tsipras se muestra confiado en que la posición del Eurogrupo acabe suavizándose, pese a que su presidente, Jeroen Dijsselbloem, sea tajante al negar cualquier alternativa a la solicitud de una prórroga de seis meses del “programa vigente”. Y declara ante los suyos: “No chantajeamos, pero tampoco nos dejamos chantajear. Trabajamos por un acuerdo sin austeridad y sin memorando, por un acuerdo sin la parte tóxica de la troika”. Y acusa al ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schaeuble, de perder la compostura en la reunión del Eurogrupo y de expresar palabras socavando a Grecia. Ante la falta de liquidez y las presiones del Eurogrupo, la administración helena admite que necesita más financiación y prevé solicitar una ampliación del préstamo europeo de hasta seis meses. 

El ministro griego de Fianzas, Vais Varoufakis a su llegada a la reunión de ministros de los Veintiocho.

Por segunda vez consecutiva, el Eurogrupo no alcanza un acuerdo sobre Grecia, lo que obliga a los ministros de Finanzas de la zona euro a dar un ultimátum a Atenas. Si para el viernes no cede, ya no habrá tiempo para formular una extensión del rescate que garantice la financiación a Grecia y el país quedará expuesto al riesgo de una quiebra o incluso de un corralito bancario. De no consensuarse en esta semana, los Parlamentos europeos no tendrían tiempo para aprobar la ayuda antes del 28 de febrero, fecha en la que concluye el actual programa de rescate. Horas antes, el ministro de Hacienda alemán, Wolfgang Schäuble, se lamentaba: “Lo siento por los griegos, pero han elegido un Gobierno irresponsable. Las posiciones están muy distantes. Y nadie quiere pegarse un tiro en el pie. Por el momento, Merckel y Tsipras sólo se comunican a través de Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, y Juncker, presidente de la Comisión Euroepa. Es necesario que los dos líderes entablen una conversación directa y encuentren puntos en común”. Se dice que Varoufakis transige un 70 por ciento de las medidas que propone la Troika. Con paso seguro, el ministro de Finanzas griego es el último en entrar en la reunión del Eurogrupo, sin prodigarse en los saludos típicos de estos eventos. Aguanta el tipo incluso cuando Mario Draghi advierte de que los bancos griegos se están deteriorando rápidamente conforme los ciudadanos y las empresas retiran sus depósitos. Resiste con entereza mientras los 18 ministros muestran una unidad insólita y le comunican que Grecia tiene que aceptar una extensión del programa de rescate para poder negociar más adelante otro paquete distinto. Le permiten un poco más de gasto y tomar algunas de las medidas prometidas por el Ejecutivo de Syriza… Pero nada del crédito puente que le brinde tiempo a Atenas para poder seguir negociando y rebajar las condiciones. 

Varoufakis conversa con el ministro español de Economía, Luis de Guindos, antes del comienzo de la reunión.

Las palabras de Dijsselbloem provocan que Varoufakis se levante de la mesa. Según su propia versión, el titular de Hacienda griego se planta en dos asuntos que considera innegociables: nada de recortar las pensiones más bajas y nada de subir el IVA. Es más, a la salida, declara que antes de entrar en el Eurogrupo le habían ofrecido un crédito a cuatro meses con exigencias rebajadas. Otras fuentes aseguran que las diferencias entre lo que le ofrece Dijsselbloem antes de la reunión y lo que finalmente se maneja en el Eurogrupo son mínimas. Para colmo del desconcierto, Varoufakis también anuncia a la prensa que, pese a todo, probablemente habrá un acuerdo. Una actitud que hace preguntarse a muchos si la nueva espantada del Eurogrupo no es sino una pose. Una mayoría de la población griega apoya a Tsipras para que renegocie la ayuda europea. Pero, al mismo tiempo, una mayoría quiere permanecer dentro del euro.. Varoufakis repite desde el  lunes que su Gobierno no aceptará una prórroga del actual rescate por considerar que es “parte del problema y no de la solución” y avisa al Eurogrupo de que  ignorar la voluntad democrática de los griegos tendría “repercusiones negativas” para el proyecto europeo. Varoufakis se muestra convencido de que “en las próximas 48 horas” la UE logrará un buen acuerdo a partir de lo que parece un impasse. “No tengo ninguna duda –asegura– de que las negociaciones y las discusiones continuarán mañana y pasado y de que habrá un acuerdo al final que será terapéutico para Grecia y bueno para Europa”. En opinión de diversas fuentes, el Ejecutivo heleno todavía podría tensar la cuerda y apurar hasta la fecha en la que se acaba el rescate sin un acuerdo. Podría incluso prolongar el farol más allá y aguantar algunas semanas sin asistencia financiera. Pero estaría jugando con fuego. “Por más que haya episodios de alta volatilidad, en esta ocasión contamos con los instrumentos para aplacar las tensiones”, explican fuentes cercanas al Ejecutivo español. Y, en varias fotos podemos ver a Guindos la lado de Varoufakis,  charlando distendidamente. Sin embargo, el primero en padecer los ataques del mercado podría ser Portugal, el fiel cumplidor que por fin retorna al crecimiento y que ahora podría verse, de nuevo, a merced de las turbulencias financieras. Y la expansión monetaria de UE, en ese caso, podría resultar insuficiente para calmar a los inversores porque Francia y Alemania acaparan la parte del león al repartirse estos recursos proporcionalmente. 

 
Contactos telefónicos entre Tsipras y Ángela Merkel.

Desde el principio se habían mantenido dos posturas enfrentadas, la del gobierno heleno que afirmaba que no cruzaría las líneas rojas que se habían marcado y la de una inflexible Unión Europea que, tras cuatro años de exigir sacrificios sólo ofrecía dos opciones a Grecia: continuar con los recortes o la salida del euro. El Gobierno alemán tardó sólo unas horas en rechazar la propuesta de Grecia, formalizada en la mañana del jueves, de prorrogar seis meses el programa de asistencia financiera concedida por la UE, que expira el próximo 28 de febrero. Gobierno de Ángela Merkel  pidió más concesiones y consideró insuficiente la propuesta del Ejecutivo de Alexis Tsipras, al no ofrecer  “una solución sustancial” al problema. La negociación continuó y la amenaza de expulsión de Grecia de la zona del euro siguió vigente. La petición griega fue examinada el jueves por los expertos del grupo de trabajo del Eurogrupo. La decisión final debía adoptarse el viernes, en una reunión extraordinaria, en Bruselas. Era el tercer intento del Eurogrupo de llegar a algún tipo de acuerdo sobre el futuro del rescate griego tras la llegada al poder de la coalición de izquierda radical en las elecciones del 25 de enero. Las anteriores reuniones del 11 y del 16 de febrero se saldaron en sendos fracasos. De hecho, el Eurogrupo lanzó un ultimátum a Atenas para que solicitara la prórroga del rescate antes del viernes. El nuevo Gobierno griego aceptó extender el préstamo pero rechazó las condiciones contenidas en el memorándum firmado por los anteriores ejecutivos y pidió sustituirlas por un número limitado de compromisos mientras se negocia un nuevo rescate en los próximos meses. “Asistimos –dice El Periscopi, en una editorial (Grecia: ¿economía o política?)– a un juego puramente político, en donde los fuertes han demostrado quien manda y evitaron que un miserable país, un pequeño trozo de esta supuesta Europa de los ciudadanos, consiga levantarse con recetas distintas de la austeridad impuesta. Si esto llegase a ocurrir, el mensaje del único camino, el de no encontrar más alternativas, se demostraría falso ante una ciudadanía que lo ha padecido con toda su crudeza y sus portavoces. Y aquellos que lanzan mentiras que calan entre la ciudadanía, quedarían retratados como lo que son, los defensores de un sistema que sitúa los intereses de unos pocos delante del bienestar y la prosperidad de la mayoría”. 

El diario alemán “Die Welt” abrió su edición digital con el siguiente comentario: “La valentía de los siervos del odio del sur de Europa”.

Abril de 1941: la Alemania nazi invade Grecia. Abril de 2010: el Gobierno heleno pide ayuda financiera para evitar una suspensión de pagos. Dos sucesos separados por unos 70 años y sin aparente vinculación pero con un nexo que ha sobrevivido al paso del tiempo y a las barbaries: los préstamos firmados entre germanos y griegos. Alemania de los cuarenta le debe dinero a Grecia y, según algunos cálculos, podría suponer casi el doble de lo que los griegos adeudan ahora a sus socios europeos. En 1960, Alemania pagaba a Grecia 115 millones de marcos, tras uno de los 12 acuerdos de indemnización que firmó con naciones occidentales. Sin embargo, Atenas ha dicho que siempre consideró ese dinero como un pago inicial y que el resto de sus reclamaciones serían discutidas después de la reunificación, que finalmente ocurrió en 1990. El Gobierno de Syriza defiende que para poder empezar a recuperar el país es necesario un nuevo acuerdo con los acreedores. Bruselas se cierra en banda y se niega a cambiar sus reglas del juego. Curiosamente, la deuda de la Alemania nazi con Grecia supera lo que Merkel y la UE reclaman hoy en Atenas. Tsipras renovó la reclamación de reparaciones de guerra por la brutal ocupación de su país bajo el nazismo, que Berlín nunca ha querido asumir. La deuda histórica de los germanos con los griegos es mayor (incluso duplica) la de Atenas con la UE y el FMI, según cálculos de economistas e historiadores. El Gobierno alemán afirmaba el pasado lunes que había “cero” posibilidades de pagar una indemnización a Atenas por la Segunda Guerra Mundial. La  invasión de Grecia por el Tercer Reich, entre 1941 y 1944,  costó la vida a más de 300.000 griegos.  Además, tuvo un alto coste económico: saqueo de cosechas, fábricas, patrimonio histórico y –sobre todo– los créditos forzosos que suscribieron los tres gobiernos títeres que Hitler colocó en Atenas. Trasladado a euros, esa factura superaría los  160.000 millones, una cuantía muy superior a los 70.000 millones que Grecia debe a Alemania, uno de los principales  acreedores de la deuda griega. Muchos griegos culpan a Alemania de la austeridad a la que su país está sometido. Pero Alemania, como líder indiscutible de la política comunitaria, acude a los diferentes encuentros de los ministros de Finanzas de la eurozona con una posición firme: no a una quita de la deuda; no a renunciar a la austeridad, mientras, las calles griegas ofrecen una imagen “casi de posguerra”. La cita en Berlín entre el encargado de las finanzas alemanas, Wolfgang Schäuble, y su homólogo griego, el descorbatado Yanis Varoufakis, refleja el desacuerdo entre los dos países que miran hacia lados opuestos. El nuevo Ejecutivo heleno está ahogado por una deuda que alcanza ya el 185% del PIB griego. El alemán, sin embargo, no perdona ni un céntimo de un programa de “ayudas” montado a su antojo. Pero, realmente, ¿quién debe a quién?

El jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.

El pasado martes, Gavriil Sakelaridis, portavoz del Gobierno griego, rechazaba el ultimátum impuesto por el Eurogrupo y aseguraba que no firmaría una prórroga del memorando “ni con una pistola en la sien”. Sakelaridis insistía en que “el Gobierno griego se ha comprometido a un acuerdo mutuamente beneficioso” y  demostraba que estaba buscando “un terreno común para dar una solución común”.  En términos similares se expresaba, desde Bruselas, el ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, quien se mostraba optimista de que, en las “próximas 48 horas”, se podrá llegar a un acuerdo. Antes de entrar a la reunión del Ecofin (los ministros de Finanzas de los 28 países de la UE), Varoufakis, dijo que el siguiente paso que debe darse tras el ultimátum es el “responsable” y confió en lograr un acuerdo “muy bueno” para el europeo medio. Por su parte, Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo reiteró el mismo mensaje del lunes al insistir en que Grecia debería pedir una prolongación del programa de asistencia financiera y en que la pelota estaba en el tejado griego. “Espero –recalcó Dijsselbloem–  que pidan una prolongación del programa, y una vez que lo hagan podremos permitir flexibilidad dentro del programa donde podrán introducir sus prioridades políticas”. El ministro holandés rechazó contestar preguntas hipotéticas sobre qué puede ocurrir si Grecia no aceptar solicitar la prolongación y se limitó a reiterar que “solo les digo lo que creo que sería sensato”. Grecia señaló que la propuesta que le presentó el Eurogrupo contravenía el espíritu de un borrador realizado previamente por la Comisión Europea, que, según recalcó Varufakis, hubiera estado dispuesto a firmar “inmediatamente”. El ministro griego dio a entender que tras ese cambio estaba la largo mano de Alemania.

Vencer a la Troika.

“La Troika es poco democrática, le falta legitimidad democrática y deberemos revisarlo cuando llegue el momento”, confesaba Juncker durante en una comparecencia ante el Comité Económico y Social Europeo, en la que aclaraba que quiere que tanto el Fondo Monetario Internacional como el Banco Central Europeo y la Comisión continúen en su estructura. “He discutido con muchos interlocutores que tenían que tratar con la Troika, que me aseguraban que se enfrentaban no a políticos sino a altos funcionarios. No critico a los altos funcionarios, pero no se coloca a un alto funcionario ante un primer ministro o un ministro de Finanzas o al jefe negociador de un país, no es su nivel. Hay que poner en frente a un comisario o a un ministro que tenga la autoridad del Eurogrupo. Hemos pecado contra la dignidad de los pueblos, especialmente en Grecia y Portugal y, muy a menudo, en Irlanda. Parezco estúpido al decir esto, pero hay que sacar las lecciones de la historia y no repetir los mismos errores”. El político luxemburgués eludió decir nada sobre la situación en Grecia, alegando que está en “negociaciones” con el Gobierno de Atenas, aunque recordó que la cuestión se había discutido “durante horas” en el colegio de comisarios. Y criticó que la anterior Comisión de José Manuel Durao Barroso “no se hablaba en absoluto” de Grecia porque “se fiaban ciegamente de la Troika”. Juncker indicó que sus críticas a la Troika “no restan nada a la necesidad que hay de consolidar a corto, medio y largo plazo nuestras finanzas públicas porque no podemos vivir a expensas de las generaciones futuras” ni a “la necesidad de emprender reformas estructurales que aumenten el potencial de crecimiento de Europa”.


El Presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, declaraba el miércoles ante los periodistas que “hemos pecado contra la dignidad de los pueblos, especialmente en Grecia, Portugal e Irlanda”. La frase de Juncker era una bocanada de oxigeno al ejecutivo griego, para que Syriza y el presidente Tsipras no regresasen a su país humillados. Lo importante, más que la humillación, es que Grecia cumpla lo acordado y pida una prórroga del rescate. Conseguido eso, a Varoufaquis le lloverán las flores, los euros con las condiciones que diga Alemania. Al mismo tiempo que Juncker entonaba el “mea culpa” sobre la dignidad, el Banco Central Europeo (BCE) lanzaba la segunda bocanada de oxigeno a Grecia, y lo hizo como lo hace todo Draghi, con la equidistancia justa para no asfixiar pero al mismo tiempo para presionar. Los bancos griegos se han quedado sin dinero ante la fuga de capitales masiva del país, lo que aboca al gobierno griego a imponer un corralito en días. El BCE pudo cerrar la línea de liquidez de emergencia para la banca griega y precipitar así la elección entre rescate o salida del euro, pero concedió 3.000 millones de euros. La cuestión es que los bancos griegos pidieron 10.000 millones. Así que “súper Mario” lanzó la señal: te mantengo el oxígeno mientras negocies. Y el presidente Obama, pese a sus primeras declaraciones a favor de más ayudas y menos recortes en Grecia, se inclinaba a favor de la UE, sobre todo cuando, hace quince días, Ángela Merkel visitaba Estados Unidos y, aunque no trascendía a la prensa lo que precisaron sobre Grecia, lo cierto es que hablaron. Hoy, gobierno griego no puede decir que tenga a Estados Unidos de su parte, sobre todo cuando, en las últimas 48 horas, los norteamericanos presionaron al ejecutivo griego para que cerrase el acuerdo y pidiese la prórroga del rescate. Los americanos son pragmáticos y no entienden cómo para un gobierno en suspensión de pagos una palabra (rescate) puede ser tan importante. 

Cartel frente al parlamento griego: “Merkel, sal de la UE frente al Parlamento europeo”.

El jueves, Merkel y Tsipras intentaron desbloquear las negociaciones con una llamada telefónica a la desesperada que duró casi una hora. El presidente francés, François Hollande, el italiano, Renzi y el presidente del eurogrupo, Jean Claude Juncker también mantuvieron conversaciones telefónicas con el primer ministro griego. Prosiguieron las discusiones al más alto nivel en un intento de limar posiciones de cara a la reunión del Eurogrupo que tenía lugar el viernes, en Bruselas, con la misión de sellar, por fin, el acuerdo de rescate de Grecia. Pese a su actitud díscola, el Gobierno heleno, con el lamentable estado de sus cuentas públicas y la pérdida de depósitos que sufrieron sus bancos, estaba obligado a claudicar y a formalizar por carta la petición de asistencia financiera a la UE. Sin embargo, los alemanes  respondieron enseguida que la petición era un ‘caballo de Troya’, que no se fiaban de los griegos y que bastaban con tres puntos en su carta: pedir la extensión del rescate, comprometerse a cumplir con todas y cada una de las medidas impuestas por el actual rescate y no acometer ni un solo cambio a menos que lo hubieran negociado. Tsipras apeló a Merkel, quien demostraba ser un poquito más blanda que Schäuble con los griegos y más alérgica al riesgo. No en vano, hace menos de tres años ya decidió salvar a Grecia contra el criterio de su ministro de Finanzas. En Berlín dudaban de la voluntad de Syriza de implementar las reformas, una vez se hubiese firmado el nuevo paquete de salvamento. Un 54 por ciento de los germanos consideraba impertinente la actitud de Tsipras y Varoufakis. Y un 41 por ciento los veía como a unos ingenuos. Pero los griegos no desistieron y, en su misiva dirigida a las instituciones europeas, pretendieron tomar el dinero en unas condiciones algo suavizadas. De cara al electorado doméstico, aspiraban a llamarlo crédito puente en lugar de extensión del rescate, y su rechazo de la Troika no les liberaba de la inspección exhaustiva del FMI, del BCE y de la Comisión Europea. Otra dosis de Troika por mucho cambio del nombre que se impusiese. Syriza se resistía en las privatizaciones, aunque seguramente terminaría cediendo. Pero siguió trazando líneas rojas como no tocar las pensiones más bajas, no subir el IVA y no desarrollar una reforma laboral. A cambio, ofreció pagar la deuda y no tomar medidas unilateralmente. Se comprometió a un superávit, antes del pago de intereses, del 1 por ciento en lugar del 3 por ciento que le exige Berlín. Y aspiró a compensar algunas de sus medidas con impuestos a los ricos y la lucha contra el fraude. ¿Bastaría con eso para contentar a los alemanes?  

El ministro de Fianzas griego, YanisVaroufakis
                                                                                                                                       
Para el ministro de Finanzas griego, el Eurogrupo se dejó sugestionar por los intereses alemanes, lo que había provocado el bloqueo de una firma que él creía cercana. Varoufakis dijo que estaba dispuesto a firmar este comunicado y que incluso ofreció concesiones por parte de Grecia, como no tomar medidas unilaterales que pusieran en riesgo los objetivos presupuestarios o que tuvieran implicaciones para la estabilidad. La única línea roja de Atenas era no aceptar recortes en las pensiones ni aumentos de IVA. Sin embargo, el documento fue retirado por el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, antes del inicio de la reunión, siendo sustituido por otro comunicado que exigía a Grecia la prórroga del rescate a cambio de una flexibilidad que, según el ministro, nunca se concretó. “Nuestro Gobierno fue elegido para desafiar la filosofía del programa, no estábamos interesados en cambios cosméticos”. Según mantienen analistas y periodistas asistentes a la rueda de prensa, Varoufakis  sugirió, sin dar nombres, que el Eurogrupo, presidido por Dijsselbloem, era un simple mensajero de los intereses alemanes y que la orden de retirar el documento era un mandato que venía desde Berlín. Varoufakis se mostró convencido de que “en las próximas 48 horas” la UE “logrará un buen acuerdo, un acuerdo honorable, a partir de lo que parece un 'impasse'. No tengo ninguna duda de que las negociaciones y las discusiones continuarán mañana y pasado y de que habrá un acuerdo, al final, que será terapéutico para Grecia y bueno para Europa” No obstante, el ministro de Finanzas heleno insistió en que Atenas rechazaba la exigencia del Eurogrupo de prorrogar el actual rescate, que vence el 28 de febrero. “Este programa es parte del problema y no de la solución y sería absolutamente incongruente y un acto de subterfugio prometer a nuestros socios que vamos a completar con éxito un programa cuya lógica hemos desafiado”. Grecia estaba dispuesta únicamente a pedir una prórroga de cuatro meses del préstamo que le había concedido el Eurogrupo. “Hay muy pocas cosas que se puedan hacer en cuatro meses. Así que la condición debe ser muy concreta y precisa y nos debe permitir establecer un terreno común para avanzar más allá de esto”, dijo Varoufakis, asegurando que el presidente del Eurogrupo había retirado, sin motivos aparentes, una propuesta que las autoridades griegas estaban dispuestas a aceptar. De manera indirecta, insinuó que Berlín estaba detrás de esta decisión.

Varoufakis atiende a los periodistas a su llegada, el viernes, a la reunión extraordinaria del Eurogrupo de Bruselas.

Los ministros de Finanzas de la Eurozona están examinando un texto de compromiso, que en principio ya ha sido pactado por Alemania y Grecia, para aceptar la prórroga de seis meses que ha pedido Atenas del rescate, según han informado fuentes europeas. El proyecto de declaración es “más corto” que la carta para pedir el rescate que Faroufakis, ministro griego de Finanzas, enviara el jueves,  y que el resto del Eurogrupo criticara por no dejar claro que Atenas se compromete a cumplir todas las condiciones. A su llegada a Bruselas, el ministro griego se mostró optimista sobre el encuentro con sus socios de la Eurozona.  “Espero que haya un acuerdo y confío en que lo logremos”, dijo en declaraciones a su llegada a la reunión. “No tengo ninguna duda  –declaró– de que habrá una discusión muy colegial y esperemos que, al final, tengamos fumata blanca. El Gobierno griego ha hecho un esfuerzo adicional, ha ido muy lejos y ahora esperamos que nuestros socios nos encuentren, no a mitad del camino, sino a una quinta parte”. Su optimismo contrastaba con la cautela del jefe del Eurogrupo.  Dijsselbloem indicó que “costará algún tiempo, pero hay motivos para algo de optimismo, aunque es muy difícil”.  Varios ministros, especialmente los del ala más dura, reclamaban más “concreción” y “claridad” por parte de Grecia en la solicitud de prórroga del crédito de sus socios, al tiempo que rechazaban hablar de una salida de Grecia del euro y subrayaron la necesidad de reconstruir la confianza entre las partes. Pero los ministros de los países más moderados, como Francia subrayaron que es posible una solución porque es lo que todos quieren. Michel Sapin, ministro galo, dijo que una salida de Grecia del euro no era una opción: “No, la única opción es trabajar”.

 Varoufakis cruza unas palabras con el ministro español de Economía, Luis de Guindos, antes del comienzo de la reunión.

Para Luis de Guindos, la carta griega debe “perfeccionarse” para que quede claro que Atenas pagará la deuda y cumplirá las condiciones. El ministro español avisa de que queda “cada vez menos tiempo” por la expiración del programa el 28 de febrero y los problemas de liquidez helenos. “Las reglas son –remarca el responsable de Economía– que hay que cumplir los compromisos de pago derivados de la deuda, que la extensión del programa es global, es decir, que afecta tanto a la parte de financiación como a la parte de los compromisos”. Y subraya que estos compromisos deben ser supervisados por “las llamadas instituciones, antigua Troika o trío”. Hans Jörg Schelling, ministro austríaco de Finanzas, califica de “caballo de Troya” la solicitud griega por considerar que, en realidad, quiere una financiación “puente” sin cumplir los compromisos asumidos bajo el programa actual de rescate. Sostiene que la posición alemana critica “el contenido pero eso no quiere decir que no encuentre positivo el envío de la propuesta”. Johan van Overtveldt, ministro belga, mantiene su línea crítica al demandar “más compromiso” de Grecia, porque su propuesta contiene “buenas intenciones, pero es poco concreta”. Michael Noonan, ministro irlandés de Finanzas, considera que la carta de Grecia representa “un avance significativo”, pero recalca que hay “algunas ambigüedades” en ella “y contradicciones entre lo que se ha dicho, en Atenas, y lo que se dice, en la carta”. Noonan recuerda que uno de los requisitos que el Eurogrupo le puso a Grecia fue solicitar la ampliación del programa y el otro era comprometerse a concluirlo satisfactoriamente y “es en eso en lo que la carta no es clara”. Pierre Gramegna, ministro luxemburgués, asegura que existe voluntad y flexibilidad por ambas partes, pero consideró “indispensable” que los socios griegos “den garantías sobre devoluciones de pagos y de que no tomarán medidas unilaterales”


A última hora de la tarde del viernes, el Eurogrupo aprueba, al fin, un acuerdo para prorrogar cuatro meses el préstamo de la UE a Grecia. Gracias a un pacto previo alcanzado por Alemania, Atenas y la Troika, que luego es ratificado por el resto de ministros del euro, alcanzan, al tercer intento,  el acuerdo con Grecia. La declaración debe servir para ser presentada la semana que viene ante los parlamentos nacionales que deben ratificar la extensión del rescate griego, como el alemán o el finlandés. De esta manera, dará tiempo a aprobar la prórroga antes de que concluya el programa, el próximo 28 de febrero. Se trata de una declaración “corta”, de carácter político y no técnico, elaborada por el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, quien negoció por separado el texto con el ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, y con el alemán, Wolfgang Schäuble, acompañado por el comisario de Asuntos Económicos galo, Pierre Moscovici, y la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde. El texto aprobado arranca con un “reconocimiento” del Eurogrupo a los esfuerzos del pueblo griego “por las medidas de ajuste adoptadas en los últimos años”. Después reconoce que “un mejor uso de la flexibilidad” ha sido clave para acercar posturas y aplaude los “compromisos” contraídos por el Gobierno de Tsipras, si bien estos no se darán a conocer hasta el próximo lunes. La nota del Eurogrupo insiste en la intención de los Diecinueve de “proporcionar un apoyo adecuado a Grecia” hasta que se haya recuperado el pleno acceso al mercado, “siempre y cuando cumpla con sus compromisos”. El texto del acuerdo señala que “las autoridades griegas presentarán primero una primera lista de medidas basadas en el acuerdo actual el próximo lunes 23 de febrero. Si esta lista es lo suficientemente completa, las instituciones [europeas] proporcionarán una primera opinión en aras de una conclusión exitosa. Por su parte, el holandés Dijsselbloem dice que “la confianza se va más rápido de lo que tarda en crearse”. Pero advierte: “Tiene que haber un espacio político para cada nuevo Gobierno”. La prórroga forma parte del rescate de casi 200.000 millones que Grecia ha recibido en el último quinquenio a cambio de purísimas reformas que han hundido su PIB un 25%. En junio, Atenas hará frente a vencimientos de deuda por valor de 3.500 millones de euros.  No todos salen contentos de la reunión. Tanto Luis de Guindo,  ministros de Economía español como la ministra portuguesa, Maria Luís Albuquerque, ambos pertenecientes a Gobiernos de sesgo conservador y ambos obedientes con las políticas de Bruselas, se opunen a la prórroga del rescate. De Guindos, según miembros de la reunión, “tuvo un comportamiento más monárquico que el propio rey. E intentó todo lo que estaba en su mano para bloquear el acuerdo, insistiendo en que se celebrase otra reunión del Eurogrupo para el próximo martes.


“Las declaraciones de García Margallo sobre la subida que, según él, no se pudo hacer por culpa del préstamo a Grecia, constituyen un embuste aritmético y político de primer orden”. Así lo escribe Cive Pérea en su web Carnet de Paro. “Un Gobierno como el de Rajoy, que más que a gobernar se dedica a destrozar las instituciones publicas que garantizan, mejor dicho, garantizaban, un mínimo de coherencia social, tiene por fuerza que estar integrado por personajes de talante atrabiliario. Uno de ellos, un tal García Margallo –cuyos méritos para ostentar la cartera de Asuntos Exteriores vienen a ser similares a los que acredita un servidor para ser director de la NASA– ha dicho hace poco un disparate del siguiente tenor: ‘Si no hubiésemos prestado dinero a Grecia podríamos haber subido las prestaciones de desempleo en un 50% y las pensiones en un 38%’. Según el tal Margallo, el país heleno recibió 32.744 millones de euros. Suponiendo que ello sea cierto, el resto de las cuentas no cuadran en absoluto. El presupuesto de España en pensiones para 2015 es de 131.658,93 millones de euros. Subirlas un 38% supondría un gasto adicional de 50.030 millones de euros. En cuanto al subsidio por desempleo, el presupuesto es de 25.300 millones de euros, que de incrementarse un 50% supondrían 12.650 millones más. Es decir, en total el gasto adicional sería de casi 62.700 millones de euros, casi el doble de los 32.744 millones que, según Margallo, España ha prestado a Grecia. Además, hay que tener en cuenta que ese incremento sería anual, mientras que el préstamo a Grecia se ha efectuado a lo largo de cinco años. (…) Pero el embuste, más allá de la aritmética, entra de lleno en la rúbrica de la sinvergonzonería. Porque el Gobierno del que forma parte el tal Margallo no sólo no se ha planteado subidas tan generosas de las prestaciones de paro o de las pensiones como las que él alude, sino que ha tomado medidas encaminadas directamente a recortarlas. Del caso del subsidio por desempleo ya hemos hablado aquí. (…) La evolución que se está experimentando en España con una elevación prevista de la esperanza de vida y bajas tasas de natalidad son riesgos a los que se enfrenta nuestro sistema de pensiones. Además, concurre una circunstancia excepcional, en los próximos años, y es que accederá a la jubilación la generación denominada del ‘baby boom’ con lo que eso supone de incidencia en el aumento en el número de pensiones durante un periodo dilatado de tiempo (2025-2060). A la desfavorable evolución demográfica se le une una intensa crisis económica que ha anticipado varios años la aparición de deficits en las cuentas de la Seguridad Social, lo que ha supuesto tensiones económicas añadidas en el corto plazo [...]. Todo esto hace necesario que, si se quiere mantener un sistema de pensiones público, de reparto y solidario, se incorporen medidas adicionales a las previstas en las leyes en vigor [...] y que se aceleren aquellas que ya habían sido introducidas en nuestra normativa de Seguridad Social, como es el caso del factor de sostenibilidad”. El corolario añadido por Cive Pérea no puede ser más contundente: “El tal Margallo es un auténtico sinvergüenza”. 

Los embustes de Margallo.

“Margallo –escribe Ignacio Escolar– aseguró que si España no hubiese prestado a Grecia habría podido subir las pensiones un 38%. Falso, porque la mayor parte del dinero supuestamente español que llegó a Grecia fue de inversores privados –a su riesgo y bajo su responsabilidad– que nunca estuvo a disposición del Gobierno, por lo que en ningún caso habría podido usarse para las pensiones. Falso porque otra parte del dinero público son avales, y no dinero real; y con los avales tampoco se suben las pensiones. Falso porque el dinero público español que respaldó el rescate a Grecia está contabilizado como deuda pero no como déficit. Falso por varios motivos pero el fundamental, el más claro, es que el Gobierno jamás optó entre el rescate a Grecia o subir las pensiones. Tampoco habrían subido un 38% si Grecia no hubiese necesitado ese dinero. Y es bastante irresponsable y demagógico que el mismo Consejo de Ministros que las ha dejado prácticamente congeladas diga ahora que, de no ser por Grecia, habrían podido crecer más que en todos los años (supuestamente buenos) en los que Aznar presidía el Gobierno”.


“Grecia debe morir –titula Antón Losada en eldiario.es–. Asumámoslo. Los griegos no pueden ganar. Ese es el verdadero problema. Simple y llanamente no pueden ganar ni siquiera un poco porque, si lo hacen, se vendrá abajo esa gran estafa europea conocida como 'austeridad'.  Grecia, como Romeo, debe morir. No se trata de que sus peticiones resulten poco razonables, económicamente inviables o simplemente estúpidas. Se trata de que Merkel, Rajoy o Cameron no sabrían cómo explicárselo a sus opiniones públicas y a sus votantes sin acabar embreados con plumas y alquitrán como los tahúres del viejo Oeste. El riesgo que tratan de evitar los fetichistas de la austeridad no es la bancarrota de Grecia, su salida del euro o que el Gobierno de Syryza acabe resultando un desastre. Buscan evitar precisamente lo contrario: la siquiera remota posibilidad de que pueda salir bien y se demuestre que la austeridad solo supone una coartada para imponer un cambio de régimen; desde la democracia, de vuelta a la plutocracia. Si los griegos consiguen un acuerdo razonable, ordenan su economía fuera del yugo de la austeridad por cualquier medio necesario, implementan las reformas que deberían sacar a Grecia de la desigualdad, el clientelismo y la corrupción, vuelven a crecer y crear empleo y empiezan a pagar lo que deben, quedarían como los timadores que son esos mismos gobernantes que llevan un lustro jurándonos que no hay otro remedio que aplicar políticas de sufrimiento masivo y asustándonos con pavorosas historias de mercados feroces, populistas al servicio del oro de Venezuela y radicales viciosos. La negociación con Grecia tiene bien poco que ver con la economía. El único riesgo moral que realmente asumimos yace en la catadura moral que están acreditando gobernantes y ministros que acusan a los griegos de haberse fumado alegremente el dinero de nuestras pensiones o nuestros medicamentos. Ni siquiera Europa se comporta como un acreedor preocupado únicamente porque le devuelvan su dinero. No quiere cobrar, quiere castigar. Se trata únicamente de demostrar quién da las órdenes y a quién no le queda más remedio que obedecerlas. No se trata de que los griegos nos devuelvan ese dinero que decimos que nos deben como si muchos hubieran ido a llevarlo personalmente a Atenas sacándolo de su bolsillo. Se trata de que los griegos aprendan de una vez y para siempre quién manda aquí. El Gobierno griego debería ser un poco más listo y, además de gustarse tanto en las ruedas de prensa y verse ideal en las imágenes de los telediarios, debiera preocuparse por jugar a este juego de tronos con la prudencia, la sobriedad y la paciencia que permiten acabar ganando”.


Algunos periódicos de la derecha, como el ABC, intentan influir en la opinión pública con noticias y fotos contra la Grecia de Tsipras y denuncian que Varoufakis se pasea por Bruselas con una bufanda de Burberry que “cuesta 395 euros”, cifra que asciende a otros 85 euros, si se le bordan las iniciales. Ante las críticas en las redes, el ministro explica que es un regalo de su esposa… de hace doce años. Otros fotomontajes: Portadas del ABC y La Razón, Tsipras frente a la Merkel, en la calle, y Rouco se muda a un ático.






El humor de esta semana en la prensa: Forges, El Roto, Ugur, Beener, M. Vergara, J. R. Mora, Pat…












Pep Roig nos recuerda: Opciones a medida, Inaugurar lo que se puede, Desobediencia a la superioridad, La familia política se desmadra y Lo malo son los otros.






Terminamos con tres vídeos. El primero nos recuerda el apoyo ciudadano masivo al Gobierno griego de Tsipras. Los otros dos son comparsas finalistas en el Carnaval de Cádiz del 2015.

Comparsa “Los millonarios” | FINAL del Carnaval de Cádiz 2015.



Actuación completa del coro de Faly Pastrana en la Final del Carnaval de Cádiz 2015.

 

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