martes, 31 de marzo de 2015

Ese tandem infernal clerofascista.


En los últimos años he participado como músico en muchas Semanas Santas a la vez que las he criticado duramente en mis escritos, denunciando la estrecha colaboración entre militares y religiosos y me he negado a formar parte de este tandem infernal clerofascista. Por una razón sencilla y demoledora: desde mi ateismo, me opongo y me resisto a colaborar artísticamente en actos que supongan un apoyo activo o pasivo con el militarismo. Y opino que  hacerlo con militares uniformados y armados hasta los dientes, forma parte de una flagrante contradicción.


Juan Antonio Aguilera lo denuncia abiertamente en el artículo “¿Vírgenes castrenses, militares devotos?”,  publicado en Andaluces.es: “El beatomilitarismo llega a la osadía de organizar la primera comunión de “niños castrenses: espeluznante denominación que hace temer por unos niños víctimas de un doble adoctrinamiento, el religioso y el militar. (No olvidemos, como adoctrinamiento militar, los ‘materiales didácticos’ que el Ejército ofrece a los niños en su web). ¿Es posible que ocurra y exista todo esto si ya no estamos en el nacional-catolicismo? Este se caracterizaba por la comunión de la Iglesia católica con el poder político, pero también con el militar, de manera que los tres conformaban una amalgama aterradora y repugnante, pues se apoyaban entre sí para la represión y desgracia del pueblo”.

“Desde 1978 –insiste Aguilera–, tenemos una Constitución que proclama que ninguna confesión tendrá carácter estatal, pero el Observatorio de la Laicidad no se cansa de mostrar, día a día, sin excepción y desde hace años, que los hechos desmienten esa noble admonición. La Iglesia católica sigue disfrutando de privilegios desaforados, los niños continúan siendo adoctrinados con sandeces y normas morales más que dudosas en la escuela (no se queden en el currículo católico, vean también el islámico y el evangélico), y las autoridades públicas no dejan de dar muestras de servilismo confesional. Todo muy tradicional, pero muy vergonzoso, pues esas autoridades se deben a todos los ciudadanos, y no de manera especial a los que profesan ciertas convicciones religiosas. Cada vez que actúan confesionalmente, nos defraudan y se revelan indignos de sus cargos. La estampa del rey (vestido en solemnes ocasiones como máxima autoridad militar) inclinando la cerviz ante cada cardenal que se le pone por delante, simboliza y resume el nefando confesionalismo estatal”.

De ahí que la escena de uno soldados desfilando marcialmente y llevando en alto el Cristo de la Buena Muerte nos transmita la impresión de que se mantienen las infames querencias nacional-católicas.  No se trata de episodios aislados, sino muy frecuentes y hasta habituales en las Semanas Santas que, bajo capa de imágenes pías, participan en procesiones y honran como capitanes generales, sin privarse de pronunciar arrebatados pregones cofrades. “Si hacen esto quienes se encargan de la pedagogía militar, ¿qué podemos esperar del resto?  El pasado 23 de marzo, Juan Cifuentes Álvarez, General jefe de la Brigada Paracaidista, manifestaba en una entrevista  su desbordada devoción por el “Cristo de Ánimas de Ciegos” y por la Semana Santa malagueña al completo, y, apelando a la tradición, hacía partícipe de su fervor a toda su unidad militar. En la procesión –reconoce el general–, no somos militares sino devotos de nuestro Cristo. Si en la procesión no son militares, ¿por qué van como tales? ¿Por qué no se les ocurre dejar los uniformes, los fusiles y los tambores en el cuartel y procesionar a título particular? El mismo titular sugiere que no se debe ejercer de militar (por ejemplo, yendo uniformado y armado) mientras se muestra devoción por el Cristo de Ánimas de Ciegos (o por la advocación que sea, aunque tenga una denominación menos extravagante). No hay problema con esas manifestaciones religiosas… como actividades privadas (es decir, cuando no se ejerce la función o representación pública). Pero muchísimos militares (como tantos otros cargos, autoridades, y empleados públicos civiles) no llegan a comprenderlo; no entienden que algunas tradiciones son traiciones a la democracia”. 

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