“Esos ojos nos traen de
cabeza y nos derriten –literalmente– el corazón. Quienes viven con un perro
conocen de sobra esa mirada suplicante que nos dedican cuando hacen algo que no
deberían o si quieren un premio o salir de paseo. El amigo de cuatro patas
frunce el ceño, abre mucho los ojos y nos mira fijamente… hasta que uno se
rinde irremediablemente ante semejante despliegue de encanto peludo”. Así
describe Eva San Martín, en Eldiario.es, esa mirada de perro que nos roba el
corazón. “Sabemos que esta mirada perruna constituye una herramienta casi
infalible para conseguir lo que quiera de nosotros. Y, aceptémoslo con humor y
dignidad, todo el que vive con un perro ha sucumbido alguna vez ante ella. La pregunta
que nos hacemos aquí es: ¿cómo han llegado nuestras mascotas a dominar esta
expresión tan eficaz en el arte del robar corazones humanos?”.
Conocemos perfectamente
ese gesto de “poner ojitos”, a través del cual nuestro amigo de cuatro patas
abre con mediana sorpresa sus ojos, levanta notablemente las cejas e inclina su
cabeza. En un estudio publicado en la revista científica Proceedings of the
National Academy of Sciences (PNAS), los científicos revelan el secreto de esta
expresión con el fin de comunicarse mejor con nosotros. Los expertos comparan
la anatomía y el comportamiento de perros y lobos, y comprueban cómo la
composición muscular facial del can cambió respecto a la de sus ancestros
salvajes. El perro, en efecto, ha ido adquiriendo gradualmente un nuevo músculo
–no presente en el lobo, este animal tiene un pequeño tendón en su lugar–
llamado músculo elevador del ángulo medial del ojo, o MEAMO (o LAOM por sus
siglas en inglés), que le permite subir los párpados superiores y las cejas de
modo muy llamativo.
El MEAMO se sitúa justo
encima de los ojos, y permite a los perros elevar las cejas y fruncir el ceño
de forma acusada logrando que sus ojos “parezcan más grandes y más infantiles;
y recuerdan a la mirada que producimos los humanos cuando estamos tristes”,
explica Juliane Kaminski, psicóloga de la Universidad de Portsmouth en Reino
Unido, y coordinadora de esta investigación. Todas estas características
permiten al perro “comunicarse mejor con nosotros” y, según apunta la
científica, despiertan una suerte de instinto protector, “incluso maternal o
paternal”, hacia nuestro amigo de cuatro patas. Estos hallazgos sugieren que
los expresivos ojos perrunos podrían ser el resultado directo de su relación
con los humanos, “ya que, de forma tal vez inconsciente, hemos preferido y
priorizado estos rasgos durante el proceso de domesticación”. Además, poner
ojitos se antoja una herramienta muy eficaz para el perro, “ya que parece
provocar en nosotros un fuerte deseo de cuidarles y protegerles”.
El nuevo estudio
identifica otra diferencia facial importante entre lobos y perros. Así, existe
un músculo que acerca los párpados superiores hacia las orejas, “y que hace que
prácticamente parezca que el perro esté sonriendo por ejemplo cuando jadea”.
Curiosamente, este músculo aparece en todas las especies caninas investigadas,
con la excepción del husky siberiano, una raza antigua y, por tanto, aún más
cercana a los lobos. Aunque algunos lobos sí cuentan con él, este músculo de la
sonrisa aparece con menor frecuencia en esta especie, y cuando surge resulta
mucho más fino.
ELLA NO ESTA - CESAR ESPADA (autor letra y musica)
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