En Pacma, el partido
animalista, son conscientes de la tradición que supone el uso de la pirotecnia
durante las fiestas navideñas y de fin de año, pero sostienen que ésta produce
un efecto extremadamente nocivo para los animales en general y para los
domésticos en particular. Aseguran que a animales como los perros las
explosiones de los petardos les hacen daño de diferentes maneras. Pueden
generar taquicardia, falta de aire, náuseas, temblores, aturdimiento o pérdida
de control, además del miedo que llegan a sentir. Según el perro y la
intensidad de la pirotecnia, estos síntomas pueden agravarse y provocar cuadros
mayores de ansiedad canina. Sin embargo, el efecto nocivo no se reduce a los
perros. Todos los animales son sensibles ante el ruido y la luz generada por la
pirotecnia. En los pájaros, por ejemplo, les puede provocar un aturdimiento tal
que pueden llegar a perder el equilibrio y precipitarse al suelo, lo que les
suele provocar la muerte.
Para Asunción Estévez,
secretaria de la Junta Directiva de Pacma, los petardos deberían prohibirse sin
excepciones porque suponen un riesgo enorme para la salud de los animales. “Los
perros desarrollan una especie de fobia, después de las primeras veces y los
gatos también lo pasan mal. Son más curiosos y a veces salen detrás del
petardo, lo que les provoca la muerte”, expone. En cuanto al uso de pirotecnia
para grandes eventos multitudinarios, Estévez es consciente de que algunas
costumbres están muy arraigadas, pero insiste en la necesidad de cambiar en
algunos aspectos. “En países como Italia los fuegos artificiales se hacen sin
ruido, mediante el uso de drones. Esto en España sería un gran paso que
esperamos que algún día se dé”, señala como alternativa.
Según escribe Alejandro
Navas en Diariocrítico, la postura de la Asociación Española de la Pirotecnia
es reacia a la prohibición, aunque no niegan el posible perjuicio que les pueda
provocar la detonación de petardos en los animales. Por ello, plantean algunas
alternativas como la creación de alguna normativa o ley que permita el uso
recreativo de la pirotecnia, en lugares habilitados donde se garantice la
seguridad tanto de los animales como de las personas. Algo que en la
administración madrileña aún no existe. Pese ello no faltan los que sostienen que
quizás esta tradición debería desaparecer o, al menos, regular una forma para
silenciar los estruendos de las explosiones y los fuegos artificiales.
En general, todas las administraciones
locales contemplan en sus ordenanzas la prohibición del uso de petardos en la
vía pública. En el Ayuntamiento de Madrid, esta prohibición figura en la
Ordenanza de Protección contra la Contaminación Acústica y Térmica, en
concreto, en su artículo 45. Según este apartado, “explotar petardos o
elementos pirotécnicos fuera de los lugares y ocasiones autorizados” constituye
un comportamiento ciudadano inadecuado e implica una sanción. Y quienes tiren
un petardo fuera de los lugares y fuera de ocasiones autorizados se enfrenta a
una multa que puede llegar hasta los 600 euros, en función de la gravedad del
hecho que estime un agente de Policía Municipal. Pero son normas no aplicables
en cada caso a juzgar por las numerosas quejas y protestas de PACMA.
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