Dos actores como la copa de un pino, un argentino que vive en Madrid desde hace 34 años, y un español que a menudo visita Argentina, se sientan en una almuerzo informal, invitados por la Embajada española y hablan sobre los lugares comunes de sus países natales y de sus naciones de adopción. Se trata de Héctor Alterio y José Sacristán, quienes debaten su relación con Argentina mientras degustan una paella y “pulpo a feira”, invitados por el embajador español en Buenos Aires, Rafael Estrella.
Ambos "monstruos de la actuación" recuerdan cómo cada uno de ellos se crió en su país respectivo y ha terminado sintiéndose cómodo en otro. Ambos hicieron cine juntos pero nunca teatro. Ambos interpretan, desde el 30 de abril, “Dos menos”, una obra de un francés, Samuel Benchetrit, en la que dos enfermos terminales se encuentran en una sala de terapia intensiva del hospital y descubren –en pocos minutos y al mismo tiempo– que les queda muy poco tiempo de vida: sólo tres semanas. Y ambos deciden realizar un viaje para vivir las aventuras que antes nunca se permitieron. "A dónde vamos?", pregunta uno. "Nos alejamos", contesta otro. "¿Hacia dónde?", inquiere el primero. "No importa –concluye el segundo–; el objetivo de alejarse es carecer de objetivo”.
Los dos coinciden en sentirse bien fuera de su país, cuando han tenido que ir "a trabajar o a vivir al otro lado del charco". Alterio confiesa que, tras vivir en Madrid, donde han nacido y crecido sus hijos –también actores–, aún le persigue la "dicotomía" España-Argentina. "Estamos aquí, en Buenos Aires, pero en territorio español, comiendo paella y con carteles de España, en una mesa con argentinos y españoles que debaten sobre ambos países. Mi vida siempre ha sido algo así, de los dos lados a la vez". Sacristán se considera "un ciudadano más" de Argentina, después de haber pasado tantas temporadas viviendo y trabajando en este país. "Es una especie de viaje a ninguna parte –explica de ‘Dos menos’– de estos pobres diablos. Nadie puede decir dónde sucede. Incluso puede ocurrir en su imaginación". Y ambos se definen por características absolutamente opuestas, pero complementarios. Uno es temperamental, espontáneo y, por supuesto, menos reflexivo; el otro es más laxo.
Benchetrit juguetea en todo momento con el humor negro y eso evita que su propuesta sea un melodrama. Y lo hace muy inteligentemente, para que no se vuelva una comedia absoluta, creando momentos de reflexión en una química que surge entre Alterio y Sacristán, dos gigantes de la escena. El primero conmueve sólo con una mirada, tal como lo hace en el cine; y el segundo tiene una gracia castiza única. Ambos maniobran y administran los silencios, son sibaritas de cada palabra y cada pausa, y saborean cada instante.
Sacristán aprovechó el primer día libre, el lunes, 5 de mayo, para casarse de verdad con su compañera desde hace varios años, después de haber representado el papel de marido en numerosas obras de cine y de teatro. A la ceremonia, en la sede diplomática, sólo asistieron compañeros de elenco. Amparo Pascual, su actual esposa, es actriz, productora y asistente de dirección de numerosas obras teatrales y de ópera. ¿Y la luna de miel? Más tarde, en noviembre, cuando baje el cartel.