Al cumplir mis 81 años de edad, sigo apegado a mis ideas.
Mi vida, al igual que la
de cualquier otro ser humano con semejante origen social, no estuvo libre de
sinsabores y pesares, aunque también la he rodeado de alegrías y está mezclada con
accidentes perjudiciales e inesperados, tropiezos y triunfos. Una vida repleta
de avatares y de constantes problemas a los que me he visto en la obligación de
enfrentarme. No oculto que quiera conocer las motivaciones que me llevaron
actuar en una u otra forma en una determinada coyuntura. Pienso que mi
ideología política me acompaña como la sombra al cuerpo. Y, en los últimos
años, al recordar la fecha del aniversario de mi nacimiento, pienso en el tiempo
que he vivido, procurando destacar en algo que mañana puedan servir como
referencia a mis nietas y nietos. Aunque soy consciente de que no voy a tener
la oportunidad de exponer lo que he hecho y por qué lo hice así.
Perdí a mi padre al
iniciar este mileno, hace veinticuatro años, pero sigo con mi madre que hace
unos meses cumplió los cien años, con la que siglo hablando y con la que me
comunico casi diariamente por teléfono. Ella sigue viviendo en Mallorca y yo en
Madrid, ambas ciudades iniciadas con la misma M de Miró. Y me mantengo
agradecido porque mi progenitora me educó para que hoy pueda continuar la línea
que me tracé para no llegar a ser en la sociedad humana un inservible que no
aporte algo al desarrollo social. E intento no ser ineficaz como ciudadano y
contribuir al bien común; a no ser como el infecundo que nada positivo genera. Pienso
que mamá me trajo al mundo de los vivos para ser un hombre productivo, servible
y útil en lo que conviene a mi país.
Celebro haber llegado a
los 81 años actuando con sensibilidad; comportándome como fue el deseo de ella,
siempre animado y consciente de mi vida hasta lo último; incidiendo a mi manera
en la vida pública, impulsando causas justas y manteniéndome firme en mis
convicciones. Sin flaquear y sin dar demostración de frustración ni de entrega
y sin caer en debilidades. A mis 81 años debo hacerle honor a esa mujer que me
trajo a este mundo terrenal el 25 de julio de 1943, y fijó en mi cerebro las
ideas que debía honrar con pleno juicio, alta sensatez y pura nobleza. La
perseverancia que ella me inculcó hizo posible mantenerla. No acepto la vida
sin persistir en la tarea que he iniciado: el fin perseguido o la obra proyectada.
Y me siento diseñado para la persistencia; renovándome en los ánimos para
llevar a feliz término lo que me propuse ver realizado. No acepto la
inconstancia, la renuncia, desistir en la ejecución de aquello que me formé la
idea de que debía concluir. Hay que mantenerse obstinado en concluir lo
iniciado.
Porque mamá fue para mí
la gran maestra que no puedo defraudar. Sé que la sociedad en la cual vivo está
dañada moralmente, y que estoy en la obligación de censurar todos aquellos
actos contrarios a la honradez. Sé que debo ser un ciudadano pertinaz,
contumaz, recalcitrante en la lucha contra todo lo que significa corrupción. Ser
cabezudo ante los fenómenos nocivos que corroen el ambiente social, infatigable,
luchando contra todo lo que daña la conducta de los que mañana van a dirigir
nuestro país. Por respeto a la memoria histórica de mi madre tengo con ella el
compromiso de comportarme de forma coherente, mantenerme y ser siempre el mismo
que he sido hasta ahora. E intento actuar de acuerdo con lo que pienso, digo y
hago. Procurando ser una persona análoga con lo que predico y ejecuto, demostrando
un enlace entre mis ideas y mis acciones.
La alegría que me impregnó mi madre, hace que nada me amargue la vida y que la tristeza se apodere de mí. Que ni la congoja, la agonía ni el desaliento me roce. Intento vivir gozoso, no prisionero de pesares. Intento ser un hombre libre, nacido y formado para no guardar rencores; presto para dispensar y no condenar; excusar, no inculpar; comprender y no vengar. Desconozco los resentimientos que solo guían al ser humano a estigmatizar, satanizar, señalar con el dedo para deshonrar a quien ha llevado una vida digna. A mi edad, puedo gritar a todo pulmón que soy un ser humano que tiene mucha suerte. Y me considero muy dichoso porque, habiendo nacido y crecido en el fango de la sociedad, no me he contaminado con las lacras que genera el sistema bajo el cual me ha correspondido vivir.
Guardo plasmada mi
colaboración escriturada durante 60 años de mis 81 años de vida, en más de 29.000
mil artículos, en una decena de periódicos y en 7 libros publicados. Por
último, debo confesar que soy propenso a enamorarme con pasión, en forma
ardiente, de todo aquello que me alegra el alma. Quiero a mis hijos, nietas y
nietos; procuro ser efusivo con mis sinceros amigos y amigas, y, al llegar a
mis 81 años, sigo plenamente convencido de lo que cada día alimentan mi
espíritu y me sirven de motivación para continuar con bríos, esperando cumplir
muchos años más de vida.
1 comentario:
Salutations, Santi, des de Palma.
Jo, dia 7 d,agost tambe fare 81 anys ...
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