“Borbones S.A.”
David Torres comenta en ‘Público’
que a estas alturas de la película va siendo necesario un referéndum para
elegir entre monarquía y república, pero que no estaría muy seguro del resultado.
“Los borbones ejercen sobre los españoles una extraña y malsana fascinación, un
embrujo similar al que desprendía Falconetti en los años setenta, Jota Erre
allá en los ochenta o los peores concursantes de Gran Hermano en cualquier
momento. A veces da la impresión de que sin los borbones podría extinguirse
España tal y como la conocemos, del mismo modo que sin Jota Erre era imposible
que siguiera adelante Dallas. Con toda seguridad, que España se quite de encima
la lacra monárquica sería una excelente noticia, pero, por desgracia, vivimos
en un mundo donde la inmensa mayoría del público eligió a Hannibal Lecter como
el candidato ideal para compartir una cena, sin caer en la cuenta de que ellos
iban a ser el segundo plato…
“La compleja operación de
lavado de cara monárquico (en inglés, kingwashing) fue llevada a cabo con
premura y precisión mediante el procedimiento quirúrgico de extirpar a Juan
Carlos de la corona, una cirugía que no acabó de salir bien del todo si tenemos
en cuenta que el rey Juan Carlos sigue siendo inviolable e irresponsable
gracias al apartado 3 del artículo 56 de la Constitución -un artículo que, la
verdad, parece redactado por Al Capone-. Con lo cual, no sólo la república está
más lejos que nunca, sino que, técnicamente, disponemos de dos monarcas, uno en
La Zarzuela y otro en Abu Dabi, uno emérito y otro de andar por casa. Dicho de
otro modo, tenemos un rey por el precio de dos. Una ganga, se mire como se
mire.
“Ahora el rey Juan
Carlos, después de toda una vida dedicada a la caza mayor, el adulterio, las
regatas y el borboneo, ha montado una fundación en Emiratos Árabes Unidos para
garantizar la herencia de sus hijas y que todo quede en familia. Mucho mejor
tributar en una satrapía árabe que en un país ingrato donde ya no lo quieren
más que para sacar reportajes a bordo de un velero y hacer chistes a costa de
sus deslices genitales y fiscales. Por lo demás, Felipe VI tiene el trono
asegurado con tal de que los trapos sucios los siga lavando su padre. Para ello
cuenta no sólo con la perenne ceguera judicial y la parálisis de la clase
política, sino con el apoyo de un aparato mediático que no cesa en su alabanza
de la corona hasta extremos ridículos.
“Este fin de semana, por
ejemplo, una de esas revistas de casquería que son el no va más del servilismo,
explicaba con todo lujo de detalles ‘los secretos del éxito’ de la infanta
Leonor sin aludir en ningún momento a la carambola genética. Más vasallo aún,
Pablo Motos entrevistaba a Victoria Federica en una inenarrable limpieza
cosmética donde lo más jugoso que pudo sacar fue su gusto por la fideuá y su
afición por meter petardos en los cigarros de sus amigos. Algo lógico en una
familia que ha hecho de la pólvora y las escopetas su auténtico escudo
heráldico. No quisiera dar ideas, pero están tardando en montar una edición
especial de First Dates en Sanxenxo para buscarle novia al rey emérito”.
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