Los ojos del poeta Miguel Hernández.
Nace en Orihuela, el 30
de octubre de 1910 y muere en Alicante, el 28 de marzo de 1942. Fue un poeta y dramaturgo de especial
relevancia en la literatura española del siglo XX. Y esa es la foto de su
carnet de soldado en la guerra civil. Parece fuera de sitio, como si el
uniforme de soldado no se llevase bien con un poeta.
Miguel Hernández fue
pastor de cabras desde muy temprana edad. Fue escolarizado desde 1915 hasta
1916 en el centro de enseñanza «Nuestra Señora de Monserrat» y, de 1918 a 1923
recibió educación primaria en las escuelas del Amor de Dios. Luego, pasó a
estudiar el bachillerato en el colegio de Santo Domingo de Orihuela, regentado
por los jesuitas, que le proponen para una beca con la que continuar sus
estudios, que su padre rechaza. A los quince años, abandona los estudios por
orden paterna para dedicarse en exclusiva al pastoreo. Mientras cuida el
rebaño, Hernández leía con avidez y escribía sus primeros poemas.
Los libros fueron su
principal fuente de educación lírica, convirtiéndose en una persona totalmente
autodidacta en este aspecto. Su pasión creciente por la escritura le lleva a
pensar en comprar una máquina de escribir y dejar de molestar así al vicario,
que era quien le pasaba a limpio sus versos. Eladio Belda, administrador del
semanario social y agrario El Pueblo de Orihuela, le aconseja comprar una de
segunda mano, portátil, marca Corona,
cuyo precio era de 300 pesetas. Miguel Hernández la estrena el 20 de marzo de
1931. A partir de entonces, subirá cada mañana al monte, con el hatillo al
hombro y la máquina de escribir para componer poemas hasta altas horas de la
tarde.
Fue delatado y detenido y
ya en la prisión, convivió con Buero Vallejo y éste realizó el famoso retrato a
lápiz del poeta, icono durante la Dictadura. Fue juzgado y condenado a muerte
en marzo de 1940 por un consejo de guerra. Y falleció en la enfermería de la
prisión alicantina a las 5:32 de la mañana del 28 de marzo de 1942, con tan
solo treinta y un años de edad. Se cuenta que no pudieron cerrarle los ojos,
hecho sobre el que su amigo Vicente Aleixandre compuso un poema. Según él, sus
ojos eran azules. Según su esposa, eran verdes. Y según su expediente penal,
pardos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario