viernes, 31 de octubre de 2025

Los ojos del poeta Miguel Hernández.

 

Nace en Orihuela, el 30 de octubre de 1910 y muere en Alicante, el 28 de marzo de 1942.  Fue un poeta y dramaturgo de especial relevancia en la literatura española del siglo XX. Y esa es la foto de su carnet de soldado en la guerra civil. Parece fuera de sitio, como si el uniforme de soldado no se llevase bien con un poeta.

Miguel Hernández fue pastor de cabras desde muy temprana edad. Fue escolarizado desde 1915 hasta 1916 en el centro de enseñanza «Nuestra Señora de Monserrat» y, de 1918 a 1923 recibió educación primaria en las escuelas del Amor de Dios. Luego, pasó a estudiar el bachillerato en el colegio de Santo Domingo de Orihuela, regentado por los jesuitas, que le proponen para una beca con la que continuar sus estudios, que su padre rechaza. A los quince años, abandona los estudios por orden paterna para dedicarse en exclusiva al pastoreo. Mientras cuida el rebaño, Hernández leía con avidez y escribía sus primeros poemas.

Los libros fueron su principal fuente de educación lírica, convirtiéndose en una persona totalmente autodidacta en este aspecto. Su pasión creciente por la escritura le lleva a pensar en comprar una máquina de escribir y dejar de molestar así al vicario, que era quien le pasaba a limpio sus versos. Eladio Belda, administrador del semanario social y agrario El Pueblo de Orihuela, le aconseja comprar una de segunda mano, portátil,  marca Corona, cuyo precio era de 300 pesetas. Miguel Hernández la estrena el 20 de marzo de 1931. A partir de entonces, subirá cada mañana al monte, con el hatillo al hombro y la máquina de escribir para componer poemas hasta altas horas de la tarde.

Fue delatado y detenido y ya en la prisión, convivió con Buero Vallejo y éste realizó el famoso retrato a lápiz del poeta, icono durante la Dictadura. Fue juzgado y condenado a muerte en marzo de 1940 por un consejo de guerra. Y falleció en la enfermería de la prisión alicantina a las 5:32 de la mañana del 28 de marzo de 1942, con tan solo treinta y un años de edad. Se cuenta que no pudieron cerrarle los ojos, hecho sobre el que su amigo Vicente Aleixandre compuso un poema. Según él, sus ojos eran azules. Según su esposa, eran verdes. Y según su expediente penal, pardos.

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