sábado, 13 de septiembre de 2008

13 de septiembre. "Váyanse al carajo, yaquis de mierda"

Hugo Chávez manda al carajo a los norteamericanos.
Estado de sitio, en la región boliviana de Pando.

“Váyanse al carajo, yanquis de mierda, que aquí hay un pueblo digno”. Es el grito provocador del presidente venezolano, Hugo Chávez, contra los norteamericanos, al expulsar al embajador de los EEUU en Caracas por solidaridad con Bolivia. Su homólogo, Evo Morales, había ordenado, en la víspera, la salida de la misión diplomática estadounidense, acusada de instigar las violentas protestas que provocan la nación andina. Chávez amenazó con cortar el suministro de crudo a su principal cliente petrolero. Y Estados Unidos ha expulsado, por de pronto, a los embajadores de Bolivia y Venezuela. Después del número que mantuvo Chávez con el Rey Juan Carlos, que de amigo pasó a enemigo número uno para terminar de nuevo unidos y reconciliados en Marivent, ¿quien sabe lo que puede pasar mañana con esos “yaquis de mierda”, acostumbrados a no ceder ante nada ni a perdonar tan fácilmente al enemigo?

viernes, 12 de septiembre de 2008

12 de septiembre. Narices, injertos, estiramientos, melenas...



A menudo, los personajes más conocidos se cambian la nariz, la cara o lo que sea necesario por motivos estéticos. A mediados de agosto, la Princesa Letizia, recomendada por el servicio médico de la Casa Real, se sometió a una septorrinoplastia pero sus médicos alegaron enseguida que no había sido por motivos estéticos, sino para mejorar sus problemas respiratorios. Los Príncipes de Asturias, que tuvieron que interrumpir inesperadamente su descanso estival por el accidente aéreo en Barajas en el que murieron 153 personas, visitaron los diferentes hospitales de Madrid, donde permanecieron ingresados 19 supervivientes de la tragedia aérea. Fue entonces cuando el público reparó en la nariz de la princesa.

La nueva imagen de la Princesa de Asturias se publicó en las primeras páginas de los periódicos y en las revistas del corazón. La nueva nariz de la princesa, que había costado casi el sueldo de un currante durante un año, se había hecho noticia. Pero no había sido en Ginebra, ni en Suiza, ni en los EEUU, sino en el hospital en el que nacieran sus dos hijas. La princesa había recalado el 11 de agosto en el Hospital Ruber Internacional, en Mirasierra (Madrid) para hacerse casi en secreto una rinoplastia. Sólo el trágico accidente de Spanair había trastocado sus planes. Pese a que apenas levantara la cabeza del suelo, compungida y lívida por aquel acontecimiento trágico, dejando que el Príncipe hablara por ella, algunos periodistas advirtieron enseguida su rostro y notaron en él una expresión diferente. Y a la Casa Real no tuvo más remedio que reconocer el cambio en su nariz.

Los príncipes de Asturias volvieron a aparecer en la portada de la revista “El Jueves”, aunque, en esta ocasión, a causa de la operación de nariz. “Felipe, sorprendido con una desconocida”, tituló este semanario humorístico que más portadas ha publicado de los integrantes de la monarquía. La revista incluía varios fotomontajes con el título "Más cirugías para la realeza", donde se observaban a varios integrantes de la casa real con algunas partes de la cara transformadas. Igualmente, la moda de los cambios de imagen afectó a otros personajes de la política. El jueves, 4 de septiembre, saltaba la noticia de que José Bono, presidente del Congreso, había aprovechado el verano para hacerse unos implantes capilares que le permitieron lucir su frondoso flequillo en un programa de televisión. El injerto había conseguido rejuvenecerlo por unos años, aunque conservando la misma ideología y talante de católico practicante de siempre.

José María Aznar, fue otro de los políticos que intentó mejorar su imagen de “huraño funcionario de enjuto bigote y pelo negro pegado a la cabeza”, convirtiéndose en joven ex presidente de melena suelta, larga cabellera y bigote cada vez más canoso. Otro tanto ocurrió con el presidente italiano, Silvio Berlusconi, que pasó por el quirófano y por un salón de belleza para su estiramiento facial, su implantación de pelo y su blanqueó de dientes. También Carlos Ménem, ex presidente argentino, se estiró su rostro, cambió el color de su pelo y consiguió una sonrisa más atractiva. Aunque su cara, sometida a repetidos liftings, mantiene los estragos que dejan a su paso los 78 años que tiene. Y la imagen del presidente galo, Nicolás Sarkozy, fue cuidadosamente presentada por que la revista Paris Match, tras ser sometida a unos retoques para disimular un michelín. Lo que no impidió ligarse a Carla Bruni, una supermodelo de los años 90 y convertirla en su flamante esposa.

Pero, curiosamente, a ninguno de los personajes de actualidad o de moda se le ha ocurrido hacerse un injerto de la corteza cervical para renovar o cambiar sus ideas. Seguro que, de haberlo intentado, hubieran ganado varios puntos. Aunque no hay quien dude de que ésta sea una moda oportuna en un futuro.

jueves, 11 de septiembre de 2008

11 de septiembre. "Pigs in muck" (Cerdos en la mugre)



La demagogia es un arma demasiado fácil para atacar al contrincante. Harto está uno de ver cómo es utilizada por unos o por otros con la mayor desfachatez y soltura, especialmente en los medios de comunicación social que defienden “su verdad” o atacan el error ajeno. Veamos algunos casos.

“Financial Times” hacía, el pasado día 1, un balance de la economía portuguesa, italiana, griega y española, a las que se refería con el acrónimo de "cerdos". Se trata, según dicho periódico, de un apodo peyorativo, que refleja, en gran medida, la realidad de estas economías. "Hace ocho años –escribía el diario británico–, los cerdos llegaron realmente a volar. Sus economías se dispararon después de unirse a la eurozona. (...) Ahora los cerdos están cayendo de nuevo a tierra”. Añadía que el déficit por cuenta corriente afecta especialmente a España, Portugal y Grecia. Ante esta situación, indicaba que las medidas más evidentes, como la devaluación de la divisa o la recaudación de fondos del BCE, parecen complicadas y apuntan a una profunda recesión. "El indicio más dramático de ello puede apreciarse en España –editorializaba Financial Times–, donde el índice de desempleo aumentó casi un punto porcentual en el segundo trimestre”.

Posteriormente, el diario británico publicaba la carta de la Asociación de Directivos de Comunicación (Dircom) en la que éstos expresaban su malestar por el artículo publicado. En la misiva, dirigida al director del periódico, la asociación, que agrupa a los responsables de prensa de las principales empresas españolas, señalaba que los calificativos utilizados "no pueden ser considerados como un juego de palabras poco afortunado ni una broma de mal gusto", ya que atentan contra la dignidad de sus ciudadanos, políticos y empresas. Denunciaba que el análisis hecho en ese artículo es “superficial”, “carece de rigor” y resulta “despectivo y denigrante”. Advertía, además, que las economías a las que el periódico se refería padecen dolencias "de origen exógeno en su origen", pero muy similares a las de EE.UU. o Reino Unido. Y recordaba que España es la octava economía del mundo a la que acuden muchos de los ciudadanos extranjeros para disfrutar de su jubilación, pasar unas vacaciones o divertirse los fines de semana. “Seguro que ellos tampoco sienten que aquí, en tierra española –concluye la Dircom con cierto ironía–, vivan entre la mugre”.

Otros comentarios de compatriotas que se defendían con uñas y dientes llegaron a la prensa. Acusaban a los británicos de venir a España a divertirse, borrachos y sin reparar en escándalos públicos, destrozando el mobiliario urbano y haciendo lo que en su país no se les permite hacer. “Vienen a España –decían unos– en donde dejan la pela y las autoridades miran a otra parte”. “El boom de la construcción –alegaban otros–, iniciado bajo Aznar, era una burbuja. España, no es la octava economía del mundo, sino la undécima. Las diez primeras son los EEUU, Japón, China, Alemanía, Rusia, Francia, Reino Unido, India, Italia, Brasil y luego España y Cánadá”. “Son los mismos que nos daban lecciones de moral –acusan los más afectados– porque la selección española de baloncesto se hizo una foto con los ojos rasgados para ir a Pekin. Esta es la moral anglosajona y su particular ley del embudo, ancha para ellos, estrecho para los demás”.

Por cierto, el gesto de los ojos rasgados fue interpretado en la web de “The Guardian”, como “irresponsable”, “inconveniente”, “insultante” y “racista”. La foto elegida podía interpretarse como un gesto racista. Los jugadores de la selección salieron al paso de las críticas defendiendo su gesto como un guiño cariñoso hacia sus anfitriones. Y Gasol pidió perdón a quienes se hubieran sentido ofendidos y declaró en "The New York Times": “Para mí fue una bobada por nuestra parte haberlo hecho”. No fue el único miembro de la selección que se pronunciara sobre el tema. El técnico, Aito García Reneses, quiso recordar las buenas relaciones de España con China y matizó que, con esa fotografía, sólo se pretendía hacer una broma. José Manuel Calderón aseguró que no había ninguna mala intención detrás de la imagen y que “no hay que mezclarla con otros incidentes que recuerda la prensa extranjera como los que tuvieron lugar en el circuito de Cataluña contra Lewis Hamilton”. Técnicos estadounidenses aprovecharon la fotografía de la selección para poner en tela de juicio la capacidad de Madrid para organizar los Juegos de 2016.

Aprovechando el momento, 'The Guardian' rescató del baúl de los recuerdos otros incidentes como los comentarios de Luis Aragonés sobre Thierry Henry o los insultos al piloto de Fórmula 1 Lewis Hamilton en el circuito de Montmeló el año pasado, cuando disputaba el campeonato con su compañero, Fernando Alonso.