sábado, 25 de marzo de 2017

La Iglesia española se vuelve a derechizar.


La Conferencia Episcopal ha elegido al mismo tándem para dirigir la Casa de la Iglesia. Un moderado, Ricardo Blázquez, como presidente por mayoría aplastante (más de dos tercios), mientras que el conservador Antonio Cañizares arrebata a Carlos Osoro la vicepresidencia y se convierte en el número dos. Cuando Blázquez y Cañizares fueron elegidos por primera vez, faltaba un mes para la muerte de Juan Pablo II, gobernaba Zapatero y el asociacionismo católico se imponía –con el aval del Episcopado– contra el matrimonio gay o contra Educación para la Ciudadanía. Doce años después, ya con Francisco en Roma y el PP en Moncloa, con las asociaciones ultracatólicas cada vez más alejadas de la jerarquía episcopal, se produce un resultado similar.

Hoy, los obispos españoles siguen siendo mayoritariamente timoratos, y no terminan de apostar decididamente por las reformas que auspicia, desde Roma, el Papa Francisco. Solo así puede entenderse el equilibrio de poder entre un moderado (Blázquez), elegido cardenal por Francisco, y un conservador (Cañizares), a quien el Papa sacó de Roma para enviarlo a Valencia. Es el mismo cardenal que declaró que hay un “imperio gay” y contra el que la Fiscalía abrió diligencias tras una denuncia. El mismo que se ha manifestado en numerosas ocasiones contra la “ideología de género”, y el mismo que el propio Papa llamó a capítulo a Roma por estos episodios.

Mientras tanto, una veintena de prelados, muy cercanos a los sectores ultraconservadores, vota en bloque, y logra incluir en el Comité Ejecutivo (el máximo órgano de decisión de la Iglesia entre asambleas plenarias) a uno de sus máximos representantes, Jesús Sanz. Se trata del arzobispo de Oviedo,  uno de los prelados más conservadores, amén de tener que responder próximamente ante la Justicia por una supuesta venta irregular de los bienes de la Asociación Lumen Dei, por valor de unos 12,7 millones de euros, y que ha desahuciado a unas monjas

En el sector mayoritario se encuentran cuatro obispos señalados directamente por Francisco como hombres de su entera confianza: Blázquez (nombrado cardenal por Francisco), Osoro (también erigido purpurado por Bergoglio, y secretario general del Sínodo de Obispos), Omella (el arzobispo de Barcelona convertido en su voz, además de ejercer como mediador en los casos de abusos que llegan desde nuestro país) y Jiménez Zamora (el arzobispo de Zaragoza, hombre de la total confianza de Osoro,  nombrado por Francisco para frenar varios escándalos en la diócesis del Pilar). Pero Blázquez y Cañizares siguen controlando a la Iglesia española. El primero desmiente una vuelta atrás de los obispos españoles. “Ninguno de nosotros –declara– tenemos el reloj parado. Estoy seguro que vuestros relojes, el de Cañizares y el mío, marcan la misma hora. El que los obispos hayan de nuevo confiado la responsabilidad a los que ya lo hicimos hace unos años, no significa vuelta atrás, sino una segunda vez”. Pero todo parece controlado por la derecha con Cañizares y Jesús Sanz, la gran sorpresa del Ejecutivo. El arzobispo de Oviedo es uno de los prelados más conservadores, y el único de todos los miembros del Comité en necesitar una segunda vuelta para ser elegido.

viernes, 24 de marzo de 2017

Escritoras de la postguerra.

Ana Maria Matute, Carmen Martín Gaite y Josefina Aldecoa, mujeres de postguerra.

Mujeres de la posguerra (2017) podría encuadrarse, según caninomag.es,  en el grupo de libros gran reserva, pequeños lujos que sorprenden en cada temporada. “Inspirado inicialmente por el estudio de Nada (1942) de Carmen Laforet –explica la autora, Inmaculada de la Fuente, autora de este ensayo–, el libro se detiene en las biografías de varias escritoras que sufrieron el efecto de un atroz denominador común: la guerra civil. Tras la guerra, nada quedaba en las despensas, nada en el horizonte… sólo una sociedad en descomposición. Carmen Laforet, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite y Josefina Aldecoa se empeñaron en ser escritoras, tal vez en la peor época para serlo. A pesar de tener el mundo en contra, desarrollaron sus obras enfrentándose tanto a la falta de recursos como al nacionalcatolicismo que llegó tras la contienda, una época de retroceso que tiñó el mundo de negro. Basándose en sus vidas y el análisis de sus obras, ‘Mujeres de la posguerra’ traza un recorrido fundamental sobre las relaciones entre estas escritoras y la influencia de otras, como ‘Las sinsombrero’, también presentes en la recopilación. Una mirada generacional que nos retrata el transcurrir de una época”.

“Estas escritoras vivían con los condicionamientos del resto de las españolas, pero sin creérselos –nos cuenta De la Fuente–. A través de sus biografías, podemos leer nuestra historia y la de nuestras abuelas”. El lector devota con avidez las más de quinientas páginas de este libro que fuera presentado en su primer avance por la editora Planeta y que, posteriormente, ha sido renovado por la Editorial Silex, siendo presentada como una obra más amplia y renovada. “Es necesario recuperarlas –nos dice Cristina Pinedo, editora del libro–. Las redes sociales están contribuyendo a rescatar estas historias. A dar visibilidad a lo que no tenía luz. Ellas eran unas precursoras. Tanto que hasta se divorciaron… Eran muy valientes. Fueron necesarias en esa época”.

jueves, 23 de marzo de 2017

Felipe VI se queda sin su parque, ganado por la izquierda.

Pancarta colocada por los vecinos al no estar de acuerdo en llamarlo parque Felipe VI.

Los grupos municipales de Ahora Madrid y PSOE votaban el pasado martes en el Pleno de la Junta Municipal de Hortaleza a favor de cambiar el nombre del Parque Felipe VI por el de Parque Forestal de Valdebebas, mientras que PP y Cs se oponían, tildando la medida de “ofensa gratuita”. De esta manera, el “sí” de los 9 vocales vecinos de “Ahora Madrid” junto al de los 4 del PSOE, se impusieron a los 9 vocales vecinos de PP y los 3 de Cs. El cambio, que deberá pasar por la Junta de Gobierno, viene a “recuperar” un nombre que “cambió” el Consistorio de Ana Botella, según indica el edil Ramón Silva. Éste argumentó que “en el último momento, Botella decidió cambiarlo, poniéndole el de Felipe VI, sin consultar con asociaciones de Hortaleza ni con el resto de grupos”, por lo que “se generó un problema donde no lo había”.

La edil Inmaculada Sanz insistió en que se trataba de una “ofensa gratuita” puesto que “no entendemos esta ofensa al Jefe de Estado”. Para ella y los populares fue “un día triste para el jefe del Estado, la Corona, los españoles y la mayoría de los madrileños”. En opinión de la edil popular, la retirada del nombre se basó en una “decisión sectaria” establecida sobre una coartada en la que “2.528 personas habían votado a favor del cambio de nombre. Menos del 0,1 de los madrileños”. La edil popular recordó que la retirada de este nombre, que se puso como “homenaje”, se había llevado a cabo en el segundo parque más grande de la capital. Y argumentó que cuando Botella decidió dar este nombre al parque, la oposición, formada por UPyD, PSOE e IU, votó en contra, atendiendo a las asociaciones vecinales.

El gobierno de Ahora Madrid incluyó la cuestión sobre el renombramiento de esta zona verde para recoger la voluntad de los vecinos del distrito. Los empadronados que participaron en la votación que se desarrolló solo en este distrito fueron 3.700 sobre un total de 176.000. De ellos, el 67% apoyó quitar el nombre que le había dado la anterior alcaldesa, Ana Botella (PP), en 2014. El gobierno municipal de Manuela Carmena (Ahora Madrid) consideró que el resultado de la consulta era vinculante. Los madrileños que participaron en la consulta convocada por ella para llevar a cabo cambios en la ciudad fueron un 7,8% del censo. Y el coste total de la operación fue de 1,1 millones.

Yolanda Rodríguez, concejala presidenta de Hortaleza, asegura que la consulta sí obedecía a una inquietud del distrito. Tildó el cambio de nombre durante la época de Botella de “unilateral”. Sin embargo, Esperanza Aguirre, portavoz del PP, criticó que Ahora Madrid sometiese a consulta ciudadana una petición que no era prioritaria y consideró que cambiar el nombre de Felipe VI “ofende al Rey y a los españoles”. La popular agregó que con 2.500 votos no se puede cambiar el nombre de un parque decidido en el pleno municipal: “Es una magnífica demostración de cómo la llamada democracia directa es una forma de manipular a los ciudadanos”, afirmó.