La Policía Municipal de Madrid contra José María Lara, Txepe, el pasado 15 de abril.
Policías municipales de
Almeida detienen a golpes a un anciano que les acusa de racistas. Varios vídeos
publicados en redes sociales muestran el arresto el pasado sábado, 15 de abril,
en las inmediaciones del metro. Los vecinos de Lavapiés, en Madrid, denuncian un
nuevo episodio de “brutalidad policial” en la plaza de la capital. Los vídeos muestran
el arresto entre gritos en las inmediaciones del metro. En las imágenes se puede
observar cómo efectivos de la policía se llevan esposado a un joven en la parte
trasera de un vehículo policial. Unos agentes intentan introducirlo en el
vehículo mientras otros le agarran de los pies para empujarlo al interior del
coche. A pocos metros, otra persona mayor se acerca al detenido,
cuando un agente intenta agarrarle del brazo. El anciano intenta zafarse, pero
los dos policías acaban por tirarle al suelo y le presionan con una rodilla
sobre la espalda para inmovilizarlo y esposarlo. “Podemos Madrid Centro”
publica un comunicado en Twitter en el que califica lo ocurrido en Lavapiés
como “una vergüenza” y pide responsabilidades a la Policía de Madrid “por la
actuación desproporcionada que han sufrido los vecinos del barrio de
Embajadores-Lavapiés”.

El cineasta, José
María Lara Txepe Lara, un anciano de 75 años, es maltratado por la Policía de
Madrid quien lo tira al suelo y lo esposa. Se trata del reconocido productor de cine, impulsor del cine vasco en los años 80. A
Txepe Lara le duelen las rodillas y la espalda. En el vídeo difundido en redes
se ve a tres policías encima de él. “Fue todo muy complicado –se lamenta–. De repente, me vi tirado en el suelo,
esposado, metido en el coche de Policía y llevado a un calabozo inmundo, con
orines por el suelo” cuenta a Público. Txepe está acusado de quitarle la porra
a un agente. “Es ridículo, y, en todo caso, ¿qué clase de policía se deja
arrebatar la porra por un señor de 75 años? Lo que yo hice fue sujetar la porra,
como un acto reflejo ante el golpe que se me venía encima. La sujeté con las
dos manos” explica. Lara estaba en los exteriores del Teatro Valle Inclán de
Madrid, en un acto sobre la oposición de la sociedad francesa al cambio en el
sistema de pensiones. “Al final, escuchamos el alboroto y las sirenas de
Policía y me acerqué. Vi una intervención policial contra dos chicos magrebíes;
uno de ellos estaba en el suelo, pálido, mientras una agente intentaba
reanimarlo. Le pregunté si habían llamado a un médico y me contestó que sí, que
estaba a punto de llegar una ambulancia”, relata. En ese momento, el productor
se retiró y se situó en la acera. “Veo a un agente pegar por la espalda a un
hombre que estaba presenciando el suceso y se lo recrimino. No recuerdo las
palabras, pero le diría que era una cobarde por pegar a la gente por la
espalda. Entonces, varios agentes fueron a por mí mientras gritaban: ‘Este también, detenido’. Y se
abalanzaron sobre mí para tirarme al suelo. Fue como si tuvieran la orden de esposarme, cuando yo les dije que no me iba a resistir”,
cuenta Lara.

José María 'Txepe' LaraLa versión del policía,
profusamente difundida, sitúa a Txepe Lara prácticamente como un vándalo que arrebatase la porra, lo que podría suponer una acusación de grave resistencia a
la autoridad. De momento, Txepe quedó en libertad, sin cargos, a la espera de
que el juzgado pueda citarle. “Es una barbaridad que digan que yo le arranqué
la porra”, clama el cineasta, sorprendido del cariz que ha tomado la noticia en
algunos medios de derechas en los que le llaman “etarra” y “exmiembro de ETA”. Txepe
Lara reconoce que militó en ETA hace 50
años, cuando en España había una dictadura criminal. “No voy a rechazar mi
pasado. Hay que contextualizar cómo eran las luchas de la sociedad española
hace 50 años” dice. Añade que ha producido medio centenar de largometrajes y otros
tantos cortos. Que estuvo formándose en Alemania como operador de cámara. Y
que, en 1974, contactó con un militante de ETA y se dedicó a dar a conocer la
lucha del pueblo vasco. “Un año después, regresé a España ya como miembro de la
organización para colaborar en la fuga de la Cárcel de Segovia de una veintena
de luchadores antifranquistas. La fuga fue un fracaso por la presencia de un
topo y acabó con la detención de los fugados y sus colaboradores, entre ellos,
yo, en abril de 1976”. José María Lara pasó 13 meses en prisión preventiva en
la Cárcel de Carabanchel (Madrid) y salió tras un indulto. Pero nunca se le
llegó a juzgar. Pasó a la clandestinidad
en Francia, donde fue detenido durante la Semana Santa de 1981 y condenado a
nueve meses de prisión, tras los cuales fue enviado a la frontera con Suiza,
negándose el Gobierno francés a la extradición pedida por España. En enero de
1982, Txepe Lara participó en la famosa rueda de prensa de la VII Asamblea de
ETA, donde se anunció el abandono de la lucha armada por parte de un sector que,
aunque minoritario, fue determinante. “A cuentagotas pudimos volver a España.
Entonces, Euskadiko Ezkerra me envió a Pamplona para organizar el partido allí.
Es cuando comencé a trabajar en el cine”, recuerda Lara.

En 2019 recibió el premio Zinemira, el galardón honorífico por toda su carrera de impulso al cine
vasco.‘Txepe' Lara cree que su
caso es “una anécdota” en comparación al de los dos jóvenes de origen magrebí
que la Policía Municipal de Madrid interceptó primero: “Soy uno de los abuelos
del cine vasco”, comenta en Eldiaio.es, entre el orgullo y la campechanía. Es
el único momento de la charla en el que se relaja un poco, todavía visiblemente
alterado por lo ocurrido el pasado sábado en la Plaza de Lavapiés. Pese a ello,
afirma sentirse “bien”, tanto física como mentalmente. Su voz denota, no
obstante, el estado de zozobra en el que todavía se encuentra. Reconoce haber
recibido en las últimas horas “muchas llamadas” por parte de varios medios de
comunicación. Y explica detalladamente y con pausa su versión de lo acontecido.
“Unas cuantas personas salíamos de un acto sobre lo que está sucediendo en
Francia a raíz de la reforma de las pensiones. De repente, empezó un enorme
guirigay con sirenas de la policía, así que nos aproximamos y vimos que había
dos detenciones un poco aparatosas. Me acerqué a uno de los chavales, al que estaban
apretando contra el suelo. Parecía estar un poco mal. Pregunté a una de las
agentes si habían llamado a una ambulancia y me dijo que sí”. Fue entonces
cuando llegaron todavía más efectivos y la situación acabó de desbordar: “Uno
de ellos le dio una hostia a un señor que estaba de espaldas, ya alejándose”.
En ese instante, se dirigió a dicho agente: “Creo que él mismo estaba un poco
asustado por lo que había hecho, pero no hubo tiempo de nada, porque, de
repente, apareció otro policía que quiso pegarme con la porra. Conseguí
sujetarla con las dos manos y se produjo un forcejeo”. Lara cuenta que el
efectivo municipal gritó “¡este también detenido!” y, acto seguido, se produjo
“lo que ya ha podido ver todo el mundo”, en referencia al vídeo difundido en redes.
Posteriormente, Lara fue trasladado a la comisaría de la Policía Nacional de
Moncloa. Desconoce si se le van a imputar cargos: “Los policías municipales
habrán hecho su declaración, pero desconozco el contenido de ella. Yo, desde
luego, me negué a firmarla”. Según Lara el comisario decidió que no tenía
sentido que siguiese detenido en dependencias policiales: “Podía irme a casa y
me llamarían si la autoridad judicial lo considerase oportuno”, relata. Por su
parte no descarta emprender acciones legales contra algunos de los agentes
implicados: “Estudio denunciar los hechos como abuso policial. Mi abogado va a
recopilar y a enviar las fotos y los vídeos para que la Justicia determine si
hay un delito”. En cuanto al carácter racista en el origen y la intensidad de
la intervención policial contra los dos jóvenes detenidos en la plaza (ambos de
origen magrebí), denunciado por varios testigos y usuarios de las redes
sociales, prefiere no manifestarse.

Ahora bien, se muestra especialmente
preocupado por el estado de salud y judicial de dichos jóvenes: “Mi detención
es, al fin y al cabo, una anécdota. Lo importante es que no sabemos nada de la
de dos ciudadanos con documentación española”. Lara sí concreta que los
detenidos no tienen relación con una pelea que se produjo unos minutos antes, a
pocos metros de estos altercados, y que, desde luego, los arrestos no se
produjeron por ese motivo. Conforme la conversación avanza, deja caer que “es
posible” que la procedencia magrebí de los dos jóvenes haya tenido relación con
una posible actuación policial desproporcionada, aunque incide en que lo que
más le interesa es “saber qué tal están”. La Policía Municipal se limita a
señalar que, por el momento, prefieren “no hacer ningún tipo de declaración al
respecto”. Quien sí ha opinado es el alcalde de Madrid, José Luis
Martínez-Almeida, quien, en un acto en Ifema, remarcó su “respaldo total y
absoluto” al cuerpo y ha aseverado que no va a permitir que “cuatro podemitas
le digan a la Policía Municipal lo que tiene o no tiene que hacer”. Estas
palabras han llegado después de que la ministra de Derechos Sociales y Agenda
2030, Ione Belarra, criticase en Twitter como “muchos barrios de Madrid están
cansados de ver redadas basadas en perfil étnico”, por lo cual pidió a Almeida
“depurar responsabilidades”.

“La trayectoria vital de
Txepe Lara –publicó el lunes LQSomos, bajo el titular: ‘La
erótica del poder: la pasión por hacer daño como instrumento de mordaza’– ha
estado siempre vinculada a la justicia social y la defensa de los derechos
humanos: abandonó Alemania, donde, a los 18 años, fue enviado por su padre. Allí trabajo,
estudio y se licenció como ingeniero fotográfico. La noticia del asesinato de
Puig Antig lo trajo de vuelta a España con el objetivo de organizarse en la
lucha antifranquista y así lo hizo del 1974 hasta 1982, participando en la
disolución de ETA político/militar, tras haber pasado por las cárceles
franquistas como preso político. Muy posteriormente militó en la asociación de
presos y represaliados durante el Franquismo “La Comuna”. La conciencia,
social, política y cultural de este enorme ser humano no le permitió, el sábado
15, pasar de largo o quedarse indiferente ante el abuso policial contra
inmigrantes subsaharianos en el barrio de Lavapiés. El resultado, una vez más
fue la brutalidad policial contra Txepe, la que sufren quiénes denuncian ese
abuso de poder, quienes no tienen miedo, y saben por experiencia propia que
solo el pueblo salva al pueblo, pues no hay mejor juventud que la de los no
sometidos, mayor rebeldía que frenar con las propias manos la agresión del
sistema. Txepe Lara fue detenido y paso la noche en un calabozo que debió
traerle a la memoria aquellos tiempos de la interminable noche franquista en
cautividad. Hacemos sabedoras a organizaciones defensoras de derechos humanos,
sindicatos y gentes del mundo de la cultura que permanecer callados ante la
brutalidad policial contra quienes defienden que ningún ser humano es ilegal”.
. El emérito, junto a su amigo Pedro Campos, tras su llegada
al aeropuerto de Peinador (Vigo) en su segunda visita a España desde Abu Dabi. Cuatro
días después de estos hechos sucedidos en el barrio madrileño de Lavapiés, la
llegada de Juan Carlos de Borbón a Galicia acapara el seguimiento mediático y
opaca el acto de su hijo, el rey, en la ciudad malagueña de Ronda, en el que
reclamaba ante 2.500 escolares “modelos y referencias éticas” para la sociedad
española. El aterrizaje de Juan Carlos de Borbón en Vigo el miércoles a
mediodía en un lujoso avión privado y su llegada en todoterreno con asientos de
cuero al chalé donde se aloja en la veraniega localidad gallega, eclipsó por
completo la visita que su hijo, Felipe VI, y su nuera, Letizia Ortiz, habían
programado, a 900 kilómetros de distancia, en la villa andaluza de Ronda. El
rey titular y su Casa no dejan de hacer méritos con la agenda oficial para
aparentar cercanía con los súbditos, pero sus esfuerzos se diluyen por el
empeño de su emérito progenitor en protagonizar tertulias y titulares de
diarios y telediarios. “Calificado molestamente por el Gobierno como ‘privado’
y disfrazado de supuesta discreción, aplaudido por el PP en Galicia y fuera de
ella y denostado por la izquierda a la izquierda, el segundo viaje del anterior
monarca a España desde que se refugió moral y fiscalmente en Emiratos Árabes
Unidos volvió a poner al borde del ridículo a su familia real. Real en los dos
sentidos”. Así lo escribe Juan Oliver en Público, al aparecer a mediodía a pie
en la plaza de toros de la Real Maestranza de Ronda, para asistir a un
espectáculo ecuestre. “A puerta gayola, caminando sobre la arena como un Borbón
torero, fue saludando al público que le aclamaba desde los tendidos, la mayoría
escolares, unos 2.500, ansiosos por palmear su mano y encantados de ver a la
monarquía de cerca, pero desde la barrera. Casi al mismo tiempo, más de medio centenar
de periodistas aguardaban en Peinador, el aeropuerto de Vigo, para filmar en
directo y desde lejos al exjefe del Estado descendiendo del Bombardier Global
500 de la compañía Royal Jet Group, con sede en Abu Dabi. El precio medio por
una hora de vuelo en ese tipo de compañías ronda los 7.000 euros…Desde
Peinador, Juan Carlos emprendió viaje hacia Sanxenxo, conducido por Pedro
Campos, su amigo regatista y presidente del Real Club Náutico de Sanxenxo, que
organiza la competición de vela que empezaría tres días más tarde…”.

Felipe VI, en Ronda, eclipsado por el viaje del emérito a Sanxenxo.A
su llegada al chalé de Campos, y al contrario que en su última visita, el
anterior monarca ni siquiera bajo la ventanilla para hablar con los periodistas
y curiosos que se arremolinaban en el exterior. Sólo saludó sonriente desde el
coche, pero sin más explicaciones. Según fuentes del Ayuntamiento de Sanxenxo,
no habría recepción oficial ni contacto con el público ni con la prensa, como
sucedió hace un año. Ni una palabra sobre el discurso que horas antes, frente a
los 2.500 niños y niñas con los que compartió el espectáculo ecuestre, dio su
hijo Felipe en la plaza de toros de Ronda, y en el que instó a la sociedad
española a abrazar la “modernidad” y a dotarse de “modelos y referencias
éticas”.
El rey emérito, Juan Carlos I, navega de nuevo en su Brribón en Sanxenxo, Pontevedra.
La CUP, como ya hizo en
diciembre de 2021, emplea un subterfugio para preguntar en la sesión de control
sobre Juan Carlos I. “¿Qué opinión le merecen al Gobierno los valores
deportivos que transmite el campeonato español de vela en Sanxenxo?”, reza la
pregunta que el parlamentario Albert Botran hará el próximo miércoles al
ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta. Para indagar sobre esta cuestión
en el Congreso, la portavoz de la CUP, Mireia Vehí, se sirve de otra fórmula
encubierta en una pregunta oral dirigida a Pedro Sánchez. “¿Patrimonio Nacional
u otro organismo del Estado le está buscando residencia a algún ciudadano
español que vive actualmente en el extranjero?”, pronunció la diputada en una
sesión de control. “Debe de tener más información que yo. Le puedo decir que
no”, respondió Sánchez para después salir en defensa del actual monarca, Felipe
VI. “Tendremos que recriminar o no aprobar la conducta de una determinada
persona, no de una institución. Hablamos de personas, no de instituciones”,
apostilló en el marco de los esfuerzos invertidos para separar los escándalos
de Juan Carlos I de su hijo.

"Mi regocijo republicano se multiplica al tener dos reyes: uno para
sufrir y otro para joder”
Aníbal Malvar, en su
artículo del jueves, “Ventajas de tener dos reyes”, recuerda, en Público, que
lo bueno de tener dos reyes es que cada uno de ellos va a sufrir la impunidad
de su par cual si fuera un súbdito. “Juancar sufre a Felipe y Felipe sufre a
Juancar, con lo cual yo me siento más igualitario y más contento. Qué alegría
ver a Juancar regateando en Sanxenxo mientras Felipe y Letizia se muerden las
uñas mutuamente dejando perdidos los pasillos marmóreos de Zarzuela. Ya sabe
nuestro real matrimonio lo que es tener a un impune en casa, como tenemos todos
los demás españoles, comiendo percebes de la ría con nuestra pasta, bebiendo
albariño con nuestra pasta, navegando veleros pagados con nuestra pasta y
evadiendo por paraísos fiscales nuestra pasta. Mi
regocijo republicano se multiplica al tener dos reyes, uno para sufrir y otro
para joder, con lo que el dolor del totalitarismo se reparte mejor entre
todos. Con un solo rey este menda no tendría bastante. Yo estaría igual de
jodido y él demasiado cómodo. Esto de que el monarca de un país pueda estar
jodido por otro monarca del mismo país es revolución libertaria sin precedentes
en la historia. Solo Shakespeare atisbó tanta grandeza. Franco murió en la
cama. Los borbones tienen pinta de morir colgándose mutuamente de su árbol
genealógico. Al final la república va a ser como Godot, y solo hay que
esperarla encaramados a una rama. De dicho árbol. Como nuestro rey rampante
cotiza en Abu Dabi, donde no se cotiza, no se sabe cuánta pasta está dejando
Juancar de aportar a nuestra Hacienda pública. Son pequeños detalles que nos
permiten asegurar que tampoco este borbón nos ha salido muy patriota, y
llevamos unos cuantos. Suelo odiar a los patriotas. Se creen que por posar los
pies en un sitio pueden patear a los caminantes que vienen de lejos. Son gente
poco apacible, escasamente pensadora y bastante menos hospitalaria. Pero a un
jefe de Estado se le debe exigir que sea un poco patriota, al menos en lo
tributario. Para ser patriota no hace falta robar a nado una piedra del peñón
de Gibraltar, como hizo Javier Ortega-Smith. Ser patriota, majestad, no te hace
definitivamente tonto ni buen nadador. Pero, coño, hágalo por la familia.
Juancar no reconoce al actual jefe de Estado porque no lo considera jefe, y por
eso viene y va sin permiso por España montando escándalo, ni reconoce al
Estado, ante el cual no rinde cuentas. Ni judiciales ni bancarias. Felipe VI
está sufriendo estos días como un plebeyo, y sé que eso os apena enormemente.
Qué rabia tener a un delincuente surcando las ondas de un mar gallego que es
feudo tuyo. Y para colmo, es tu padre. Parece una telenovela venezolana. Cuando ocurren estos maravillosos sucedidos
borbónicos, a mí me encanta consultar la prensa internacional. Sobre todo, la
británica, tan cargada de veneno como los tés de las novelas de Agatha Christie
cuando se ingieren a las cinco en punto. A los británicos les encanta su
monarquía, capaz de matar princesas plebeyas, pero les atufan las demás. Quizá
por eso Carlos III denegó a Juancar el honor de recibirlo en el Palacio de
Buckingham. El cachondeíto que se monta en la prensa extranjera cada vez que se
hacen noticiables nuestros monarcas no suele ser muy bien reflejado en nuestros
periódicos. Todos los periodistas del mundo saben que el actual borbonismo es
heredero del franquismo. Y lo cuentan. No como aquí. Y nos consideran, con
razón, y gracias a la monarquía, una especie de república bananera insertada en
Europa. Y es que lo somos. Solo hace falta disfrutar del bronceado de Juancar a
bordo del Bribón, tan bribón y tan impune”.