miércoles, 28 de noviembre de 2007

28 de noviembre. De nuevo, arde París.

Nuevos disturbios en las noches parisienses.

A veces, cuando las contradiccione inherentes al sistema capitalista son tan evidentes que chirrían, cualquier chispa puede provocar un incendio colosal. Es lo que ocurría en la periferia parisiense en otoño del 2006, con la revuelta de las barriadas, tras la muerte accidental de dos adolescentes que huían de la policía, lo que desató un mes de violencia en toda Francia. El domigo pasado ocurría algo parecido en el suburbio de Villiers-le-Bel, a unos 29 kilómetros al norte de París, donde viven muchas familias de inmigrantes procedentes de África. Dos adolescentes, Larami y Moushin, de 15 y 16 años, fueron atropellados por un coche policial que les sesgó la vida La reacción de este hecho, no explicado con la suficiente claridad y coherencia, ha provocado ya tres noches de fuego en la periferia parisina, como hace dos años ocurriera, con decenas de policías heridos, graves algunos de ellos.

Como consecuencia de este hecho extendido en media docena de barriadas (Cergy, Goussainville, Sarcelles, Garges-lès-Gonesse y Ermont), en el que se incediaron el lunes más de una treintena de vehículos y cinco edificios, entre ellos un gimnasio y la biblioteca de Villiers-le-Bel, completamente calcinada, ha crecido la alarma. Ochenta y dos policías han sido heridos, varios comercios, dos comisarías y diversas cabinas telefónicas y paradas de autobús, incendiadas o saqueadas. Una comisaría de Policía ardió completamente, desapareciendo urniformes y porras. Todo ello, ejecutado por pequeños grupos de jóvenes con gran capacidad de movimiento que "se lanzaron", armados con adoquines, cocteles molotov y otros proyectiles, contra los agentes antidisturbios.

La Policía asegura no haber tenido ninguna responsabilidad en la colisión con la moto. Pero según otra versión, apoyada por los manifestantes, tras ser perseguidos por la Policía se les dejó morir. De inmediato, varios centenares de manifestantes silenciosos protestaron, mostrando un cartel con la fotografía de los dos jóvenes y un texto: "Muertos el 25 de noviembre de 2007, por nada. Descansen en paz.". Y, pese a los llamamientos a la calma de los familiares de los muchachos, sucedió como hace dos años: incidentes entre las fuerzas del orden, que respondieron con gases lagrimógenos y “flashballs” (Pelotas de goma). Las familias afectadas por esas muertas escogieron como abogado al mismo letrado que representó a los familiares de dos adolescentes muertos violentamente en octubre de 2005.

Los disturbios, provocados en varios barrios del norte parisiense, sucedieron durante el mandato del entonces ministro del Interior, Nicolás Sarkozy, actual presidente de la República. Después de que los dos jóvenes, perseguidos por la Policía, murieran electrocutados, al esconderse en un transformador eléctrico, miles de coches fueron incendiados. Sarkozi adoptó entonces una línea dura e inflexible contra los alborotadores que provocó el aumento de la violencia. En los incidentes de ahora, mientras Nicolas Sarkozy estaba de visita en China, ocurre algo parecido. Sarkozy instó a la calma y, a su vuelta, visitó a los gendarmes heridos y apeló a todos a que permitieran que el sistema judicial decidiera quién fue el responsable. Pero las similitudes, circunstancias y causalidades presentadas, despierta igualmente mis sospechas. Los fuegos, tumultos, protestas y manifestaciones duraron en el primer caso varias semanas. Los de ahora, acaban de comenzar –ayer noche hubo una cuarentena de agentes heridos y varios sindicatos de Policía advirtieron que la situación era “peor” que la de hace dos años– y no se sabe cuándo terminarán.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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