sábado, 27 de julio de 2024

Andrea Motis

 

Andrea Motis es la primera artista catalana que graba un álbum con la discográfica americana Impulse, el mismo sello para el que grabaron John Coltrane y Charles Mingus, entre otros, con composiciones propias y versiones en catalán, inglés y portugués.

Nacida en Barcelona, España, en 1995, Andrea Motis es cantante, trompetista y saxofonista. En 2011, con 16 años y habiéndose dado a conocer en la escena gracias a su trabajo con la Sant Andreu Jazz Band y como solista en el quinteto que compartió con Joan Chamorro, tuvo la oportunidad de trabajar con Quincy Jones, quien dijo de ella que tocaba la trompeta como Harry Sweets Edison y el saxo alto como Johnny Hodges, y que además cantaba como Billie Holiday. Jones no lo decía solo como un aficionado, sino como músico que había compartido amistad con todos ellos, referencias absolutas para la entonces joven artista. Por todo ello tiene discos publicados en los dos sellos de referencia máxima del jazz mundial, Verve e ¡Impulse!.

Motis ha publicado 10 discos a su nombre que recorren todo el espectro de sus intereses, desde el jazz clásico hasta el funk pasando por la música brasileña. Además de la citada colaboración con Jones, ha compartido escenario con otras leyendas como Milton Nascimento, Omara Portuondo y Buena Vista Social Club, Esperanza Spalding y Yo-Yo Ma, quien también la invitó a participar en su disco de dúos Notes for the future versionando la canción popular catalana “El cant dels ocells”.

(Fuente: fundacionmediterraneo.es)

viernes, 26 de julio de 2024

Feijóo, el hombre intranquilo.

 

El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, asiste a un pleno del Congreso de los Diputados.

A David Torres, en Público, le causa mucha desazón y mucha penita ver los malos rollos que hay ahora entre PP y Vox por culpa de unos cuantos menas, con lo bien que se llevaban hasta ahora y la cantidad de gobiernos que compartían. “Las mierdas homófobas, los chistes machistas y los lemas racistas todavía los comparten. Bastaba que los patriotas de Vox hubiesen aguantado un poquito el guiñol de Génova para que el electorado ultra no tuviera que quedarse atónito y frotándose los ojos, sentado en primera fila ante un combate de lucha libre más amañado que una tertulia de Sálvame. Alguien ha dicho que las peleas entre Vox y el PP son como las canciones de Pimpinela, que parecían amantes y que en realidad eran hermanos, pero la verdad es que, más que hermanos, son gemelos univitelinos, uña y carne, o más íntimo todavía, uña y roña. Vete a saber cuál es cuál.

“El caso es que Abascal casi no va a poder pegarse con su homólogo, porque ahora mismo está obligado a disfrutar de la baja de paternidad, tres o cuatro semanas de baja que van a coincidir con las vacaciones de verano y con la siesta perpetua en la que consiste su vida laboral. Por cierto, que a Víctor Egío, diputado de Podemos, lo expulsaron la semana pasada de la Asamblea de Murcia por acogerse a este mismo permiso de paternidad, bueno, el mismo no, que una cosa es que Abascal se tumbe a la bartola, como un señor de bien, y otra muy distinta que lo haga un podemita barbudo. Una lástima, ya que, en esto del racismo, igual que en tantas otras cosas, Abascal y Feijóo podrían hacer el papel de Groucho en pijama, intentando sorprenderse frente a un espejo, si fuesen conscientes de su involuntario talento cómico.

“En cuanto a Feijóo, dice que no apoyará la reforma a la Ley de Extranjería por la sencilla razón de que los españoles tienen derecho a salir tranquilos a la calle, como si Madrid, Barcelona o Albacete fuesen sucursales de Tijuana, Pretoria o San Pedro Sula, donde la gente va a comprar el pan a golpe de machete. Aparte de constituir el centro neurálgico del fascismo, este concepto de que los migrantes pobres traen aparejada la delincuencia resulta racista hasta en su aplicación práctica, puesto que ni al PP ni a Vox se les ha oído una sola queja cuando los que llegaban a España por millares eran refugiados ucranianos huyendo de la invasión rusa. De momento, más de doscientos mil, aunque cuentan con la ventaja de ser casi todos altos, rubios y cristianos de pura cepa.

“A mí, que vivo al lado de Lavapiés, lo de salir tranquilo a la calle me recuerda mis tiempos de estudiante en Simancas, cuando cruzar el parque de San Blas era como atravesar un western. Por aquel entonces, a finales de los setenta y comienzos de los ochenta, la avenida de Guadalajara tenía la fama de ser uno de los barrios más peligrosos de Europa, y cualquier patriota de pandereta estaría muy orgulloso de saber que prácticamente todos los ladrones, traficantes y criminales de la época eran de fabricación nacional. Más orgulloso todavía al comprobar que, hace unos diez días, en la lista de los delincuentes más buscados, no había un solo negro, ni un chino, ni un moro, y que el único extranjero era un sicario colombiano que seguramente entró en España por vía aérea.

“De todas formas–insiste Torres–, respecto al tema de la delincuencia, Feijóo sabe de sobra de lo que habla, puesto que lidera un partido trufado de malhechores de guante blanco y que, según una sentencia reciente, fue tachado de organización criminal. Qué no sabrá Feijóo de amistades peligrosas si él mismo pasaba las vacaciones codo a codo con uno de los mayores narcos de Galicia. El pobre no tenía ni idea de a lo que se dedicaba su compadre, probablemente porque el muy ladino tenía la piel blanca y era mayor de edad”.

jueves, 25 de julio de 2024

Al cumplir mis 81 años de edad, sigo apegado a mis ideas.

 

Mi vida, al igual que la de cualquier otro ser humano con semejante origen social, no estuvo libre de sinsabores y pesares, aunque también la he rodeado de alegrías y está mezclada con accidentes perjudiciales e inesperados, tropiezos y triunfos. Una vida repleta de avatares y de constantes problemas a los que me he visto en la obligación de enfrentarme. No oculto que quiera conocer las motivaciones que me llevaron actuar en una u otra forma en una determinada coyuntura. Pienso que mi ideología política me acompaña como la sombra al cuerpo. Y, en los últimos años, al recordar la fecha del aniversario de mi nacimiento, pienso en el tiempo que he vivido, procurando destacar en algo que mañana puedan servir como referencia a mis nietas y nietos. Aunque soy consciente de que no voy a tener la oportunidad de exponer lo que he hecho y por qué lo hice así.

Perdí a mi padre al iniciar este mileno, hace veinticuatro años, pero sigo con mi madre que hace unos meses cumplió los cien años, con la que siglo hablando y con la que me comunico casi diariamente por teléfono. Ella sigue viviendo en Mallorca y yo en Madrid, ambas ciudades iniciadas con la misma M de Miró. Y me mantengo agradecido porque mi progenitora me educó para que hoy pueda continuar la línea que me tracé para no llegar a ser en la sociedad humana un inservible que no aporte algo al desarrollo social. E intento no ser ineficaz como ciudadano y contribuir al bien común; a no ser como el infecundo que nada positivo genera. Pienso que mamá me trajo al mundo de los vivos para ser un hombre productivo, servible y útil en lo que conviene a mi país.

Celebro haber llegado a los 81 años actuando con sensibilidad; comportándome como fue el deseo de ella, siempre animado y consciente de mi vida hasta lo último; incidiendo a mi manera en la vida pública, impulsando causas justas y manteniéndome firme en mis convicciones. Sin flaquear y sin dar demostración de frustración ni de entrega y sin caer en debilidades. A mis 81 años debo hacerle honor a esa mujer que me trajo a este mundo terrenal el 25 de julio de 1943, y fijó en mi cerebro las ideas que debía honrar con pleno juicio, alta sensatez y pura nobleza. La perseverancia que ella me inculcó hizo posible mantenerla. No acepto la vida sin persistir en la tarea que he iniciado: el fin perseguido o la obra proyectada. Y me siento diseñado para la persistencia; renovándome en los ánimos para llevar a feliz término lo que me propuse ver realizado. No acepto la inconstancia, la renuncia, desistir en la ejecución de aquello que me formé la idea de que debía concluir. Hay que mantenerse obstinado en concluir lo iniciado.

Porque mamá fue para mí la gran maestra que no puedo defraudar. Sé que la sociedad en la cual vivo está dañada moralmente, y que estoy en la obligación de censurar todos aquellos actos contrarios a la honradez. Sé que debo ser un ciudadano pertinaz, contumaz, recalcitrante en la lucha contra todo lo que significa corrupción. Ser cabezudo ante los fenómenos nocivos que corroen el ambiente social, infatigable, luchando contra todo lo que daña la conducta de los que mañana van a dirigir nuestro país. Por respeto a la memoria histórica de mi madre tengo con ella el compromiso de comportarme de forma  coherente, mantenerme y ser siempre el mismo que he sido hasta ahora. E intento actuar de acuerdo con lo que pienso, digo y hago. Procurando ser una persona análoga con lo que predico y ejecuto, demostrando un enlace entre mis ideas y mis acciones.

La alegría que me impregnó mi madre, hace que nada me amargue la vida y que la tristeza se apodere de mí. Que ni la congoja, la agonía ni el desaliento me roce. Intento vivir gozoso, no prisionero de pesares. Intento ser un hombre libre, nacido y formado para no guardar rencores; presto para dispensar y no condenar; excusar, no inculpar; comprender y no vengar. Desconozco los resentimientos que solo guían al ser humano a estigmatizar, satanizar, señalar con el dedo para deshonrar a quien ha llevado una vida digna. A mi edad, puedo gritar a todo pulmón que soy un ser humano que tiene mucha suerte. Y me considero muy dichoso porque, habiendo nacido y crecido en el fango de la sociedad, no me he contaminado con las lacras que genera el sistema bajo el cual me ha correspondido vivir.

Guardo plasmada mi colaboración escriturada durante 60 años de mis 81 años de vida, en más de 29.000 mil artículos, en una decena de periódicos y en 7 libros publicados. Por último, debo confesar que soy propenso a enamorarme con pasión, en forma ardiente, de todo aquello que me alegra el alma. Quiero a mis hijos, nietas y nietos; procuro ser efusivo con mis sinceros amigos y amigas, y, al llegar a mis 81 años, sigo plenamente convencido de lo que cada día alimentan mi espíritu y me sirven de motivación para continuar con bríos, esperando cumplir muchos años más de vida.