Bombardeo en Bielorrusia de ositos de peluche por la libertad.
Dos personas pilotando una avioneta con caretas de oso protagonizan la mayor mofa del 'bombardeo' al que ha sido sometido un régimen autocrático que suele culpar al exterior de muchos de sus males.
Bombardeo de Minsk con ositos de peluche.
Peluches en paracaídas con pancartas por la libertad de expresión en Bielorrusia.
Lukashenko realiza una purga por el lanzamiento de ositos de peluche.
Fue el pasado 4 de julio, un día después del gran desfile y la exhibición aérea con la que el régimen conmemoraba el día de la Independencia nacional Una avioneta ligera sueca procedente de la vecina Lituania, penetró en el amanecer en el espacio aéreo biolorruso y lanzó sobre Minsk (Bielorrusia) más de 800 de ositos de peluche con paracaídas y pequeñas pancartas en defensa de la libertad. “Libertad de expresión, ya”, “Apoyamos la lucha de los bielorrusos por la libertad de expresión”, rezaban algunas de ellas. Según las agencias, en el avión viajaban dos miembros de Studio Total, compañía de relaciones públicas sueca. Más que muertos y heridos graves o leves, el bombardeo provocó un ataque masivo de risas contra las fuerzas militares que lo tomaron como una afrenta pública a la nación.
Inmediatamente, el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, en un contraataque de burocracia pura, destituyó a dos altos cargos militares: el general Ihar Rachkovski, jefe del comité estatal de vigilancia fronteriza, y al comandante en jefe de la Fuerza Aérea, el general Dmitri Pajmelkin. Ambos fueron relevados por “incumplimiento de sus funciones de garantizar la seguridad nacional”. Además, el secretario del Consejo de Seguridad y el jefe del KGB, recibieron advertencias y sendas amonestaciones. Lukashenko, en el poder desde 1994 y considerado el último dictador de Europa, quien aseguró que “los responsables (los generales) deben ser castigados” y pidió que se tomen medidas para fortalecer la seguridad fronteriza para garantizar una adecuada reacción ante cualquier desafío o amenaza, venga de donde venga”.
Dos ciudadanos bielorusos sospechosos de colaborar con la expedición sueca fueron detenidos el 13 de julio y encarcelados. Se trata, según Amnistía Internacional, de Antón Suriapin, un fotógrafo de 20 años y estudiante de periodismo, que divulgó imágenes del humorístico bombardeo en Internet, y Serguéi Bashrímov, un agente inmobiliario de Minsk. Ambos podrían ser condenados a siete años de cárcel por colgar fotos en Internet del “terrible” bombardeo de ositos de peluche. Lukashenko ha acusado en numerosas ocasiones a los países vecinos, en particular a Polonia, de financiar e instruir a la oposición democrática bielorrusa para dar un golpe de Estado. Moscú ha efectuado grandes inversiones en el sistema de defensa antiaérea en las fronteras con la OTAN, por lo que la invasión de peluches causó tanta irritación como en Bielorrusia. Hay quien asegura que más.
“Los cargos contra Anton Suryapin son un clavo más en el ataúd de la libertad de expresión y asociación en Bielorrusia, donde a menudo se utilizan cargos falsos para tratar de silenciar a quienes trabajan en defensa de los derechos humanos”, ha manifestado John Dalhuisen, director del Programa para Europa y Asia Central de Amnistía Internacional, quien le considera un preso de conciencia, acusado exclusivamente por la expresión no violenta de sus convicciones. Por su parte, Serguéi Bashrímov trabaja para una agencia de alquiler de Minsk y también podría enfrentarse a hasta siete años de prisión. Según los informes, alquiló un apartamento a los dos suecos que respaldaban a sus colegas del avión.
Este “letal” bombardeo de blanditos platígrados guarda similitudes con el famoso aterrizaje del alemán, Mathias Rust, en la Plaza Roja en plena “Perestroika”. Igual que hizo entonces Gorbachov, Lukashenko ha aprovechado para hacer limpieza de personal en la cúpula militar. El suceso le pone en una situación comprometida ante Moscú, que está preocupada por los agujeros que hay en el sistema de defensa que hay en torno a sus fronteras y enfrentado con la UE por encarcelar a los disidentes. Un jefe de Estado y que no ha podido asistir a los Juegos Olímpicos de Londres al serle denegado el visado.
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