Palabras para Ashraf.
El poeta Ashrad Fyadh.
Arabia Saudí es uno de esos
países donde los derechos humanos están escritos en papel higiénico –escribe
David Torres bajo el título ‘Palabras para Ashraf’, en un artículo publicado en
Cuartopoder.es” –. A menudo se nos olvida que los derechos humanos y, especialmente
la libertad de expresión no son manzanas caídas de los árboles sino dolorosas
conquistas que han costado siglos, muchedumbres de muertos, toneladas de sangre
y océanos de libros quemados (…) Ashraf Fayadh, poeta y comisario artístico
palestino, fue condenado por un tribunal saudí a cuatro años de prisión y luego
a muerte por los cargos de ateísmo, apostasía y ofensas al islam. Su delito:
escribir versos. En un acto de gracia no poco gracioso, la pena de muerte ha
sido conmutada por ocho años de prisión y 800 latigazos. Durante el proceso,
como es habitual en Arabia Saudí, no tuvo derecho a un abogado y el juez ni
siquiera se dignó a hablar con él. Lo que se oculta realmente tras la sentencia
no es más que la reacción a la crítica política que se desprende de su poemario
Instrucciones en el interior (2008) y a su grabación de imágenes de torturas
por parte del régimen saudí. Aparte de las excusas religiosas, la sentencia
contra Ashraf pretende erigirse en escarmiento contra toda la comunidad
artística del país.
“Es repugnante que los
representantes de la comunidad internacional y muy especialmente de los países
occidentales y europeos hayan permanecido en silencio ante éstas y otras no
menos flagrantes violaciones de los derechos humanos. Es sencillamente ridículo
que la ONU -ese solemne montón de vaciedades y basura paralelepípeda- nombrara
el año anterior a Arabia Saudí defensora de los derechos humanos. El aliado
fundamental de EEUU en el mundo árabe resulta, en muchos aspectos, una
monarquía datilera, sanguinaria, retrógrada y paleolítica donde el culto al
petróleo y al dinero está muy por encima de la vida y la dignidad humanas”.
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