Tengo una pregunta para usted, Majestad.
Ahora que se han puesto tan de moda las preguntas populares a una personalidad política ante las cámaras de televisión, resaltando tanto quiénes las formulan como el personaje que las contesta, me pregunto por qué no acude al plató el mismo Rey, menos para hacerse famoso, que ya lo es, que para intentar llegar hasta el pueblo o que el pueblo llegue hasta él. En ambos caminos, sencillos y difíciles a la vez, a menudo se descarrían los mensajes y llamadas entre ambos. Sobre todo cuando la gente prefiere preguntar y conseguir respuestas adecuadas a hacer el boato o cuando sus discursos reales emitidos por radios, televisiones e impresos en los diarios, puedan ser contestados directamente por los ciudadanos en los mismos medios y sin intermediarios.
La experiencia de los representantes de los partidos que ya acudieron a las pantallas quedan, en general, muy satisfechos de esta experiencia televisiva y todos ellos piensan repetir en cuanto puedan. Porque sus contestaciones a unas preguntas que se imaginan que hará el pueblo se pueden preparar a conciencia, como hizo tanto Zapatero como Rajoy o los otros que se prestaron a contestarlas, y el resultado a la vista está. Incluso algún político como Rosa Díez del UPyD, ha protestado por no haberla invitado a ella, que obtuvo en las pasadas generales más votos que los republicanos catalanes y casi tantos como los nacionalistas vascos. Por eso pienso que la presencia del Rey en el programa sin duda le acercaría al pueblo llano, realmente interesado por sus respuestas directas y espontáneas, no preparadas ni manipuladas por nadie.
Claro que algunas de las preguntas, hechas con toda sencillez, podrían asustar a Sus Majestades. Sobre todo las que nunca han tenido posibilidad de escuchar en directo ni menos aún, ser contestadas directamente por su realeza. Y puedo asegurar que no son pocas. Se podría, por ejemplo, preguntar: ¿Prefiere usted un gobierno de derechas, de izquierdas u otro marcado sólo por su tecnicismo? ¿Cómo y en qué se gastaron los ocho millones de euros anuales que la Corona tiene destinados? ¿Podría hacernos una relación de los regalos más importante que, a lo largo de su vida como Rey, le han hecho los españoles? ¿Cómo es posible que, en la noche del 23-F, tardara Su Majestad más de cinco horas en hacer público su apoyo a la Constitución? ¿No cree su Majestad que títulos como el de Grande de España atenta contra el principio de igualdad de todos ante la Ley? ¿Para cuándo un referéndum sobre la monarquía que le libere de tantas sospechas constitucionales?
Estoy seguro que estas y otras preguntas, cuyas respuestas ha tenido tantos años para prepararlas a su gusto y conveniencia, podría explicarlas de manera que el pueblo las entendiera perfectamente. De lo contrario, me pregunto para qué sirven los discursos en una sola dirección. ¿Para qué sirve la Corona cuando el pueblo, harto de tanta palabrería de políticos, no puede preguntarle directamente sus cuestiones o exponerles sus dudas?
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La escolta de Castro. Capítulo XVII. Regalos de Castro. La Unidad 160. Las fobias de Fidel.
2 comentarios:
Interesante propuesta. No sé por qué pienso que tu genial y real idea no tendrá éxito. Sería muy ilustrativa ponerla en práctica. Saludos.
También yo, apreciado Guillermo,lo pienso. Pero eso no me impide exponer esa idea. Ahí queda eso...
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