jueves, 1 de abril de 2010

Dieciséis preguntas incrédulas sobre la Semana Santa.

¿Por qué la Iglesia se empeña en apropiarse de esta semana del año, saliendo a la calle y haciéndosela suya? ¿Por qué los capirotes o cucuruchos de cartón cubierto de tela blanca o de otros colores que se colocan en la cabeza los cofrades en las procesiones de Semana Santa me recuerdan el Klu Flux Klan? ¿Por qué los “costaleros” soportan todo el peso que cae sobre sus hombros y espaldas, como si de ellos dependiera todo el peso del mundo? ¿Qué es lo que desata tanto fervor religioso? ¿Por qué la Iglesia pretende que estas costumbres y ritos populares se mantengan a toda costa, generación tras generación, sin que se acepte a cambio una mínima crítica? ¿Por qué en este país las procesiones de Semana Santa son fiestas religiosas por excelencia mantenidas por autoridades religiosas y civiles, con la excusa de ser fuente de atracción turística? ¿Por qué se empeñan en que todos los turistas españoles y extranjeros se desplacen in situ para que conocer y “disfrutar” de esta “santa” tradición? ¿Por qué para el español, sea creyente o ateo, la Semana Santa tiene que ser la más importante demostración del año? ¿Por qué la Iglesia se pavonea y se enorgullece tanto de las imágenes recargadas que impone por narices al resto de los españoles, mostrándolas durante horas por las calles de todas las ciudades y pueblos? ¿Por qué las procesiones austeras y silenciosas de los pueblos castellanos contrastan tanto con el derroche de luz y color de las celebraciones andaluces y levantinas? ¿Por qué las diferentes cofradías necesitan arropase con vistosas túnicas, rodearse del olor a cera, de sonidos de tambores y trompetas y de toda una parafernalia para demostrar sus íntimas convicciones? ¿Son estos ritos religiosos la demostración de una Iglesia triunfante, necesitada de los mismos para sobrevivir? ¿Por qué el atuendo de los cofrades va desde la pureza del blanco hasta el luto, pasando por toda clase de tonos morados o púrpuras? ¿Por qué esa necesidad de expresarse con esos silencios, con el luto riguroso, con imágenes melifluas, con capirotes, cuyo origen se remonta a la inquisición, con ese fervor religioso-pagano, con interminables y ruidosas tamboreadas y con esta complicada simbología? ¿Por qué tanta lágrima ante una lluvia que impide de vez en cuando un Paso? ¿Por qué tanta pasión y esta obsesión en celebrar la Semana Santa?


Entre lo turístico y la devoción. Una turista fotografía con su cámara desechable el paso de los nazarenos de la cofradía de San Bernardo que llevan a cabo su procesión de penitencia en Sevilla. Chema Moya / Efe.


En Sevilla llueven lágrimas. Un nazareno de la hermandad de La O, lloró tras conocerse la noticia de que esta cofradía no saldría en estación de penitencia debido a la lluvia que cayó el pasado Viernes Santo en Sevilla.


Los participantes de la entrada de Jesús a Jerusalén esperan a que la procesión comience en Palma de Mallorca. REUTERS/ Dani Cardona.


Semana Santa Marinera en Valencia. Tres cofrades de la hermandad del Cristo del Salvador pasean por la playa de la Malvarrosa, donde en la mañana del Viernes Santo rezan una oración por los difuntos en el mar. Luis Tejido/Efe


Jesús porta la cruz dentro de la procesión viviente que se celebra en la localidad vizcaina de Balmaseda.


Varios reclusos contemplan la procesión de los internos del centro penitenciario de Picassent, Valencia. Kai Försterling/Efe


Momento de la procesión de “Los Pasos” celebrada el Lunes Santo en León. Dura ocho horas y cuenta con una mención especial en el reconocimiento de Interés Internacional. J.Casares/Efe


El Cristo de la Legión. Acto de traslado del Cristo de Mena por La Legión, el Jueves Santo en Málaga Jesús Dominguez/Efe

Más de 300 cofrades de la Hermandad del Santísimo Cristo de las Batallas (Ávila) acompañan al Cristo en la “Procesión de la Madrugada”, ataviados con túnica y capuchón negros y cíngulo de esparto.


Rojo intenso. Con el color de la sangre desfilan los penitentes del Cristo de la Luz y de la Buena Muerte en Ferrol. Miguel Vidal / Reuters.


Un niño nazareno de la cofradía de “El Baratillo” espera, ante una puerta de la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Sevilla, el inicio de la estación de penitencia. Eduardo Abad / Efe.



Los 42 porteadores del paso de Jesús Nazareno “El Pobre”, a punto de realizar una parada durante la procesión que recorre parte del centro de Madrid en Jueves Santo. EFE/Bernardo Rodríguez.


Un penitente de la hermandad de San Esteban (Sevilla) espera el comienzo de la procesión con la cara descubierta. Marcelo del Pozo / Reuters


Visión fantasmagórica. Una procesión de penitentes vestidos de blanco pertenecientes a la hermandad del Cristo de Medinaceli en Algeciras. Anton Meres / Reuters.


Un penitente forma parte de la procesión “Coronación de Espinas y la Virgen de la Amargura”, uno de los pasos de Semana Santa que tienen lugar en Ferrol. Miguel Vidal /Efe. Penitentes en Ferrol.



Un penitente descalzo, en Avilés, camina junto a un grupo de jóvenes skaters. Eloy Alonso / Reuters

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Este es un país de sol, playa, tapas, hosteleros, loterias, senderismo, sexo, eski, montaña, toros, procesiones, Futbol, Corte Inglés, espectáculos y cachondeos varios. Si acabamos con algo de esto, -por ridiculo que parezca- alguien más se quedará sin comer. Lo demás son funcionarios y parados a partes iguales.

chiflos.

Escepticus dijo...

No soy demasiado, más bien casi nada, Semanasantero, pero me extraña mucho que se haga esas preguntas en las que casi se da a usted mismo las respuestas.

¿Por qué, aunque algunos no nos guste demasiado esta parafernalia, queremos borrar de un plumazo, tradiciones que se morirán solas si no hay 'fieles' que las mantienen.

No me gusta demasiado la(s) Iglesia(s), pero no me ensaño con ella, simplemente no la frecuento ni sigo sus consejos o 'mandatos'.

Sin querer,con todas esas fotos,ilustrativas por cierto, ¿usted mismo no les está haciendo publicidad?

Santiago Miró dijo...

Lo malo, apreciado Escepticus, es que sigue habiendo “fieles” que mantienen estas “tradiciones”, uniendo la fe, la cultura y el atractivo turístico, con el apoyo de una Iglesia que le interesa, entre otras razones, para su supervivencia. Lo preocupante del caso es, creo yo, el “amén” del pueblo quien, de acuerdo con la Iglesia, convierte los pasos y procesiones en “obras y manifestaciones de arte popular”. Una Iglesia que, no conforme con su púlpito, se apodera de esta manera de las calles. El día en que la Iglesia –además de unas autoridades civiles que, por diversos intereses, la siguen apoyando– carezca de estas prerrogativas, todo será distinto. Así que lo preocupante del caso es el abuso de autoridad, ventajas y privilegios de la Iglesia y el “amén” del pueblo quien, por otra parte, convierte los pasos y procesiones en “obras y manifestaciones de arte popular”. Por eso creo yo que, ante estas ostentosas demostraciones de la Semana Santa, no basta con “no frecuentarlas ni seguir los consejos de la Iglesia”, sino que hay que decir sin miedo: Basta ya. E impedir que esta institución se apodere de esta manera de las calles. Si, por otra parte, publico esas fotos no es por publicidad alguna, sino porque están ahí y es imposible cerrar los ojos. Porque, pese a todo, cuentan con una maldita gracia. Otra cosa es la abundancia de las mismas. Tal vez con dos o tres hubiera habido bastantes.

Anónimo dijo...

La iglesia se apodera de las calles,de forma truculenta, si, y ello tiene una respuesta de apoyo popular, pero consideremos que ese apoderamiento de la via pública lo hace fundamentalmente con dos personajes que son: Jesús y María, y que en cierto modo siguen fascinando a la población,casi más que Spiderman o Mickey Mouse. Quizá la forma de acabar con esta invasión de la calle sería que Walt Disney adquiriera los derechos de estos personajes a la Iglesia, y les diera un tratamiento más audiovisual y acorde a los tiempos y la tecnología.

chiflos.

Escepticus dijo...

Estimado Santiago,

No soy muy proclive a entrar en este tipo de 'intercambio de pareceres'.

Sé que es difícil, cuando hablamos más desde los sentimientos que a través de razones, lograr un consenso. Será mi última intervención, por su tiempo, que es precioso, y por el mío.

No entiendo muy bien ese afán por 'destruir' algo que apoya y vive una parte del pueblo. Ignoro si poca o mucha. Pero le puedo decir que no me gustan frases como ésa: "hay que decir sin miedo: Basta ya".

Personalmente no siento ningún 'miedo'a decir lo que pienso a este respecto, aunque no comulgue con esos fastos y manifestación de emociones que luego no coinciden con actos de verdad. No sé por qué hay que decir '¡basta ya!', a una tradición de siglos, nos gusten o no. No estamos aquí para 'vencer', sino para 'convencer', si esto fuera posible.

Empieza así su comentario: "Lo malo, apreciado Escepticus, es que sigue habiendo “fieles” que mantienen estas “tradiciones”, uniendo la fe, la cultura y el atractivo turístico, con el apoyo de una Iglesia que le interesa, entre otras razones, para su supervivencia."

La parte que no entiendo es que diga lo 'MALO' (¿para quién? Para usted, para mí?)¿Pretende cargarse a eso "fieles ' que unen 'su' fe, su 'cultura' y hasta el atractivo turístico a la 'supervivencia' de esa Iglesia?

¿Nos obliga alguien a pertenecer a esa creencia? ¿Nos molesta que tenga esa influencia en algunos?

Eso nos llevaría a decir 'basta ya' a todo aquello con lo que no 'comulgamos'... Y volvemos a nuestra 'Historia' de siempre.

(Nos estamos preparando para 'revivirla'. Usted que sigue muy de cerca, como periodista jubilado, la realidad de este país o países, podría ver que estamos haciendo dos bandos -multiplicado por dieciocho- desde donde ambos gritan eso: "¡BASTA YA!")

Suerte en sus proyectos. Hasta siempre

Santiago Miró dijo...

De acuerdo con que no se trata de vencer, sino de convencer. De ello hablo en mi libro “Maestros depurados en Baleares durante la guerra civil”. Pero discrepo, apreciado Escépticus, de la interpretación que hace de mi “Basta ya”. Entre otros razonamientos porque mi grito no es un acto físico –no invito ni animo a nadie a salir a la calle para exigir silencio en la noche ni para que la Iglesia deje de explayarse con sus imágenes y sentimientos populares–, sino la expresión de disconformidad con esa realidad provocada en estos días de Semana Santa en la España del tambor y del fervor. Mi grito va contra quienes sostienen que la fe, la cultura y el atractivo turístico van al alimón y están respaldados por una Iglesia que necesita invadir las calles con sus imágenes y con el respaldo del “pueblo” para intentar convencer a todo español o extranjero que pase por ellas. Y no creo que expresarlo sea crear otro bando. De todas formas, agradezco su intervención en estas páginas y respeto sus puntos de vista.

Escepticus dijo...

Muchas gracias por su atención y sus respuestas.

Anónimo dijo...

Es un tanto paradójico que en un país donde debe respetarse todo tipos de religiones, como por ejemplo la musulmana (porque no hace daño a nadie), las fiestas de cualquier ciudad (donde las calles también se inundan y cortan y no toda la gente las disfruta),a gente que como usted no le gusta este tipo de celebraciones, no se pueda respetar del mismo modo a aquellos que de verdad sienten, son creyentes y se emocionan con este tipo de actos.

Yo no creo en la iglesia, no voy a procesiones de semana santa, no participo en ningún organismo religioso, pero pienso respetar aquellos sentimientos e ideales que, a pesar de ser religiosos, no me hacen daño. Como bien ha señalado escépticus estas son nuestras tradiciones, puede vivirlas o simplemente respetarlas pero creo que se equivoca cuando piensa que el pueblo sale a la calle a apoyar a la iglesia. El pueblo sale a la calle por sus creencias, independientemente de lo que nosotros o turistas no creyentes puedan pensar.

Entiendo su opinión y creo que usted respetará la mía.