jueves, 29 de abril de 2010

El Barça, a por todas, no pudo con el Inter.


Guardiola y Mourinyo, entrenadores del Barça y del Milán, en la banda del Camp Nou.

“Nos dejaremos la piel”, anunciaban desde el vestuario. Durante todo el miércoles se oyeron las consignas y desafío de los barceloneses, dispuestos a remontar el partido gracias a su garra, su tensión y su lucha en los momentos críticos. El mensaje lanzado por los jugadores avivó a la afición. Sólo dos goles les separaban del Inter de Milán. El entusiasmo del hexacampeón (Copa, Liga, Champions, Supercopa de España, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes) consiguió ganar el partido pero no remontar. Mourinho sólo había sido derrotado en 14 ocasiones de los 389 partidos que había dirigido en su carrera y había ganado 14 títulos en sus seis años como entrenador. El Barça le había ganado en dos ocasiones, una el pasado noviembre y otra cuando dirigía al Chelsea en la 2005/06 en Stamford Bridge. El portugués había calentado el partido a su manera. “Para nosotros es un sueño –había declarado Mourinyo–, para el Barça, una obsesión por su antimadridismo”. Guardiola sólo quería gozar del privilegio que suponía estar de nuevo peleando por ser el mejor y pasarlo bien, pateando a gol “Yo no sé ustedes o la gente –dijo con su aire tranquilo– pero yo voy a disfrutarlo, fijo. Quiero que sientan que es un honor y un privilegio, porque no saben si, en un futuro, volverán a verse en una de éstas”.

Gerard Piqué, el futuro del Barça según Puyol, declaraba antes del partido que esperaba “el mejor Camp Nou de la historia”, añadiendo que esperaba “que los jugadores del Inter odien la profesión de futbolista durante los noventa minutos del encuentro”. “Los jugadores del Inter –recalcó Guardiola, intentando corregirle– no van a odiar esta profesión, porque es cojonuda. Sé que Gerard dijo esta frase y que después la matizó en el buen sentido. Él se refería a que queremos meterle mucho ritmo al partido, remontarlo y que ellos sientan que les va a costar. Hay pocos jugadores que respeten al oponente tanto como Gerard”. Guardiola deseaba que sus hombres correspondieran con buen fútbol al apoyo de sus aficionados: “No sé si estaremos en el Bernabéu, pero sí que lo vamos a intentar hasta el final, jugando bien al fútbol, corriendo hasta que no podamos más, cogiendo la pelota y moviéndola muy rápido, para crear ocasiones de gol y atacar lo máximo posible”. Y remató su discurso con estas palabras de prudencia: “Si, al final, pasa el conjunto italiano, el jueves esta plantilla seguirá formando una generación inolvidable de futbolistas. No sólo para los barcelonistas, sino para toda la gente del fútbol”.

En el minuto 84, Piqué marcó un golazo que devolvía la ilusión al Camp Nou, pese a verse, en la repetición televisiva, que estaba fuera de juego. Pero no pudo remontar el marcador. La defensa férrea de los italianos lo impidió, pese a que jugaron con un hombre menos. Sólo un incidente se registró, en el final del partido, en el que Mourinyo quiso recordar a la afición quién había ganado. El Barça, el segundo club de fútbol con más asociados del mundo, se quedó fuera del campeonato. Pero demostró que no sólo sabe ganar como el mejor, sino perder con toda dignidad. Algo casi tan difícil como lo primero.

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