Los curas de CajaSur no se fían de nadie, y menos de los socialistas.
CajaSur, nombre comercial de la fusión de la Caja de Ahorros de Córdoba y Monte de Piedad de Córdoba, entidad vinculada a la Iglesia Católica, y la Caja Provincial de Ahorros, de la Diputación Provincial, se negó a fusionarse con Unicaja dentro del proceso de reordenación bancaria. Como consecuencia del rechazo, el viernes pasado, el Banco de España intervenía CajaSur, con unas pérdidas de 596 millones de euros en el año fiscal de 2009 y de 114 millones de euros en el primer trimestre de este año. Desde el propio Banco de España se había instado a CajaSur, y en especial a la Iglesia Católica, mayoritaria en la entidad, a que se uniera a otra caja de ahorros. La propia entidad era consciente de esta necesidad. Pero, pese al avanzado proceso con Unicaja, la primera caja de Andalucía, Santiago Gómez Sierra, sacerdote, deán de la catedral de Córdoba y presidente de CajaSur, prefirió la intervención del Banco de España antes de fusionarse, con la excusa de que no se fiaban del presidente de esta última entidad, Braulio Medel. Los dos personajes tienen pocas cosas en común. Además se repelen, lo que no allanó precisamente el camino hacia el entendimiento.
Demetrio Fernández, el obispo de Málaga, absuelve de todo pecado a los curas que dirigieron CajaSur hasta su final. “La Iglesia –declara este prelado– ha estado dispuesta a perderlo todo, con tal de salvar los puestos de trabajo”. Y Miguel Castillejo, el cura cordobés que la gestionó durante más de dos décadas, el mismo que pagaba dietas millonarias a los consejeros de la caja por asistir a una exposición o a la coronación de la Virgen de la Fuensanta, guarda un prudente silencio. Pero sigue cobrando una generosa pensión vitalicia de casi 250.000 euros al año que heredarán sus cuatro hermanas hasta que la última de ellas muera. El escritor Manuel Gahete presentaba, hace dos días, su libro, “Manuel Castillejo, la acción y la palabra”. El mismo que recibiera de manos de Manuel Pimentel, entonces ministro, la Medalla al Trabajo. Gahete comenta que Miguel Castillejo “tuvo una visión profética y consiguió que una caja pequeña se expandiera por toda España. En 10 años, cuadruplicó el volumen de negocios de CajaSur, por eso creo que don Miguel es un hombre imprescindible”.
En sólo tres años, los créditos a clientes de CajaSur aumentaron un 57 %, sobre todo en el ámbito inmobiliario. Uno de cada tres euros prestados por la caja se concedió a constructoras y a empresas inmobiliarias. Y en mayo de 2007, el organismo supervisor, después de constatar que los sistemas de control eran arcaicos, cuando no inexistentes, puso a la caja unos cuantos deberes. Pero el saldo siguió siendo muy elevado y un lastre, ahora que el ladrillo se había venido abajo. En un año, sus participaciones habían perdido la mitad de su valor. Además, fruto de su generosidad con la Iglesia, en 2009, Cajasur tuvo que restar 6,3 millones de su resultado por la cesión de dos inmuebles a una fundación del Cabildo Catedralicio de Córdoba.
Pero los mismos curas que la muñeron hasta dejarla sin leche, en una situación de extrema gravedad por los errores y abusos cometidos, ahora se negaban a fusionarse con UniCaja. Santiago Gómez Sierra asegura que “estaba débil, aunque sana”. Y, con la excusa de defender a la plantilla, la Iglesia rompió la fusión por motivos ideológicos. Hasta que, cansado de esperar y colmada su paciencia, el Banco de España decidió intervenirla. Ahora, el futuro de la caja está en sus manos y los consejeros se enfrentan a multas de 150.000 euros y a la inhabilitación. En cuanto al futuro de los 3.000 empleados, su continuidad en la caja depende de cuál sea la opción que finalmente elija el Banco de España. Si opta por fusionar a CajaSur con otra entidad, podrán salvarse la mayoría (el recorte dependería de las duplicidades con la otra caja); si decide venderla, sobrevivirían menos (los que quisiera la adquiriente), y si opta por la liquidación, irán todos al paro. Y la Iglesia rezará por ellos, naturalmente.
3 comentarios:
Pero lo peor de todo, es que los políticos han sido consentidores en todo, con la Iglesia, en el desastre de Cajasur.
Pero lo peor de todo, es que los políticos han sido consentidores en todo, con la Iglesia, en el desastre de Cajasur.
Pero... ¿es que hay alguien que pueda fiarse de un socialista...? y menos un cura... claro.
chiflos
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