miércoles, 12 de mayo de 2010

Rebelión en la granja.




Sugiero la lectura de un libro para esta primavera. Y me atrevo incluso a recomendar uno de un autor, Eric Blair, que naciera en la India, en 1903, y muriera en 1950. Su verdadero nombre era George Orwell, autor de “Rebelión en la granja” (Animal Farm), en 1946. En este libro no se describe la historia de unos cuantos animales, sino que se usan éstos para representar ideas políticas, lo que en literatura se llama hacer una alegoría. Para Orwell fue muy importante escribir sobre cuestiones sociales, el poder, la corrupción y la injusticia en la sociedad. El escritor y periodista británico estaba muy desilusionado por las injusticias sociales y participó en la Guerra Civil española. Se opuso al imperialismo y, en los años 30 y 40, fue cronista, crítico de literatura y novelista, conocido sobre todo por sus críticas al totalitarismo nazi y estalinista.

El argumento del libro es sencillo: en la granja del señor Jones, los animales no estaban contentos con su tipo de vida y planean una rebelión encabezada por los cerdos. Una noche que los granjeros olvidaron darles su comida, éstos se levantan en armas, echan a los hombres y se adueñan de la granja. Los hombres intentan recuperarla pero los animales repelen el ataque. Entonces redactan una serie de mandamientos absolutamente inviolables y los cerdos, poco a poco, toman posiciones, consiguiendo administrarlo todo, mientras que el resto de animales trabajan para ellos mismos.

Los cerdos hacen correr el rumor de que todos son enemigos, excepto ellos mismos. Pero desobedecen cada vez más los mandamientos en los que se basa su sociedad y viven mejor que los demás, con la excusa de que ellos deben cuidarse para poder llevar el gobierno de la granja de una manera más eficiente. Además, comercian con los granjeros, para poder construir el molino y comprar comida. Y, llevados por la codicia y el egoísmo, prevalecen en un nivel superior, aliándose con el hombre, vistiendo y viviendo como él...
Las páginas de “Rebelión en la granja” son una síntesis de los problemas del tiempo de Orwell: el odio a la tiranía, el amor hacia los animales y el campo, dentro de su profunda admiración hacia las fabulas satíricas de Jonathan Swift. “A mi regreso de España –se puede leer en uno de los dos prólogos al libro– pensé exponer el mito soviético con una historia que fuera fácilmente entendida por casi todos… Sin embargo, los detalles concretos de la historia no me llegaron hasta que un día (estaba viviendo en un pequeño pueblo) vi a un niño, tal vez de diez años, conducir una gran carro a través de un sendero estrecho, azotando a las bestias cada vez que trataba de dar la vuelta. Me di cuenta de que bastaría con que esos animales se dieran cuenta de su propia fuerza para que no tuviéramos más poder sobre los mismos, y de que el hombre explota al animal de la misma manera que el rico explota al proletariado. Procedí a analizar la teoría de Marx desde el punto de vista animal”.

Las fuerzas sociales representadas por los diferentes animales son reconocibles –Boxer, el noble caballo, como la representación de la clase obrera; Moisés, el cuervo, como la Iglesia Ortodoxa rusa–, de la misma manera que son identificables los individuos representados por los distintos cerdos. Stalin hizo asesinar al exilado Trotsky en México, menos de tres años antes de que Orwell comenzase a trabajar en el libro. Existe un cerdo Stalin y un cerdo Trotsky pero no un cerdo Lenin. A Moisés, el cuervo, le es permitido volver a graznar a medida que la crisis se profundiza, y a las pobres explotadas cabras, caballos y gallinas, se les dice que ya no pueden cantar su amada canción “Bestias de Inglaterra”. Probablemente, la frase más conocida de la novela es la negación que hacen los cerdos del eslogan original de que “todos los animales son iguales” al añadir que “algunos animales son mejores, más iguales, que otros”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Uff.. de esto hace ya tiempo. Orwel ---como J. Verne-- acertó en la visión de la sociedades futuras. El gran hermano, no es sólo un programa de telecinco,está ahí a la vuelta de la esquina y es una presencia real. De la bancada de los llamados socialistas, J.A. Alonso parece el más igual de todos. Repelente este tío, oiga.

chiflos.