También los italianos se equivocaron de himno en el homenaje a Contador.
Definitivamente, Alberto Contador no tiene suerte al proclamarse vencedor y, cuando tiene que escuchar el himno español, es testigo de la mala versión o de la equivocación del mismo. En el Tour 2007, subió a lo más alto del podio de París, en los Campos Elíseos. Y, en el momento de escuchar el himno, le pusieron el danés. Luego, la organización, que reconoció su error, le compensó con la interpretación del himno oficial cuando su equipo, el Discovery, subió a recoger el premio por escuadras.
En el último Giro de Italia, el español de Pinto volvió a ganar. Fue el domingo, en Milán, cuando fue a recoger su triunfo. Los italianos, más afinados que los franceses, le pusieron el himno nacional. Escoltado por Michele Scarponi y Vicenzo Nibali lucía con el trofeo de campeón mientras sonaba la Marcha Real en su honor. Pero no era el himno actual de España el que oyó, sino la versión que el dictador, Primo de Rivera, encargara a José María Pemán en 1928, ocho años antes de que estallara la Guerra Civil. La música era idéntica a la actual, pero en la dictadura tenía una letra apropiada a las circunstancias que a Contador tampoco le cuadraba.
Con el mencionado 'Himno”, España ya había sufrido otro desplante en 1967, en el partido que la selección de fútbol jugó en Praga frente a la entonces selección de Checoslovaquia. En el estadio, con las dos selecciones formadas en el centro del terreno de juego, sonó el 'Himno de Riego' en vez del oficial franquista. Era la única partitura que tenían a mano. El fallecido presidente federativo, José Luis Costa, protestó airadamente y recibió todo tipo de explicaciones. Los jugadores españoles permanecieron firmes por si lo que oían fuera el himno local.
El himno tiene una historia contradictoria de errores que, de vez en cuando, se van repitiendo. El 29 de julio de 2001, el equipo español de waterpolo derrotó a Yugoslavia por 4-2 en la final del Mundial disputada en Fukuoka (Japón). Los jugadores, ya en el podio con sus medallas de oro en el cuello, no imaginaban que durante el izado de la bandera española un “fallo técnico” impediría escuchar por megafonía el himno. Los organizadores, incapaces de subsanar el error, pidieron a los waterpolistas españoles que cantaran “a capela” su himno, ignorando que tampoco tenía letra. Pero los deportistas lo tararearon.
En otro Campeonato del Mundo, el de balonmano disputado en El Cairo en el verano de 1999, y cuando Iñaki Urdangarín ya era prometido de la Infanta Cristina, la selección española escuchó el himno de Marruecos en los instantes previos al partido que les debía enfrentar con Argentina. Los jugadores españoles se miraron de reojo, puestos en pie, con Urdangarín reservado ese día en la grada. El presidente de la Federación Española, Jesús López Ricondo, saltó a la cancha preso de ira, y con aspavientos y señas intentó sin éxito deshacer el entuerto en la mesa de anotadores. Cuatro años más tarde, en la final de la Copa Davis de 2003 entre Australia y España, en Melbourne, James Morrison, un reputado trompetista australiano de 41 años, interpretó un “solo” del “Himno de Riego” de la República, alegrando a todos los republicanos que lo escucharon y encolerizando a los franquistas.
La anécdota actual, al lado del gran triunfo conseguido por Alberto Contador en tierras italianas, encolerizó esta vez a los republicanos y demócratas que ya se creían que esas letras se las había llevado el diablo al mismo infierno. Pero por los altavoces se oyó claramente: “Viva, España, alzad los brazos, hijos del pueblo español, que vuelve a resurgir...”. Y así, todo el antiguo himno compuesto por José María Pemán, mientras Contador aguantaba con la mano en el pecho, sorprendido ante tamaño error de la organización del Giro, que no cayó en la cuenta de que el himno español no tenía letra. La organización del Giro de Italia pidió disculpas a través de su twitter oficial por el error cometido en la ceremonia de entrega de premios, confundiendo el himno español con uno preconstitucional, encargado por Miguel Primo de Rivera al poeta franquista. El Consejo Superior de Deportes interpuso, de nuevo, una queja formal por la confusión. En adelante, bueno sería que los jugadores españoles que disputan un partido internacional se lleven consigo un casete con el himno grabado por si, de nuevo vuelve a fallar la marcha, en el momento en que suben al podio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario