Santos pacta con Chávez.
Vuelve la paz entre Colombia y Venezuela.
Miembro de una de las familias más poderosas de Colombia (la antigua propietaria y ahora socia de “El Tiempo”, principal diario nacional), Juan Mannuel Santos ha ocupado tres carteras importantes en igual número de gobiernos: Comercio Exterior, con el liberal César Gaviria; Hacienda, con el conservador Andrés Pastrana y Defensa, con el derechista, Álvaro Uribe. Mientras sus amigos le consideran un hombre coherente y un magnífico negociador, sus críticos le califican de traicionero con unas desmedidas ansias de poder. A diferencia de Uribe, que, con sus formas caudillistas, concita el fervor del pueblo, a Santos le gusta hacer equipo y rodearse de los mejores. Pero, su ambición no tiene límites.
Nacido en Bogotá D. C. el 10 de agosto de 1951, Juan Manuel Santos, político, periodista, economista, fue atacado por los gobiernos de Rafael Correa, de Ecuador, y de Hugo Chávez, de Venezuela, con insultos, amenazas de guerra e invitaciones a no votar por él, tras haber declarado que se sentía “orgulloso” de haber ordenado el bombardeo en territorio ecuatoriano como ministro de defensa contra el campamento de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, consideradas como una agrupación terrorista por 33 Estados). Lo que generó la crisis diplomática de Colombia con Ecuador y Venezuela de 2008, revivida un año más tarde por el acuerdo militar entre Colombia y Estados Unidos de 2009.
Pero, el 20 de junio de este año, nada más ser votado por un 68, 9 % de los votos y salir victorioso para el cargo de presidente de Colombia, Santos declaraba estar abierto a dialogar con las FARC para poner fin a la violencia, con la condición de que “renuncien a las armas, al secuestro y al narcotráfico”. Añadió que “no es la exigencia caprichosa de un gobernante de turno”, sino el “clamor de una nación”, que “lo que más desea es la paz” y rechaza “a quienes persisten en la violencia insensata y fratricida”. Finalmente, tras lanzar una hoja de ruta para analizar todos los aspectos de las relaciones, Santos acordaba con el presidente Chávez que no habría injerencias en asuntos internos y establecían mecanismos de cooperación, comprometiéndose el presidente venezolano a no tolerar la presencia de las FARC en su territorio y restableciendo las relaciones no sólo diplomáticas sino comerciales y políticas entre ambos países.
Santos dijo que el intercambio de embajadores se haría pronto. Chávez destacó que lo importante es el restablecimiento de las relaciones. Sobre la demanda ante la Corte Penal Internacional, interpuesta por un abogado colombiano, dijo que “me parece un buen chiste. Y no tengo más comentarios al respecto”. Ambos presidentes iniciaron una cumbre en busca de normalizar las relaciones diplomáticas, rotas el 22 de julio, e invocaron para ello el espíritu de Simón Bolívar, libertador de ambas naciones. El encuentro se realiza dos días después de la investidura de Santos como nuevo presidente de Colombia. “Ha sido la primera y extraordinaria buena decisión que hemos tomado ambos presidentes para reencontrarnos con Bolívar y en Bolívar –dijo el presidente venezolano, congratulándose por la elección del lugar de la reunión –. Queremos construir la paz entre nosotros, cuéstenos lo que nos cueste”. Ambos presidentes se mostraron cordiales y sonrientes ante la prensa. El ex presidente argentino, Néstor Kirchner, secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas, contribuyó en la búsqueda de un acercamiento entre los gobiernos de Chávez y de Santos.
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