Domingo, tres días después del 29-S.
Tres jornadas después del 29-S, domingo es un buen día para recordar lo sucedido el pasado miércoles. Fue la séptima huelga general de la democracia española en los 34 años que lleva de existencia, a razón de una cada cinco años. De las seis anteriores, cuatro fueron paros de 24 horas (1985, 1988, 1994 y 2002), una, de media jornada laboral (1992), y otra, de sólo una hora (1978). De todos ellas el Gobierno respectivo se resistió como pudo, atacando verbalmente y de hecho a los huelguistas. En el caso de la registrada esta misma semana, el Gobierno socialista, principal objetivo de la protesta, ni minimizó ni criticó la huelga, sino que apostó por una de guante blanco. “El giro brutal del Gobierno en su discurso y en su política –reconoce Cándido Méndez, secretario de UGT– hizo inevitable la huelga. Él fue quien la provocó. Nosotros no tuvimos más alternativa que convocarla”. “No queremos cambiar el Gobierno –asegura Ignacio Fernández Toxo, líder de CCOO–. Lo que queremos es una recalificación de su política”.
La víspera del 29-S, los sindicatos de CCOO y UGT se dieron un último baño de multitudes en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Y expresaron su deseo de que Gobierno socialista de Zapatero rectificase sus políticas económicas y la reforma laboral recientemente aprobada. “Vamos a ganar –gritó Cándido Méndez– porque el Gobierno va a rectificar. El presidente es un experto en eso, no lo olvidéis”. También Fernández Toxo mostró su convencimiento de que Zapatero acabaría por dar un paso atrás y cambiaría una ley laboral por otra. “Que se mire en el espejo de sus antecesores en el Gobierno –dijo Toxo– y se dará cuenta de que todos rectificaron después de una huelga general y eso que en ninguno de los casos se aprobó una reforma tan dura como ahora”. En efecto, las seis huelgas generales precedentes (cuatro con Felipe González, una con Adolfo Suárez y otra con José María Aznar) habían tenido algún punto en común con la actual. “Hoy se protesta contra el desempleo –escribió El País–, como en la del 5 de abril de 1978; contra la reforma del sistema de pensiones que alarga la edad de jubilación e intenta cambiar el periodo de cálculo de las mismas, como el 20 de junio de 1985; contra la política económica del Gobierno, como el 14 de diciembre de 1988; contra el recorte de las prestaciones por empleo, como el 28 de mayo de 1992; contra la reforma laboral, como el 27 de enero de 1994; contra los cambios en la protección del desempleo, como el 20 de junio de 2002”. Lo sindicatos exigieron una rectificación al presidente del Gobierno, como ocurrió en otros paros. Éste había ofrecido diálogo a UGT y a CCOO, pero se negaba a dar marcha atrás. Y los sindicatos habían puesto en entredicho las palabras e intenciones de Zapatero.
Frente a la huelga general, Zapatero acude al Congreso “a trabajar”.
Acostumbrado a pregonar su militancia ugestista cuando le conviene, José Luis Rodríguez Zapatero se dejó sorprender en el Congreso, a primeras horas de la mañana del miércoles, 29-S. Algunos le reconocieron como primer boicoteador de la jornada de protesta en todo el país o como primer esquirol. Pero, lejos de buscar un enfrentamiento directo con los huelguistas, el presidente Zapatero prefirió aprovechar el momento para soltar una estudiada frase para que cundiera el ejemplo: “Vengo a trabajar”. Aunque fuera tildada por los huelguistas de inoportuna y de metedura de pata del presidente del Gobierno.
La policía se enfrenta a los piquetes en la cochera de Fuencarral.
Celestino Corbacho, ministro de Trabajo e Inmigración afirmaba a primeras horas de la mañana que las primeras horas de huelga general transcurrían “con normalidad y sin incidentes relevantes”. No ofreció datos de seguimiento y celebró que “los servicios mínimos en el transporte se estuvieran cumpliendo al 97%, de acuerdo con la información facilitada por el Ministerio de Fomento”. Pero, desde las 4 horas y treinta minutos de la madrugada, en la estación de autobuses de la EMT de Fuencarral, varios centenares de piquetes flanqueaban los más de 50 autobuses que, hacían cola para salir de la cochera e intentaban iniciar su trayecto matinal. Ni siquiera el cordón policial que los guardias de seguridad intentaron colocar evitó el objetivo de los sindicatos. Los policías pidieron auxilio por teléfono: “Mandad todas las patrullas que tengáis. Sea el número que sea, las que lleguen van a ser pocas para apaciguar el ambiente”. Los sindicalistas se tiraron al suelo cuando los autobuses intentaban iniciar la marcha. Los policías desenfundaron las porras e intentaron meterles el miedo en el cuerpo. Los tres únicos autobuses que consiguieron pisar el asfalto de la calle antes de las seis, volvieron a entrar, apenas unos minutos después, con los cristales rotos. El cuarto era conducido por un conductor que cedió a los gritos de “esquirol, traidor” y se negó a salir de la cochera. Los piquetes le agradecieron el gesto con un cálido aplauso.
Cándido Méndez y Fernández Toxo, convencidos de que van a ganar, exigen al Gobierno rectificar.
España registra actualmente 18,4 millones de ocupados (dos millones menos que hace dos años) y 4,6 millones de parados (2,3 millones más que en 2008). Tras dos años de crisis, el Gobierno aprueba una reforma laboral al margen de los sindicatos y forzado por la presión de los mercados financieros y los gobiernos europeos. En ella, recorta los derechos de los trabajadores y perjudica a los funcionarios y pensionistas. “Si, previamente, no rectifica –insiste Méndez, refiriéndose a Zapatero–, no habrá diálogo”. Asegura que no pretende provocar, con esta huelga, la dimisión de Zapatero y pide al presidente que vuelva a ser el que era. Toxo advierta que “para negociar hay que recuperar el crédito y el Gobierno lo ha perdido”. Se queja de que es “lamentable que actúe así alguien que asegura ser de izquierdas” y rechaza de plano la acusación de que esta huelga va a provocar un cambio de Gobierno y la llegada del PP al poder. “No somos nosotros quienes vamos a traer a la derecha al Gobierno”, dice, recomendando al Ejecutivo que busque sus aliados en la izquierda del Parlamento, en lugar de pactar con un partido “de derechas y, además, nacionalista”. Los sindicatos sacan pecho y exigen la retirada de la reforma laboral.
Cándido Méndez y Fernández Toxo, a la greña con Gerardo Díaz-Ferrán.
Desde la víspera de la jornada de huelga general, el ambiente se caldea con las declaraciones de Gerardo Díaz-Ferrán, encargado de encender la mecha a primera hora de la mañana. En una entrevista en la cadena COPE, el presidente de los empresarios carga con extrema dureza contra los sindicatos, a los que responsabiliza de todos los males pasados, presentes y futuros. A su juicio, ni CCOO ni UGT “han estado a la altura de las circunstancias ni han tenido altura de miras” a la hora de alcanzar un pacto en reforma laboral, “insuficiente” para el futuro de España. Insiste en la coacción que van a ejercer “los piquetes coactivos” y exige al Gobierno que los disuelva para garantizar el derecho al trabajo porque es “su obligación”. Toxo le responde que los piquetes informativos tienen su función y cumplirán con ella. Y si existe un piquete “del miedo”, asegura, es de los empresarios sin “escrúpulos”. “Que se lo pregunten –añade– a Marsans, a Air Comet y a otras. Ese es el verdadero piquete del miedo”. Toxo y Méndez avisan de que, si, durante el 29-S, hay conflictos violentos en aquellas comunidades autónomas en las que se han “impuesto” los servicios mínimos abusivos, la culpa será de la Administración. Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, advierte a los sindicatos que no pueden incumplir la ley sobre servicios mínimos en jornadas de huelga porque la ley “está para ser cumplida” Y advierte que el derecho a la huelga no prevalece sobre los demás.
Una mujer pasa en bicicleta delante de una pintada reivindicativa de la huelga general.
Poco después de las nueve de la mañana del míercoles, un piquete de casi un centenar de sindicalistas de la CNT y la CGT, aparece en Gran Vía y, desde la plaza de España hasta la plaza de Cibeles, paralizan el tráfico. La Policía nacional intenta varias veces restablecerlo pero, ante el incremento del número de piquetes, opta por no utilizar ningún tipo de fuerza. La mayor parte de las tiendas de Gran Vía, grandes cadenas comerciales como Zara, Sfera o Mango, y los establecimientos del grupo Vips, optan por echar el cierre. Mientras tanto, unos 500 ciclistas convocados por asociaciones ecologistas y vecinales circulan por el centro de Madrid. En la glorieta de Atocha, varios furgones policiales les cortan el paso y les obligaron a subir a la acera, donde son cercados por al menos 70 antidisturbios y diez vehículos. Los ciclistas denuncian varias agresiones. “No nos dejaron circular –explica una de las participantes–. Tiraron de las bicicletas y pegaron con porras”. El cordón policial inmoviliza durante más de una hora al grupo y los agentes detienen a dos personas. “No nos han dado ninguna explicación –se queja otro ciclista–. En ningún momento hemos parado el tráfico. Sólo circulábamos lentamente, igual que hacen los taxistas cuando secundan una huelga”.
La huelga paraliza la industria y el transporte, pero apenas el comercio ni otros sectores. Centenares de miles de personas protestan en las principales ciudades contra la reforma laboral. Para los sindicatos es un “éxito indudable e incuestionable” (un 70% de participación, según sus cálculos), que deberá obligar al Ejecutivo a cambiar la reforma laboral. Los sindicatos apuntan dicho éxito mientras el Gobierno se limita a hablar de un “efecto moderado y seguimiento irregular”. Hablan de un 100 % de las fábricas de automóviles que secunda la huelga y del 21 % del transporte mientras el Ejecutivo ofrece cifras mucho más bajas. De menos de un 3% de la banca y la hostelería y de un 10 % de los comercios. “Hemos ganado la huelga –clama el secretario general de CCOO durante la multitudinaria manifestación en Madrid– Ahora, ganemos el futuro”. Su colega de UGT, Cándido Méndez, reclama al Ejecutivo que “aproveche esta expresión de fuerza democrática y se reconcilie con la inmensa mayoría del pueblo español”. Méndez y Toxo hablan de “éxito incuestionable” y exigen al Gobierno que “escuche el clamor”. Para la CEOE no pasó nada. Sólo un centenar de detenciones registradas en todo el país.
Banderas republicanas y guiños al recientemente fallecido, Jose Antonio Labordeta.
Varios cientos de miles de ciudadanos -40.000, según fuentes de la Policía, medio millón, según los sindicatos convocantes– se concentra durante casi tres horas en el centro de la capital. Cándido y Toxo cierran con sus discursos. El primero vuelve a hablar del “éxito” de la manifestación que pone al Gobierno “entre la espada y la pared”. Una “expresión democrática” que debe servir para que el Gobierno “se reconcilie con el pueblo” y rectifique las medidas que ha adoptado en la reforma laboral. El líder de CCOO advierte al Gobierno que “tome nota” de este “clamor” de los ciudadanos al que debe “agarrarse, si tiene una pequeña sensibilidad de izquierdas”. Y asegura que es “un cuento” que “la única alternativa al PSOE sea la derecha”. Apenas se oye un grito a favor de la dimisión de Zapatero.
En Barcelona, tras una jornada de huelga con un seguimiento “masivo”, según los convocantes, y, entre “irregular” y “discreto”, según el Govern y la patronal, los sindicatos encabezan la marcha que recorre el Passeig de Gràcia y acaba en la céntrica Plaça de Catalunya. La manifestación echa a andar poco después de que los Mossos hayan desalojado el antiguo Banco Español de Crédito, en la misma plaza, y cuando, en otros lugares, aún lidian con algunos anticapitalistas, a los que las centrales acusan de empañar la jornada y hacer “el juego” a los críticos. Los manifestantes son 400.000, según los convocantes, y entre 130 y 140.000, según la Guàrdia Urbana. Al lema “Así, no”, le siguen Joan Carles Gallego, de CCOO, Josep Maria Álvarez, de UGT, Antònia Gil, de la USOC, e Isabel Pallarès, de la Intersindical-CSC, representantes de organizaciones cívicas y partidos de la izquierda alternativa. Pero el PSC, habitual en estas marchas, no está presente. ICV-EUiA y ERC acaparan el protagonismo. Al final, el cantante Gerard Quintana lee un texto en el que los sindicatos fijan su posición. Exigen al Gobierno que “escuche la voz de los trabajadores” y aseguran que la crisis que azota a las economías desarrolladas es “el fracaso del sistema capitalista”. La marcha no es tan masiva como las de la guerra de Irak o la del 10 de julio contra de los recortes al autogobierno catalán, pero sí va mucho más allá del ritual del Primero de Mayo.
Gran despliegue policial en el Corte Inglés.
En los grandes comercios, la situación es tranquila, aunque los grandes almacenes como El Corte Inglés, con la excusa de evitar incidentes, se supieron rodear de un extraordinario despliegue policial. “Un joven integrante de uno de los piquetes que intentaron informar a los trabajadores sobre el derecho que les asistía a secundar la convocatoria de huelga general –leemos en la bitácora asueldodemoscú.net, de Ricardo J. Royo-Villanova y Martín–, fue secuestrado por un violento piquete mixto, compuesto por agentes de policía y miembros de la seguridad privada. Sucedió en Córdoba y, al parecer, según se relata en la página web del Partido Comunista en el que milita dicho joven secuestrado, agentes de seguridad de El Corte Inglés, algunos capataces del mismo y miembros de los sindicatos amarillos Fasga y Fetico, se parapetaban detrás de los antidisturbios e insultaban y desafiaban a los sindicalistas que ejercían su derecho constitucional a la huelga y trataban de apoyar con su presencia a los trabajadores amenazados”.
Agresión desmesurada, en Córdoba.
“En un momento de descuido, los agentes de seguridad se abalanzaron sobre el joven, con la ayuda de los policías a las órdenes de ZP, y agarrándole del pelo, de la ropa y de los brazos, le introdujeron a la fuerza en los grandes almacenes, donde, entre unos y otros, le propinaron numerosos golpes. Varios capataces y miembros de la seguridad privada se colocaron en los escaparates y cristaleras para que, desde fuera, no se viera la paliza que se propinaban al ciudadano secuestrado. Al parecer, el secuestro duró cerca de una hora, sin que se trasladara al desaparecido a comisaría, ni se permitiese la presencia a de un abogado. Una hora más tarde, el joven fue trasladado a Comisaría y aún se desconocen las razones de la detención, por qué no se detuvo también a los alborotadores que participaron en la algarada a sueldo de El Corte Inglés y qué cargos se le imputaban”. El joven agredido se llama Pascual Campos y es militante de las Juventudes Comunistas de Andalucía. Por su parte el secretario de las Juventudes Comunistas, Alberto Alcalá, ha declarado: “La agresión sufrida por el camarada Pascual ha tenido lugar sin mediar provocación alguna, como acción ejemplarizante ante el resto de manifestantes”.
Los siete diputados de izquierdas que participaron en la manifestación y en la huelga.
Por su parte, IU subraya su “absoluto” respaldo a la huelga. Para IU, el paro avanzará un escenario de “confrontación” social con el PSOE. “Estamos seguros –señala José Antonio García Rubio, secretario de Economía– de que el Gobierno rectificará, como han hecho todos los gobiernos tras una huelga general”. Otros responsables auguran el “enderezamiento de las relaciones de Zapatero con los sindicatos”, y algunos “guiños sociales”, pero no más que “puro maquillaje” define Gaspar Llamazares. Lara anuncia que exige al presidente, desde todos los frentes, una “rectificación” de sus “políticas”. Los diputados Gaspar Llamazares, de IU, Joan Herrera, de ICV, Joan Ridao y Joan Tardà, de ERC, Francesc Canet, de Ezquerra Republicana-Izquierda Unida-ICV, y Olaia Fernández y Francisco Jonquera, del BNG, se suman a la movilización. Junto a ellos, al menos cuatro parlamentarios del PSOE participan en la manifestación convocada en Madrid por los sindicatos, aunque desarrollarán su actividad ordinaria en el Congreso. Los tres parlamentarios de Izquierda Socialista (Manuel de la Rocha, José Antonio Pérez Tapias y Juan Antonio Barrio de Penagos) y el presidente de la Comisión de Economía y ex secretario general de CCOO, Antonio Gutiérrez, mostrarán en la calle su disconformidad con la reforma.
Rajoy y Sáez de Santamaría, tildan de fracasada la huelga de los sindicatos y condenan al Gobierno.
Un día después, Esteban González Pons, vicesecretario de Comunicación del PP, declara en la cadena COPE que fue una huelga general “entre amigos” y consideró que “no tuvo mucho éxito” porque los españoles lo que quieren “son elecciones generales, no huelgas generales”. En declaraciones al programa “Los desayunos de RTVE”, resalta que con esta huelga se habrán perdido en torno a los 3.000 millones de euros, que es más —recuerda— de lo que el Gobierno consigue recaudar “congelando las pensiones”. Su jefe de filas, Mariano Rajoy, en un acto del Fórum Europa, tacha la huelga de “fracaso del Gobierno y de los sindicatos” y advierte que ese fracaso lo “acabarán pagando los españoles”. Rajoy se lamenta de “la lesión imborrable que produce la huelga en la imagen de España”. Y manifiesta su deseo de que “cuanto antes” se pueda “pasar página” de la “desafortunada convocatoria” cuyo “perjuicio” para la economía española y para el país, al margen del seguimiento que tenga, “ya no tendrá remedio”. El líder del PP denuncia, de paso, ese “clima de desconfianza” de inversores, empresarios y consumidores en la economía española, así como la incapacidad del Gobierno para “dar la vuelta a la situación”. Soraya Sáenz de Santamaría, portavoz parlamentaria de los conservadores, considera que los españoles dieron “una lección” a los sindicatos y “que este país está para el trabajo”.
Ignacio Escobar y sus cuatro razones.
Ignacio Escolar recuerda en su blog la mayor bancarrota que vieron los tiempos el 15 de septiembre de 2008. En tal día se dio la señal de salida a la peor recesión en décadas. “Todo en esta historia es así, titánico, y aquel gigante naufragado se llamaba Lehman Brothers. Conviene recordar su nombre y la fecha que marcará pasa siempre nuestras vidas: 15-S. Aunque no lo parezca, no fue culpa ni de los liberados sindicales ni de los gitanos ni tampoco del precio del despido libre. Es la parte más obscena de la crisis: la desconexión entre sus causas y sus consecuencias”. Escolar confiesa abiertamente su decisión de ir a la huelga general por 15-S y cuatro motivos más: “El primero, por la reforma laboral; porque no creo en las recetas de esos economistas pirómanos que proponen apagar incendios con gasolina o combatir el paro abaratando el despido. El segundo, porque tengo un hijo de un año y, aunque sólo sea por él, me niego a rendirme ante la mayor estafa de la historia: que el fracaso estrepitoso de la ideología neoliberal se solucione con otras dos tazas de la misma sopa. El tercero, porque yo también conozco a sindicalistas egoístas y liberados perezosos, y creo que los sindicatos tienen mucho que mejorar. Pero me preocupa aún más que su derrota deje desarbolada la principal defensa de los trabajadores ante esos empresarios sin escrúpulos, que tampoco son todos como la caricatura de su representante, Díaz Ferrán, pero que también existen. El cuarto, porque me temo que la huelga no va a funcionar, y tengo debilidad por las causas perdidas”.
Rafa García Almazán y los liberales sindicales.
“La lideresa acusa de que hay demasiados liberados sindicales –publica García Almazán en su blog Kabila, bajo el título ‘¡La huelga general: Muchísimos liberados’–. Y el número de liberados sindicales viene pactado entre empresa y trabajadores, por lo tanto, los liberados son fruto de un acuerdo entre ambas partes, respetando los mínimos que dicta la ley. ¿Quiere decir esta señora que lo que ha firmado ella es un abuso? ¿Por qué lo firmo? Los liberados sindicales son necesarios para la defensa de los trabajadores. Sin embargo, esta señora con sus canalladas trata de equiparar liberado sindical a vago. Esa es la idea que está pretendiendo extender. Por cierto, seguramente habría que recordarle a la señora Aguirre, que los delegados sindicales son elegidos democráticamente por los trabajadores en sus centros de trabajo –de donde salen los liberados--, y los salarios que tienen son los que reciben de sus empresas como cuando estaban en su puesto de trabajo. Sin embargo, en la Comunidad de Madrid, hay además de los diputados elegidos democráticamente, mil quinientos setenta y un liberados políticos, que son los cargos de confianza que tiene el gobierno de la populista Esperanza Aguirre (cuatro veces más que antes de entrar ella) y que estos liberados políticos son designados a dedo, sin ninguna elección, y cobran de media entra 4000 y 5000 euros al mes, bastante más que los liberados sindicales”.
Las portadas de una prensa español, la mayoría de la cual demuestra que siguen bajo la derecha, no dejan lugar a dudas… sobre la ideología de la que viven. “Zapatero –reconoce El País un día después del 29-S– mantendrá la reforma laboral tras una huelga de impacto moderado”. El Mundo ABC, titulan: “Fracaso general al mismo degüello”. Hermann Tertsch, hace ostentación de su ideología en ABC, en el artículo titulado ‘La mafia en la retina’: “Ayer España dio un paso definitivo de cara a liquidar un sistema sindical que ha degenerado en un aparato de corte mafioso (...) Sólo hubo huelga ayer allí donde la amenaza logró imponerse. Donde las bandas de matones no tenían superioridad abrumadora, la población en general se enfrentó a ellas”. Dice que habrá un nuevo sindicalismo, “pero el rufianismo de estos parásitos antisistema toca a su fin”. La Razón ostenta en su portada: “Fracaso de la huelga borroka”. La Gaceta: “Estrepitoso fracaso del intento de huelga de Zapatero, Toxo y Méndez”. “Apuntar al presidente del Gobierno y líder del PSOE como autor de la convocatoria –señala Diariocrítico– más bien parece una broma de mal gusto”.
Carlos Dávila, director de “La Gaceta”, escribe sin el menor rubor: “Hoy somos más pequeñitos que nunca. Una huelga inaudita, promovida por sindicatos sin prestigio alguno, nos afecta también a los periódicos, que no vamos a tener una presencia adecuada en los kioscos. De ello, echen la culpa al maestro armero, o sea, a los convocantes, a éstos que afirman que el derecho a la huelga está por encima del derecho al trabajo, es decir, que habría huelgas aunque nadie trabajara. Así son ellos, los que creen que tampoco el derecho de la información prima sobre el de la huelga. Cuatro mil millones nos va a costar este capricho injusto a los españoles. Los sindicalistas seguirán en sus puestos cómodamente instalados; ellos son los únicos que cobran por ir a la huelga”. El 37 % de la plantilla de El País secunda la huelga. El 50% de la redacción de Público se adhiere a la misma. Ni La Gaceta, ni el ABC ni La Razón dan tregua ni descanso a quien se atreve a parar y a protestar.
“Una huelga sin vencedores ni vencidos –escribe Fernando Vallespín, catedrático de Ciencia Política y de la Administración, en el artículo “Cuando todos ganan”, publicado en El País el viernes pasado–. Ni unos ni otros pueden cantar victoria ni sentirse derrotados… La mala conciencia del Gobierno por las medidas de ajuste y reforma laboral acabó sintonizando así con los reproches sindicales sin que ninguno consiguiera deslegitimar al otro. Enfrentados sí, pero hermanos de sangre… Una victoria clara de alguna de las dos partes los hubiera arrastrado a una lucha fraticida de consecuencias obvias para la gobernabilidad del país y para dejar el camino expedito al triunfo de la oposición”. Y el ex Director del Centro de Investigaciones Sociológicas termina con estas palabras: “Si la partida ha quedado en tablas solo cabe hacer una de dos cosas: o volver de nuevo al enfrentamiento, o unirse y cambiar de juego y de adversario. Y, sobre todo, saber explicar y justificar por qué se hace”.
Nosotros, al menos, cambiamos de juego pero no de adversario. Como el humor de Peridis ante el dilema del diálogo o la rectificación frente a la huelga general. Y como diferentes humoristas.
Territorio Vergara presenta esta semana su humor en: Solo, Reacción, Restrictivos y austeros, Futurólogo, Los que más se juegan e Intolerable.
Manuel Fontdevila: La hora del diálogo, Estiramientos previos, Mañana, 29-S, ¿Cómo ha ido? y Alguna sugerencia.
Pep Roig: La verdad, toda la ver y nada más que…, La gran ocasión, El futuro presente, La vida sigue igual, Normal y Calla y traga.
Un vídeo aparecido el 9 de febrero del 2009 mostraba ya entonces al Presidente Zapatero, cediendo ante los sindicatos y convirtiendo a la Moncloa en un buffet libre. A cada cual, lo que pida. Y tenía a Pepiño un poco “quemado”....
Las mentiras de la crisis
1 comentario:
Han pasado cuatro días desde la tomadura de pelo de la huelguita. Cuatro días como cuatro meses.No tuvo consecuencias. Ni las más minimas. Ya está digerida, descontextualizada y si queda alguna foto será para el servicio de documentación de "cuentame como pasó" que protagonizan Imanol Arias y Ana Duato.
chiflos.
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