Sarkozy se crece ante la duda.
Nicolás Sarkozy, presidente de la República francesa, líder conservador que lleva cinco años en el poder y conoce más que nadie sus vericuetos para llegar al mismo, ha anunciado oficialmente su candidatura a la reelección y se presenta como “el capitán que no abandona el barco en tiempo de tempestad”, apareciendo con una mirada serena que se pierde en el horizonte. El lema de su campaña es “Francia fuerte”, una idea que defendió en la presentación de su candidatura: “Si Francia es fuerte, los franceses estarán protegidos”. No es “¡Forza Italia!”, elegido en su día por Berlusconi, pero, casi. Con ello, intentará, como Berlusconi, suplantar la realidad de la crisis del país a golpe de comunicación. Con ese gesto, Sarkozy intenta parecer modesto, alejado de la arrogancia con la que se ha exhibido desde el Elíseo, pero sin poder esconder la tara de ocho millones de parados y con un gran endeudamiento.
No obstante, Sarkozy se niega a hacer cualquier balance de su mandato, y rehuye enfrentarse a una caída sin precedentes de la competitividad de las empresas y a los ocho millones de franceses bajo el umbral de la pobreza. Se presenta a la reelección porque “su dinamismo y energía”, según dice, es lo único capaz de hacer frente a “la sucesión de crisis inauditas que vive el mundo”. “La situación de Europa, de Francia y del mundo que vive, desde hace tres años, una crisis sin precedentes –concluye–, hace que, si yo no solicitara la confianza de los franceses, eso sería como un abandono de mi puesto, como si un capitán abandonara su navío”.Y Sarkozy no lo abandona.
El pasado domingo, en Villepinte, cerca del aeropuerto parisiense de Charles De Gaulle, durante el mitin especialmente concurrido de su precampaña electoral, prefirió hablar de la profunda reforma de Europa, en particular del tratado de Schengen, y del proteccionismo económico, amenazando con suspender la aplicación en su país de los acuerdos sobre la libre circulación de ciudadanos y mercancías en Europa si no se afronta una reforma profunda de los mismos que refuerce el control de las fronteras. El mandatario francés asegura que, “si, en la situación económica y social actual, Europa no controla las entradas en su territorio, no podrá acoger dignamente a los que llegan y no podrá financiar su protección social”. Está dispuesto a adoptar una cláusula que proteja los productos europeos frente a los de otros países y que las pequeñas empresas de la región tengan prioridad en el acceso a los contratos públicos en Europa, similar a las que tiene Estados Unidos. “Si en doce meses no se ha avanzado en este aspecto”–aseguró ante un público entusiasta–, Francia la adoptará de forma unilateral”.
Sarkozy intenta invertir la tendencia de los sondeos de cara a las presidenciales, favorable hasta el momento a los socialistas. Y pretende, así, revitalizar a un partido deprimido por los sondeos y su impopularidad, frente al candidato socialista, François Hollande, que le supera en 4,5%. El presidente de la UMP ya no es el salvador de Francia, como en 2007, pero pretende ser quien la proteja mejor. Y, de esta manera, volcar el resultado de las encuestas y volver a ganar unas elecciones, teñidas esta vez por las dudas de sus votantes. Pero, para reducir en seis semanas esta diferencia se enfrenta a un resultado que le va en contra y le provocará sudor y lágrimas.
2 comentarios:
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