Elefantes republicanos y ratas nazis.
El accidente del rey Juan Carlos I, en su polémico viaje de caza en Botswana, sigue coleando en Facebook donde se divulgan, desde hace una semana, todo tipo de fotomontajes en alusión a la afición deportiva real. La noticia, conocida el 14 de abril, día de conmemoración de la IIª República, ha hecho que aquellos que no apoyan el sistema monárquico conviertan al elefante en un símbolo republicano. Un elefante que, pintado de rojo, amarillo y violeta, nada tiene que ver con el símbolo norteamericano. Los defensores de los animales lo sacaron en las redes sociales para denunciar el hecho de que el rey siga practicando la caza de elefantes. Muchos son los que se imaginan la venganza de los paquidermos. Durante años, el rey Juan Carlos combinó la mortífera “afición” pese a que ocupara la presidencia de WWF-Adena, una ONG de defensa de los animales que permite adoptar un elefante por 39 euros. Hasta que, a raíz de los últimos escándalos reales, el monarca español está a punto de ser expulsado de su presidencia honorífica. En la mayoría de países africanos se ha prohibido su caza y, en 1989, el comercio de marfil de sus colmillos, pero aún existen mercados ilegales y algún país que permite su caza. Y cazadores furtivos o revestidos de la oportuna legalidad continúan persiguiéndolos sin piedad. Aunque esta vez el elefante republicano está dispuesto a vencer al rey cazador. Y la preservación del medio ambiente y el respeto a la naturaleza, promovida desde WWF-Adena, ha puesto en jaque a uno de sus miembros más relevantes.
Foto publicada en la web de Rann Safaris, compañía que suele utilizar el rey para sus cazas.
La organización WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) fue creada en Morges (Suiza), en 1961. En 1986, cambió de nombre, pasando a llamarse Word Wildlife Found for Nature. Finalmente, en el 2001, se convirtió en WWF a secas. Pero, siete años antes de su creación, en 1954, el príncipe Bernhard de Lippe-Biesterfeld, brazo holandés de la nobleza europea y miembro de fuerzas militares de élite (nazis primero, inglesas y holandesas después), fundó el grupo Bilderberg (entonces secreto), la primera institución ambientalista con la ayuda de instituciones de la corona británica, servicios de inteligencia europeos, y grandes corporaciones ligadas a la industria bélica. Y, en colaboración de algunos invitados, se fundó el Fondo Mundial Vida Salvaje, renombrado después con las siglas WWF. Basta echar un vistazo a la posterior lista de miembros selectos de este organismo, el llamado Club 1001, para señalar los tres puntos comunes de su membrecía: nobleza europea, servicios de inteligencia y grandes grupos corporativos (principalmente, bancarios, armamentísticos y químicos). Algunos de estos distinguidos “amantes de la naturaleza” son: El propio Príncipe Philip, presidente honorífico de WWF (el Duque de Edimburgo es el supremo representante masculino de la casa Windsor, capitán general de la marina británica, aficionado no sólo a despedazar zorros con sus perros en su reino, sino también a la caza furtiva de elefantes y otros animales en India y Nepal); Conrad Black (miembro asiduo de Bilderberg y cabeza del imperio de massmedia, Hollinger, creado por su padre, el agente del MI5, George Black); Tibor Rosenbaum (agente del Mossad y dueño del BCI, (Banque du Credit Internacionelle), basado en Ginebra, denunciado por Life como lavadora de dinero negro de diferentes mafias involucradas en tráfico de armas y narcotráfico); don Juan Carlos de Borbón (descendiente de Felipe de Anjou y rey de España junto a su consorte, la Reina Sofía y presidente de WWF-Adena) así como otros nombres de la nobleza, militares y financieros relacionados con los intereses políticos y económicos de grupos de poder europeos extendidos en todo el mundo.
El grupo o foro Bilderberg, creado en la década de los cincuenta, es una reunión anual a la que asisten aproximadamente las 130 personas más influyentes del mundo con el propósito es “hacer un nudo alrededor de una línea política común entre Estados Unidos y Europa en oposición a Rusia y al comunismo”. Los sectores de izquierda le acusan de conspirar para imponer un dominio capitalista y los de derecha de querer imponer un gobierno mundial y una economía planificada. Según el escritor James McConnachie, el grupo es conscientemente con una conspiración global, “pero lo hace sin un grado de atrocidad, algo que no entienden los teóricos de la conspiración y los conspiranoicos ven al Club Bilderberg como el mal absoluto”.
Los aliados de la Segunda Guerra Mundial vencieron “heroicamente y salvaron al mundo” de la amenaza de una fuerza malvada (el nazismo). Sin embargo, aliados y nazis practicaron genocidio, desarrollaron planes de eugenesia, masacraron y bombardearon brutalmente a civiles, experimentaron con nuevas armas y llevaron a cabo programas de destrucción masiva. Ambos hicieron lo mismo porque eran una misma fuerza polarizada: la locura elitista europea, usando la nueva tecnología, desarrollada por una comunidad científica que trabajaba indiscriminadamente con un bando y con el otro. De esta manera, antes y después de los teatrales juicios de Nuremberg, en 1945, numerosos científicos del Tercer Reich, investigadores militares y altos oficiales nazis fueron “exiliados” a Estados Unidos, Brasil, Argentina, Chile y muchos de ellos, con cambio de nombre y pasaporte suizo o del Vaticano, utilizaron “La Ruta de las Ratas”. Y, si esto ocurrió con los artífices científicos y materiales del nazismo, ¿qué debió de ocurrir con las casas reales y la nobleza europea que simpatizaba con el movimiento nazi y con los grupos financieros que apoyaron, sufragaron e hicieron posible el nazismo? Paradójicamente, con ellos no ocurrió nada. Siguen perteneciendo a su ideología, permanecen en sus puestos, asisten a fiestas de la jet-set y reciben el cariño de sus súbditos. Algunos cambiaron, eso sí, su nombre; otros, se vincularon con noblezas de países aliados y otros se lanzaron a nuevas aventuras políticas.
Juan Domingo Perón.
Según una conocida web (quhist.com/ruta-ratas-caminos-huida-dirigentes-nazis-tras-perder-segunda-guerra-mundial), mucho se ha investigado sobre los jerarcas nazis que, tras el final del IIIer Reich, huyeron de Alemania, consiguiendo establecerse, bajo identidades falsas, en diferentes países. Las rutas de huida se conocen bajo el nombre de “La Ruta de las Ratas”. Uno de los destinos preferidos, fue Argentina, convertido en un verdadero santuario nazi. Juan Domingo Perón fue el creador de una auténtica Odessa que permitió que asesinos como Mengele, Eichmann o Priebke se establecieran en Argentina con total impunidad. La ruta que siguieron comenzaba en la frontera alemana-suiza, continuaba por los puertos de Génova y Barcelona, hasta culminar en algún punto de la costa argentina. Perón nunca ocultó sus intenciones y, en varias entrevistas, insistió en que Nuremberg era una desgracia, una infamia, que no se podía someter a juicio a un ejército derrotado y él se propuso rescatar a los nazis de la justicia aliada. Pero no fue sólo Argentina, la dictadura franquista ofreció su apoyo, creándose en nuestro país organizaciones como CEDADE. El miedo al comunismo, en los comienzos de la Guerra Fría, fue la excusa por la que Estados Unidos o el propio Vaticano se erigieron en protectores de algunos de estos asesinos. Y es un hecho demostrado que los EEUU reclutaron, a través de la CIA, a fugitivos nazis para espiar a la Unión Soviética.
Alois-Hudal.
En este juego sucio, El Vaticano dio protección y albergue a jerarcas nazis, considerándolos como elementos útiles en la lucha entre religión y ateismo que se vivía en esos momentos. Facilitó falsas identificaciones y una ruta de escape a Sudamérica (“La Ruta de las Ratas”), aunque también a algunos otros países como Australia o EEUU. En 1946, el cardenal Caggiano viajó al Vaticano y, en nombre del gobierno argentino, ofreció el país como refugio de los criminales de guerra escondidos en Roma. Pero el gran visado para los nazis huidos era Alois Hudal, obispo en Roma, que nunca ocultó sus simpatías nazis y que se hizo famoso por establecer las vías de huida para estos. Algunos de los más conocidos y buscados fueron: Franz Stangl (comandante del campo de exterminio de Treblinka), Gustav Wagner (comandante en Sobibor), Alois Brunner (uno de los oficiales principales más brutales), Adolf Eichmann (el arquitecto del Holocausto), Walter Rauff (supervisor del programa conectado al gas de los motores diesel para que 100.000 judíos muriesen finalmente asfixiados durante el camino), Ante Pavelic (el carnicero de los Balcanes) que vivió en el Vaticano, en Argentina y en la España franquista... Todos los nazis sabían que debían escapar a Roma y que, una vez allí, debían dar con el obispo Alois Hudal que les daría albergue, documentos falsos de la Cruz Roja Internacional, y visas así como trabajo en distintos países fuera de Europa. Todo esto ha sido recogido en un genial documental de la televisión alemana con el nombre “La Ruta de las Ratas” que se puede encontrar en Internet.
Pero volvamos al tema elefantino del que partíamos. Un elefante indignado ante tanto cazador interesado por sus colmillos. E indignado ante un rey que amenaza con un fusil recargado. Un rey que se divierte cazando y matando elefantes en Botswana y que termina cazado y con la cadera rota. “Los españoles, ay –escribe David Trueba en su columna de El País–, se han envalentonado por los más superficial y siguen sordos para lo más esencial. Así, con razón, se indignan por la muerte de un elefante, pero permanecen impasibles ante el exterminio de los grandes elefantes de nuestro sistema social como la sanidad, la educación y la ayuda a los desfavorecidos. Dogmas abatidos bajo el fuego de hiperrealismo sucio”.
Esta semana lo han contado miles de periódicos de todo el mundo. Explican que los españoles han reaccionado con “indignación”, “malestar”, “ira”, “polémica” y “críticas generalizadas” al monarca, especialmente porque el “costoso” y “controvertido” viaje se había producido cuando España estaba sumida en una grave crisis. The New York Times informa que el Rey Juan Carlos de España “se sometió a una cirugía para reemplazar su cadera el fin de semana, tras sufrir un accidente en Botswana, donde había ido a cazar elefantes. Unas vacaciones que han alentado las críticas sobre el modo de vivir del Rey, en un momento en el que el país se enfrenta a una crisis económica”. Destaca que la afición a la caza de la familia real española “ya generó controversia este mes al dispararse en el pie el nieto del Rey”. Y recuerda que “a diferencia de sus homólogos británicos, la familia real española ha gozado de protección ante las críticas de los medios y la opinión pública, por su papel durante la Transición. Pero, recientemente, el apoyo a la monarquía española ha estado disminuyendo, según los sondeos”. The Guardian publica la foto del monarca español y resalta: “El costoso viaje de Juan Carlos a Botswana –del que fue trasladado en avión a casa, herido– despierta la ira en el país golpeado por la recesión. Mientras los españoles se enfrentan a la austeridad, la recesión y un paro altísimo, la familia real del país ha estado disfrutando de caros viajes de caza”. Chicago Tribune critica al Rey de España por el “irresponsable viaje de caza”. Critica la falta de transparencia de la Casa Real, tres meses después de haberse comprometido a detallar sus gastos tras el caso de corrupción. Y añade: “El viaje del Rey habría seguido siendo secreto si no se hubiera caído y fracturado la cadera”. El Washingon Post recoge que “el Rey está siendo objeto de mordaces críticas por ir, en un costoso viaje, de caza de elefantes a Botswana en medio de los profundos problemas financieros de la nación. Para empeorar las cosas, un accidente durante el viaje terminó enviando a Juan Carlos al quirófano”.
Paris-Match habla de la primavera podrida del rey.
Las cadenas estadounidenses CNN y CBS, califican de “inusual” y “rara” la disculpa pública del rey Juan Carlos. Destacan la “grave crisis económica” que vive el país para remarcar el error del viaje a Botsuana. “El Rey Juan Carlos de España –señala la primera– protagonizó una inusual disculpa pública por su reciente viaje de caza a África que ha causado indignación en España y en el extranjero por su coste cuando la nación vive una crisis económica”. En Francia, el diario Le Monde y el canal TF1 destacan el “rostro serio” y “contraído” del monarca a su salida del hospital, resaltando la indignación que el viaje del Rey ha levantado en España y en la prensa: “El Rey de España –dice TF1– se excusa por su safari de 30.000 euros. Puesto en la diana por la prensa española, en un país atrapado en la crisis de la deuda y en donde uno de cada dos jóvenes está en el paro, se ha disculpado por su costoso viaje a Botswana”. Paris-Match habla de la “primavera podrida del rey”. El Irish Times apunta que las disculpas vienen cuando “los medios de comunicación españoles critican al monarca por su costoso viaje, que sólo salió a la luz a causa del accidente”. El diario irlandés recalca el enfado de los “activistas medioambientales”.
El Bild señala a Corina como algo más que una amiga del Rey.
Otros medios, como el Washington Post o Financial Times, se han hecho eco de la información sin entrar en valoraciones. “El Rey Juan Carlos pide disculpas por su viaje de caza a África”, se limitan a señalar, mientras el Daily Telegraph ironiza: “Disculpa sin precedentes del Rey de España por su disparate del tamaño de un elefante en medio de peticiones de abdicación. Las disculpas de don Juan Carlos llegaron hasta Tailandia y el Bangkok Post”. Igualmente Financial Times, Frankfurter Rundschau, L’Express, Le Nouven Observateur, De Volkskrant, La Nation, The Australian, La Jornada y otros medios hablan no siempre en positivo sobre la monarquía española. Y, en Alemania, se atreven con más todavía. Una amiga del rey, la alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein, es señalada como la intermediaria de don Juan Carlos de cara a gestiones en el extranjero, entre ellas las cacerías del rey en el extranjero. Y las publicaciones más extremas, los tabloides, como el alemán 'Bild Zeitung', la señalan como algo más que una amiga.
Después de la espantada real, el humor de esta semana ha ido de la mano de los acontecimientos. Lo demuestra la fotocomposición del elefante-rey. Un humor que en “El Jueves” nos muestra en el Borbón-locator, J. R Mora, en su rey pidiendo perdón y España se rompe y la moda presenta en sus camisetas. Un humor presente hasta en la WWF, con Urneneta, Peridis y la Corona, Floirán, pegándose un tiro en el pie y el rey temiendo su baja por su despido. Rajoy, su parte, trata de imponerse ante Cristina Kirchner y ante la expropiación de la YPF (dibujo de Ferrán-Martín). Forges dibuja las primeras medidas del Gobierno español por la nacionalización y Mel y Paz-Rudy las suyas.
Pep Roig continúa con la serie “La crisis crea nuevos oficios” y con “Una historia de risa que es para llorar”. Además de “La gran estafa nacional”.
Les dejamos con tres vídeos. En el primero, se estudia la actuación del rey como presidente de WWF.
En el segundo, el programa el Intermedio hace un resumen del rey en los últimos días.
El tercero es una nueva canción del último trabajo de Serrat y Sabina.
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