viernes, 8 de junio de 2012

La Banca del Vaticano, bajo sospecha.


El IOR del Vaticano.


La prensa italiana dice que Gotti Tedeschi era otro de los topos.



Paolo Gabriela, el mayordomo del Papa, detenido hace dos semanas en el Vaticano como el traidor, el “topo” que habría actuado durante los últimos meses de agente doble, demuestra el poder urdido que trata de controlar la sucesión al solio pontificio ocupado por Bendicto XVI. Pero, “Paoletto –aseguran varias fuentes– no estaba sólo. Son muchos los cuervos anónimos que aseguran ser sus compañeros. Queremos defender al Papa, denunciar la corrupción, hacer limpieza en el Vaticano”. Las voces anónimas confirman lo que ya se sabía: el Vaticano es, desde hace meses, un campo de batalla entre distintas facciones que luchan por el poder.

Llama la atención la caída en desgracia del economista italiano, Ettore Gotti Tedeschi, presidente del IOR (Instituto para las obras de Religión) y conocido como el “banquero de Dios”. Tedeschi ha sido perseguido hasta la deshonra por un grupo de cardenales furiosos que mueven los hilos y las finanzas petrinas, entre los que se encuentra el secretario de Estado, Tarsicio Bertone. La Comisión que vigila el funcionamiento del IOR, formada, entre otros por este Cardenal, ratificó la decisión de destituir a su presidente. Así lo asegura el padre Federico Lombardi, portavoz vaticano: “No hay ninguna división dentro de la Comisión Cardenalicia. Ésta ha comunicado por escrito al profesor Gotti Tedeschi que las funciones de presidencia pasan de manera interina, como contemplan los estatutos, al vicepresidente Ronaldo Hermann Schmitz”.

Desde septiembre del 2009, el banquero de Dios gozaba de las bendiciones de Su Santidad. Hasta que sufrió una campaña de desprestigio total por parte del cardenal Bertone. La pasada semana, el banquero, indignado, reaccionaba con la amenaza de abrir varias querellas. Pero se mordía la lengua: “Me debato entre el ansia de explicar la verdad y el no querer turbar al Santo Padre. Mi amor hacia él prevalece sobre la defensa de mi reputación, vilmente puesta en duda”. Muy afectado por esta historia, en pocas horas, Tedeschi pasó hace quince días a ser de “hombre de la transparencia” a “enemigo de la glasnost” financiera de la Santa Sede. Los colaboradores del IOR que todavía están de su parte esperan la creación de una comisión que investigue y aclare las acusaciones en su contra y en contra de la gestión del Instituto. Antes de ser ingresado en una clínica para someterse a una operación del colon, el banquero, profundamente afectado por meses de conflictos y tensiones, expresó una profunda amargura por la publicación del memorándum gracias al cual el Consejo de Administración de la “caja fuerte del Papa” le daba la espalda el jueves pasado.

Fundado por Pío XII, en 1942, el IOR se vio salpicado, a principios de la década de los ochenta, cuando estalló en sus manos el escándalo por la quiebra del Banco Ambrosiano, de Roberto Calvi, a quien se encontró ahorcado bajo un puente de Londres, en 1982. La bancarrota originó la quiebra de una treintena de empresas, y, si bien el Vaticano siempre rechazó cualquier responsabilidad en ese entuerto, sí admitió su incumbencia moral y decidió pagar 241 millones de dólares a los acreedores de la entidad. El IOR fue reformado en 1989 por Juan Pablo II. Actualmente cuenta con un patrimonio de 5000 millones de euros y 33.000 titulares de depósitos, en su mayoría italianos, polacos, franceses, españoles y alemanes. El organismo del Consejo de Europa verifica si se debe admitir al IOR en la lista de institutos de transparencia financiera, citados por la prensa italiana.

Gotti Tedeschi, miembro del Opus Dei, había colaborado con el Papa en la encíclica “Caritas in veritate”. Ahora, la colaboración que le pedía era más terrenal y, por tanto, más difícil: rescatar de las manos del demonio las cuentas de Dios y limpiar el Banco del Vaticano. Hasta que Bertone y Tedeschi se enfrentaron y terminaron chocando. El economista amigo del Papa amenazó con dimitir. El secretario de Estado se le adelantó. Y lo despidió.

El lunes pasado, el ex banquero del Vaticano fue sorprendido por la Policía que se presentó en su casa. “Ah, ¿un registro? –respiró tranquilo cuando se enteró del motivo–. Pensaba que veníais a pegarme un tiro”. Entre sus pertenencias, la Policía encontró “un par de dosieres dirigidos a los amigos de más confianza”. Se trata de centenares de páginas sobre importantes personajes de la Santa Sede, como el cardenal Bertone o el secretario particular del Papa, George Gänswein, con los que Tedeschi habría hablado sobre el escándalo del blanqueo de capitales en el banco vaticano. El banquero de Dios había dejado por escrito a dos amigos íntimos un expediente con documentación y con la advertencia: “Si me asesinan, aquí dentro está la razón de mi muerte”.

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