Roma sí paga a traidores.
Viriato fue un caudillo
lusitano que venció a las legiones de Roma en Iberia (lo que hoy es España y
Portugal) una y otra vez hace más de dos mil años. Para acabar con Viriato, en
138 antes de Cristo, los jefes romanos sobornaron a tres lugartenientes del
caudillo lusitano para que lo asesinaran. Lo apuñalaron mientras dormía y luego
fueron al campamento romano a cobrar la recompensa por su crimen. Pero el
cónsul Quinto Servilio se la negó, arguyendo que “Roma no paga a traidores”. Así
comienza un artículo de Xavier Caño Tamayo, periodista y escritor, publicado el
mes pasado en LQSomos. “Hoy, advierte Caño, sí los paga. Y bien, por cierto. En
nuestros días. No Roma, precisamente, sino quien tiene el poder. Quien tiene el
dinero. Ésta es crónica breve de una desvergüenza impune en la Unión Europea.
Los medios la llaman ‘puertas giratorias’. Los enjuagues oscuros y pasteleos de
ida y vuelta entre cargos públicos, grandes empresas privadas y corporaciones.
Es traición porque se olvida la lealtad debida al pueblo trabajador. La que han
de tener sí o sí los mandatarios políticos con la ciudadanía que representan.
¿O acaso los intereses de las grandes empresas, corporaciones y sector financiero,
que esos mandatarios maquinadores defienden con ardor en la Unión, son los de
la gente común?”.
Otros ejemplos de que
Roma sí paga hoy a traidores: el ex-ministro de Economía, Rodrigo Rato
(escándalos de Bankia aparte), nombrado consejero asesor de Telefónica para
Europa y América Latina. El mismo Rato que sí privatizó Telefónica; y dos
ex-presidentes del Gobierno (presuntamente de signo contrario), Felipe González
(PSOE) y Aznar (PP), fichados por grandes empresas tras dejar de ser
presidentes. González por Gas Natural (empresa que había privatizado en los
noventa) y Aznar como asesor externo de Endesa, empresa que casualmente acabó
de privatizar. Casualidades con sinecuras anuales de seis cifras.
Otro caso es el de Luis
Croissier, ministro de Industria, quien unió, a finales de los ochenta, todas
las empresas públicas petroleras bajo la marca Repsol y preparó el camino para
privatizarla, nombrado, en 2007, nombrado consejero del Repsol privado. Otros
ex-ministros que han sido consejeros o asesores de grandes empresas españolas:
Abel Matutes (Banco Santander), Marcelino Oreja (FCC), Ana Palacio (HC
Energía), Josep Piqué (Vueling), Eduardo Serra (Everios), Elena Salgado
(Endesa), Jordi Sevilla (PwC), Javier Solana (Acciona)…Y, en la Unión Europea,
tres cuartos de lo mismo. Hace poco, la banca de inversión Goldman Sachs
contrató al ex presidente de la Comisión de la UE, José Manuel Barroso, como
consejero y presidente de su negocio internacional. Sven Giegold, ponente en el
Parlamento Europeo del informe Transparencia, rendición de cuentas e integridad
en la UE, denuncia que “las vergonzosas
puertas giratorias entre política y negocios siembran muchas dudas sobre el
gobierno de Europa. La contratación de Barroso perjudica la reputación de la
Comisión Europea”. ¿Puertas giratorias, se pegunta Xavier Caño. “Más bien
autopistas siempre abiertas. ¿Dudas? Certeza de al servicio de quien están los
actuales mandatarios europeos. Por cierto, Barroso cobrará buena pasta de
Goldman… y recibirá una pensión de 18.000 euros mensuales de la UE”… A esa
caterva de mandatarios europeos, que tanto llevan ésta como aquella camiseta,
¿les sonarán las palabras ética, decencia? Habrá que fajarse para una larga
lucha por otra Europa en la que no esté esa gente ni parecida. Porque otra
Europa es posible”.
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