El ruido del poder y el silencio del pueblo.
“No me da miedo el ruido
del poder, no me dan miedo los tanques, me da miedo el silencio del pueblo”. Con
estas palabras de Julio Anguita comienza Juan Tortosa su artículo en Público,
tan vivas hoy como el día en que las pronunció. “Ruido, ruido, ruido. Antes de
sables y ahora de togas o de guasaps envenenados. Ruido en el Congreso, ruido
en demasiadas redacciones, ruido en muchos juzgados y en según qué jefaturas de
gabinete donde sus responsables andan desatados. Ruido ensordecedor por parte
de los mismos que se cargaron la preeminencia de Podemos porque ‘hacían
demasiado ruido’, ¿no es maravilloso?
“Ruido en todas partes
menos en la calle, ha de ocurrir una desgracia como la de València para que
empecemos a movilizarnos... un poquito. A mí me parece la puntita nada más, lo
siento mucho, hay miles de razones por las que deberíamos estar haciendo un
ruido en la calle cada vez más imprescindible para preservar la democracia y no
lo hacemos. No plantamos suficiente cara al discurso facha, nos callamos por
discreción, por pereza o por miedo. Y ellos van avanzando posiciones en los
ámbitos familiares, en las reuniones de amigos, en los taxis o en los bares.
Parece como si nos faltara sangre en las venas para contestar como se merecen.
Estamos paralizados mientras la ultraderecha va tirando de una inventiva cada
vez más tóxica que consigue calar, permanecemos inmóviles mientras los
conjurados contra el gobierno consiguen que sus mensajes se reproduzcan por
esporas sin que casi nadie pegue un puñetazo encima de la mesa y ponga las
cosas en su sitio. Es fácil, porque a quienes mienten es fácil sacarles los colores.
Pues no, son ellos quienes consiguen imponer su discurso, obedientes todos al
célebre ‘Quien pueda hacer, que haga’ del ínclito Aznar, ese eterno
malencarado.
“Por arte de magia no se
va a solucionar la catástrofe de la sanidad ni tantas otras, sin pelea no se va
a parar el destrozo de la universidad pública, que durante décadas ha sido el
principal igualador de oportunidades de la sociedad española. Coincido con
quienes afirman que no luchar para frenar tamaño abandono ni para impedir el
crecimiento de los centros privados es un error que se pagará caro. Algo parece
moverse entre los estudiantes, pero me temo que tendrán que alzar mucho más la
voz si quieren que las huestes mediáticas se vean obligadas a hacerse eco de
ello en lugar de usar sus primeras páginas para ultrajar a diario el oficio
periodístico. (…)
“Existe mucho más y mejor
periodismo que el que se hace en buena parte de los cenáculos madrileños,
Madrid DF como se ha puesto de moda decir. Pero nos dejamos marcar la agenda
por quienes apuestan por la crispación. Hago mías estas palabras de Javier
Aroca a propósito de ese watergate que tenemos entre manos llamado
filtraciones: ‘Los que más saben de esto en este país son los periodistas
políticos de Madrid. Si ellos quisieran sabríamos lo que ha pasado. Pero no
hablan: 1) Por deontología profesional 2) Por miedo. 3) Porque están en el ajo
y por eso no hablan’. Hay miedo entre los políticos, los periodistas y los
jueces honestos que tendrían la posibilidad de parar todo esto de una vez y no
entiendo por qué no lo hacen. Saben que, si no te alineas con los profesionales
de la infamia en cualquiera de estos tres ámbitos, al final te van a acabar
crucificando igual ¿A qué esperan pues para hacer lo que tienen que hacer, que
además saben hacerlo? Aunque solo sea por dignidad porque, como también decía
Julio Anguita, ‘con la dignidad no se come, pero un pueblo sin dignidad se pone
de rodillas y termina sin comer’.
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