Juan Carlos y la extraña familia: hijo putativo de Franco, hermano del sah y primo de Hasán.
Nieves Concostrina hizo el
pasado domingo en Público un cambio de tercio sin tocar el clarín “para
quitarle otra careta al ultraderechista y antidemócrata Juan Carlos de Borbón,
hijo putativo del sanguinario dictador Franco, hermano del tirano sah de Persia
y primo del represor Hasán II de Marruecos. Esos son los parentescos que
definen al jefe de Estado que nos encajó el fascista Franco, primero, y nos
coló con malas artes el falangista Adolfo Suárez, después. Los familiares
genéticos y oficiales del exrey, tampoco es que mejoren el panorama: un padre
biológico al que traicionó, un hermano del que no podemos opinar porque se lo
cargó él mismo por hacer el gilipollas con una pistola, una esposa mancillada,
un hijo que le habla poco, una nuera que lo desprecia, un yerno delincuente,
dos hijas con la lucidez justita, un puñado de nietos insensatos y el resto,
caraduras.
“Pasados ya cincuenta
años desde que el exrey empezó a embelesar a ciudadanos y políticos con una
empalagosa campechanería que solo ocultaba sus inmoralidades, sus negocios y su
incapacidad gestora, Juan Carlos de Borbón ya ha perdido todas sus caretas,
pero alguna, aunque difundida en libros, tesis y artículos de prensa en la
última década, sigue siendo todavía muy desconocida: la de pedigüeño y, quien
sabe, si hasta de presunto embaucador tras pedir diez millones de dólares en
dinero negro al último sah de Persia, Mohammad Reza Pahlaví, para ayudar en la
campaña electoral a su colega falangista Adolfo Suárez” (…)
Y así termina Concostrina
el largo artículo: “Qué bien se entiende ahora, casi 50 años después, el
conchabeo del falangista Suárez con el jefe de Estado que solo ha avergonzado a
esta nación. Y mucho más indignante es saber cómo se nos hurtó a los demócratas
el derecho al referéndum para decidir si queríamos o no una monarquía. Duele
escuchar el famoso vídeo de la entrevista que concedió a Victoria Prego en 1995
y en la que Suárez, fuera de grabación y tapándose el micrófono de corbata con
una mano, confiesa a la entrevistadora creyendo que no se oye, que no se hizo
la consulta porque los sondeos decían claramente que NO.
“Entonces –se pavonea
Suárez ante Prego– yo metí la palabra rey y la palabra monarquía” en el
proyecto de Ley para la Reforma Política que se sometió a consulta “y así dije
que había sido sometido a referéndum”.
“Tramposos, fulleros,
indignos… eso era el dúo Suárez-Borbón, los adalides de la democracia. Entre
pillos andaba el juego”.
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