26 de septiembre. Los juegos malabares de Esperanza.
Ella es la presidenta, y a mucha honra.
Últimamente, Esperanza Aguirre no deja de asombrarnos a todos con sus juegos malabares. El último de ellos ha sido el de los Teatros del Canal de Isabel II. Varios centenares de trabajadores se concentraron el martes pasado frente a los mismos para denunciar la salida a Bolsa del 49 por ciento de la compañía, mientras en el interior del edificio se celebraba la inauguración de esta nueva sede de las artes escénicas de la Comunidad de Madrid, la “infraestructura teatral más importante de España”, según la maga-presidenta madrileña. Los convocantes, que recibieron el apoyo de UGT, del PSM y del IU, denunciaron que la medida de Aguirre traería consigo, “a medio plazo”, una subida en el precio del agua y una “reducción de plantilla”.
Detrás del cordón de seguridad, a pocos metros de la entrada, los manifestantes gritaron: “El Canal no se vende”, “A por ellos” y “Esta fiesta ha costado a los madrileños más de un millón de euros”. La maga, Esperanza Aguirre, llegó acompañada de José María Aznar, ex presidente del Gobierno y su esposa, Ana Botella, delegada de Medio Ambiente. Todos ellos fueron abucheados y ninguno de los representantes del PSOE asistió al acto en protesta por la privatización del Canal y por el “despilfarro” de los 1,2 millones de euros que esta fiesta costaba. Un presupuesto que, por el mismo precio, ofreció 172 actividades en la Noche en Blanco madrileña. El anuncio de hace unos meses, promovido a bombo y platillo por Aguirre, que recortaba el gasto público de la Comunidad de Madrid y pasaba por el recorte de consejerías y altos cargos, quedaba de esta manera desmentido.
Ignacio González, vicepresidente de la Comunidad, salió en defensa de la prestidigitadora maga, y explicó que El Canal no se iba a privatizar. “Se venderá una parte del capital –dijo a su favor– para hacer la empresa más fuerte, pero va a seguir gestionado por la Comunidad. Los madrileños seguirán recibiendo el mismo servicio, con la misma calidad”. Francisco Granados, secretario general del Partido Popular de Madrid, trató de arroparla, atreviéndose con la butade de que el agua “es gratis” y “esto no cambiará”. Algunos pensaron con lo sucedido en empresas Pegguy Sue’s S. L. que, desde el pasado mes de abril, cobran un euro al cliente por un vaso de agua del grifo. Pero la mayoría de invitados –Santiago Fisas, responsable de la Consejería de Cultura y Turismo, Jaime Mayor Oreja, ex ministro del PP, y otras personalidades del PP–, la siguieron apoyando. El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, y su delegada de las Artes, Alicia Moreno, estuvieron ausentes.
En otro, pero no último, acto de magia, Aguirre conseguía que el director de sus teatros fuera nada menos que Albert Boadella, activo militante del anti-nacionalismo catalán. El dramaturgo, quien recibió críticas por ejercer durante años de independiente frente a los poderes públicos catalanes y que acabó denunciando que se “había podrido rápidamente”, terminará trabajando para Aguirre, a partir del próximo año. Sin embargo, “Ciutadans” siguen tratando de rentabilizar la figura de Boadella. Antonio Robles, uno de su diputados en el Parlament, asegura que el nombramiento de su ex compañero demuestra que Madrid “es más inteligente de lo que parecía”. Según Robles, Boadella “fue excluido en Catalunya desde que fue crítico con el presidente Pujol” y ha sido acogido en Madrid “sin pedir el carné de residencia”. Con el tiempo, veremos quién de los dos se lleva el gato al agua: el genio dramaturgo de Boadella o la magia espectacular de Esperanza.
1 comentario:
Esperanza Aguirre, peinada como Sofia de Gracia, más un chic de flequillo. Verso pepero e intrigante al que se encabalgan otros versos, -más ¡ay! del que se le suelte,- se ubica en el mismo tramo de falta de idoneidad que Magdalena Alvarez.(carnal y amorosa) De suerte para ella que en derecha se disimula mejor. chiflos.
Publicar un comentario