El club de los vencedores y una Nota Bene.
Jorge Lorenzo vence en Laguna Seca.
Lorenzo celebra la conquista del nuevo territorio, disfrazado de astronauta.
Rafa Nadal se hace con el Wimblebon por segunda vez.
Fernando Alonso, dos veces campeón Muncial de Formula 1.
Los deportistas españoles que consiguen subirse al podium suelen celebrar de idéntica manera las victorias. Levantan el trofeo y agradecen a sus seguidores su apoyo sin el cual, reconocen, no lo hubieran conseguido. La victoria y el reconocimiento popular traen consigo la gloria y el honor, pero también la subsiguiente racha de publicidad de las principales cadenas comerciales en periódicos y cadenas televisivas. Son millones gastados por los poderosos quienes ignoran a los ciudadanos fracasados y sólo se fijan en los vencedores, por mucho que el esfuerzo de aquéllos pueda a veces superar el éxito de éstos, separados por el triunfo reconocido que aumentará la publicidad de las marcas que los encumbran. Son millones gastados para celebrar un título nacional o mundial, ya sea individual ya colectivo. Es la publicidad, siempre aliada con los vencedores, que rellena páginas enteras en periódicos y revistas y horas en radios y televisiones.
Los primeros que celebran el fausto son los premiados y los representantes del poder: las autoridades que los ensalzan. Al acontecimiento se apunta el “ministro de Deportes,” los presidentes de la Comunidad respectiva, los Ayuntamientos del lugar, quienes agasajan a los vencedores, vistiéndose, en el caso de tratarse de los que participaron en la vuelta ciclista a Francia, del mallot amarillo y poniéndolos como ejemplos de superación. Y se recuerdan las hazañas de los vencedores: Alberto Contador, tres veces ganador del Tour; la selección española, ganadora del Mundial de Fútbol; la Sub-19, que el viernes puede convertirse campeona del Europeo; la selección española de Baloncesto, campeona del Mundo; el motorista Jorge Lorenzo, celebrando su sexta victoria en Laguna Seca, disfrazado de astronauta; Fernando Alonso, ganador por dos veces del Campeonato Mundial de Pilotos de Fórmula 1; el tenista Rafa Nadal, número uno del mundo…
¡Son tantos los ejemplos de deportistas españoles que triunfaron, siempre con la alianza de la publicidad!… Como si sus victorias no pudieran entenderse sin el sostén de la misma. O como si la publicidad necesitara de esos personajes deportivos para potenciar sus efectos. Porque el hecho es que no hay premios ni trofeos sin el sostén publicitario que siempre se apunta a ellos. Como que no hay publicidad basada en el anonimato y en el fracaso. Así funciona nuestra sociedad de mercado. Y en eso se basa el club de los vencedores en el que no se habla para nada del botín económico conseguido ni en el modo de gastarlo, supongo que para no herir la sensibilidad del resto de españoles, muchos de los cuales tienen que hacer miles de “proezas” para conseguir llegar a fin de mes.
N. B. En el blog, “La mentira post. Decano de la prensa falsa”, se anuncia que el Parlamento prepara una ley para prohibir a los políticos participar en la celebración de victorias deportivas “El buen momento por el que pasa el deporte español –comenta el autor– tiene como beneficiados subsidiarios a los políticos, que no desaprovechan la oportunidad de participar como protagonistas en las celebraciones. La lucha por aparecer en la foto se dirime entre gobernantes nacionales y autonómicos, entre representantes de ministerios y consejerías. Esta actitud ha despertado las suspicacias de diferentes sectores, que acusan a los dirigentes de apuntarse tantos que están lejos de merecer. En respuesta a ello, y a sabiendas de que los éxitos deportivos premian de manera totalmente azarosa a unos o a otros, el propio Parlamento está trabajando en una Ley que prohibirá a los gobernantes participar en las celebraciones de victorias deportivas”. Lástima que, por una vez, no se trate de una verdad como un templo.
Los primeros que celebran el fausto son los premiados y los representantes del poder: las autoridades que los ensalzan. Al acontecimiento se apunta el “ministro de Deportes,” los presidentes de la Comunidad respectiva, los Ayuntamientos del lugar, quienes agasajan a los vencedores, vistiéndose, en el caso de tratarse de los que participaron en la vuelta ciclista a Francia, del mallot amarillo y poniéndolos como ejemplos de superación. Y se recuerdan las hazañas de los vencedores: Alberto Contador, tres veces ganador del Tour; la selección española, ganadora del Mundial de Fútbol; la Sub-19, que el viernes puede convertirse campeona del Europeo; la selección española de Baloncesto, campeona del Mundo; el motorista Jorge Lorenzo, celebrando su sexta victoria en Laguna Seca, disfrazado de astronauta; Fernando Alonso, ganador por dos veces del Campeonato Mundial de Pilotos de Fórmula 1; el tenista Rafa Nadal, número uno del mundo…
¡Son tantos los ejemplos de deportistas españoles que triunfaron, siempre con la alianza de la publicidad!… Como si sus victorias no pudieran entenderse sin el sostén de la misma. O como si la publicidad necesitara de esos personajes deportivos para potenciar sus efectos. Porque el hecho es que no hay premios ni trofeos sin el sostén publicitario que siempre se apunta a ellos. Como que no hay publicidad basada en el anonimato y en el fracaso. Así funciona nuestra sociedad de mercado. Y en eso se basa el club de los vencedores en el que no se habla para nada del botín económico conseguido ni en el modo de gastarlo, supongo que para no herir la sensibilidad del resto de españoles, muchos de los cuales tienen que hacer miles de “proezas” para conseguir llegar a fin de mes.
N. B. En el blog, “La mentira post. Decano de la prensa falsa”, se anuncia que el Parlamento prepara una ley para prohibir a los políticos participar en la celebración de victorias deportivas “El buen momento por el que pasa el deporte español –comenta el autor– tiene como beneficiados subsidiarios a los políticos, que no desaprovechan la oportunidad de participar como protagonistas en las celebraciones. La lucha por aparecer en la foto se dirime entre gobernantes nacionales y autonómicos, entre representantes de ministerios y consejerías. Esta actitud ha despertado las suspicacias de diferentes sectores, que acusan a los dirigentes de apuntarse tantos que están lejos de merecer. En respuesta a ello, y a sabiendas de que los éxitos deportivos premian de manera totalmente azarosa a unos o a otros, el propio Parlamento está trabajando en una Ley que prohibirá a los gobernantes participar en las celebraciones de victorias deportivas”. Lástima que, por una vez, no se trate de una verdad como un templo.
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